Las dos instituciones más poderosas de Egipto, el ejército y los Hermanos Musulmanes, librarían una nueva batalla en una guerra secular por hacerse con las riendas del gigante árabe.
A falta de la confirmación de los resultados definitivos por parte de la Junta Electoral, los medios de comunicación egipcios ya daban ayer por hecho que Mohamed Mursi , el candidato de los Hermanos Musulmanes, y Ahmed Shafiq , el último primer ministro de Mubarak, se disputarán la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales históricas en el país.
Aunque la Junta Militar administra el país desde la renuncia de Mubarak, y ha reiterado en numerosas ocasiones su neutralidad, para la mayoría de ciudadanos es evidente que Shafiq, un comandante retirado de las Fuerzas Áreas, es el aspirante de ese estamento.
Como muestra de la tormenta que se avecina, Omar Suleimán , el hombre fuerte de Mubarak durante dos décadas, y aspirante descalificado, advirtió de la posibilidad de un golpe de Estado si los Hermanos Musulmanes consiguen la victoria.
En teoría, la Junta Militar debería traspasar sus poderes al presidente electo el próximo 30 de junio.
Quizás por todo ello, los egipcios siguieron el emocionante recuento pegados a la pantalla de televisión. Al ser un día festivo, los cafés estaban llenos, y el resultado electoral era el centro de todas las conversas, y de no pocas discusiones.
Los resultados dejaron en evidencia los pronósticos de los analistas y de las encuestas, poniendo de manifiesto que la cofradía islamista, a pesar de haber perdido popularidad, cuenta con una formidable maquinaria electoral.
Basta recordar que su candidato, poco conocido y falto de carisma, no superaba el 5 por ciento de intención de voto en los sondeos realizados al inicio de la campaña. Sin embargo, terminó siendo el más votado.
Asimismo, las urnas expresaron el anhelo de estabilidad de buena parte de la población, angustiada después de 15 meses de transición salpicados de violencia.
Nadie previó el ascenso meteórico del nasserista Hamdin Sabahi , que estuvo a punto de pasar a segunda vuelta, o la derrota estrepitosa de Amr Musa , que quedó en quinto lugar con poco más del 10 por ciento de los votos.
Para entender estos sorprendentes resultados hay que tener en cuenta que, con una democracia recién estrenada, una buena parte de la población no ha desarrollado unas sólidas afiliaciones partidistas. Además, a medida que se calentaba la campaña, la sociedad se fue polarizando, lo que favoreció a los candidatos con un perfil más marcado, y una ideología más pura. Es decir, Mursi, con su promesa de aplicar la sharia de forma acelerada, y Shafiq, defensor sin complejos de la era Mubarak, en detrimento de los centristas Musa y Abulfutuh.
Hoy se abre un periodo de negociación sobre posibles alianzas entre los diversos candidatos de cara a la segunda vuelta. Puesto que la política egipcia se estructura a partir de dos ejes, el compromiso con la revolución y la posición del Islam en la vida política, resulta difícil pronosticar por quién se decantarán algunos bloques de votantes.
Por ejemplo, ¿a quién votarán los jóvenes revolucionarios de Tahrir que detestan a la vez a la Hermandad y a Shafiq? Un Oriente Medio convulso observará con mucha atención un duelo del que puede depender la suerte de la Primavera Árabe.
A falta de la confirmación de los resultados definitivos por parte de la Junta Electoral, los medios de comunicación egipcios ya daban ayer por hecho que Mohamed Mursi , el candidato de los Hermanos Musulmanes, y Ahmed Shafiq , el último primer ministro de Mubarak, se disputarán la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales históricas en el país.
Aunque la Junta Militar administra el país desde la renuncia de Mubarak, y ha reiterado en numerosas ocasiones su neutralidad, para la mayoría de ciudadanos es evidente que Shafiq, un comandante retirado de las Fuerzas Áreas, es el aspirante de ese estamento.
Como muestra de la tormenta que se avecina, Omar Suleimán , el hombre fuerte de Mubarak durante dos décadas, y aspirante descalificado, advirtió de la posibilidad de un golpe de Estado si los Hermanos Musulmanes consiguen la victoria.
En teoría, la Junta Militar debería traspasar sus poderes al presidente electo el próximo 30 de junio.
Quizás por todo ello, los egipcios siguieron el emocionante recuento pegados a la pantalla de televisión. Al ser un día festivo, los cafés estaban llenos, y el resultado electoral era el centro de todas las conversas, y de no pocas discusiones.
Los resultados dejaron en evidencia los pronósticos de los analistas y de las encuestas, poniendo de manifiesto que la cofradía islamista, a pesar de haber perdido popularidad, cuenta con una formidable maquinaria electoral.
Basta recordar que su candidato, poco conocido y falto de carisma, no superaba el 5 por ciento de intención de voto en los sondeos realizados al inicio de la campaña. Sin embargo, terminó siendo el más votado.
Asimismo, las urnas expresaron el anhelo de estabilidad de buena parte de la población, angustiada después de 15 meses de transición salpicados de violencia.
Nadie previó el ascenso meteórico del nasserista Hamdin Sabahi , que estuvo a punto de pasar a segunda vuelta, o la derrota estrepitosa de Amr Musa , que quedó en quinto lugar con poco más del 10 por ciento de los votos.
Para entender estos sorprendentes resultados hay que tener en cuenta que, con una democracia recién estrenada, una buena parte de la población no ha desarrollado unas sólidas afiliaciones partidistas. Además, a medida que se calentaba la campaña, la sociedad se fue polarizando, lo que favoreció a los candidatos con un perfil más marcado, y una ideología más pura. Es decir, Mursi, con su promesa de aplicar la sharia de forma acelerada, y Shafiq, defensor sin complejos de la era Mubarak, en detrimento de los centristas Musa y Abulfutuh.
Hoy se abre un periodo de negociación sobre posibles alianzas entre los diversos candidatos de cara a la segunda vuelta. Puesto que la política egipcia se estructura a partir de dos ejes, el compromiso con la revolución y la posición del Islam en la vida política, resulta difícil pronosticar por quién se decantarán algunos bloques de votantes.
Por ejemplo, ¿a quién votarán los jóvenes revolucionarios de Tahrir que detestan a la vez a la Hermandad y a Shafiq? Un Oriente Medio convulso observará con mucha atención un duelo del que puede depender la suerte de la Primavera Árabe.
ANÁLISIS
Las grandes opciones de los Hermanos Musulmanes
Hasan Turk
Docente de Relaciones Internacionalesy experto en Oriente Medio.
Es muy factible que el candidato de los Hermanos Musulmanes llegue a la Presidencia, porque durante los gobiernos anteriores, los líderes nunca estuvieron con la totalidad del pueblo. Fueron los Hermanos Musulmanes quienes llenaron el vacío del Estado en la sociedad egipcia y brindaron educación y sanidad. No hay que olvidar que la mayoría de la sociedad egipcia es musulmana y que durante épocas fue líder en el mundo árabe con sus aportaciones científicas y religiosas.
Cabe resaltar que su mayoría, especialmente los miembros jóvenes, cambió la ideología de los años 50 y 60, que planteaba un Islam más radical. Ahora están ofreciendo un sistema político con un Islam tan moderado como el modelo turco.
Como bien se sabe, el partido Islamista de Recep Tayyip Erdogan está en el poder de Turquía hace más de 10 años. Gracias a sus políticas, la Turquía de hoy es la economía número 16 del mundo; se está convirtiendo en una potencia regional y en un actor internacional. Como en otras naciones donde se ha sentido el efecto de la "Primavera Árabe", los Hermanos Musulmanes de Egipto quieren aplicar el modelo turco.
De otro lado, la llegada al poder de los Hermanos Musulmanes puede cambiar las relaciones internacionales de la región, especialmente con el Estado israelí.
Los miembros de la hermandad no han manifestado su verdadera política con los hebreos para no llamar tanto la atención de la comunidad internacional, pero es muy seguro que ésta no le va a convenir al gobierno de Netanyahu.
Al llegar al poder, el nuevo presidente tiene que rediseñar su relación política y económica con su vecino.
Es muy difícil que haya un conflicto bélico entre Egipto e Israel, pero los judíos van a estar cada día más aislados e intranquilos, y la construcción de nuevos muros lo demuestra. Es muy factible que el camino que toma Egipto va a ser un modelo para las otras naciones árabes, como ha sido siempre; por eso, es muy importante que los egipcios tomen el modelo de un Estado democrático con un Islam moderado.
Docente de Relaciones Internacionalesy experto en Oriente Medio.
Es muy factible que el candidato de los Hermanos Musulmanes llegue a la Presidencia, porque durante los gobiernos anteriores, los líderes nunca estuvieron con la totalidad del pueblo. Fueron los Hermanos Musulmanes quienes llenaron el vacío del Estado en la sociedad egipcia y brindaron educación y sanidad. No hay que olvidar que la mayoría de la sociedad egipcia es musulmana y que durante épocas fue líder en el mundo árabe con sus aportaciones científicas y religiosas.
Cabe resaltar que su mayoría, especialmente los miembros jóvenes, cambió la ideología de los años 50 y 60, que planteaba un Islam más radical. Ahora están ofreciendo un sistema político con un Islam tan moderado como el modelo turco.
Como bien se sabe, el partido Islamista de Recep Tayyip Erdogan está en el poder de Turquía hace más de 10 años. Gracias a sus políticas, la Turquía de hoy es la economía número 16 del mundo; se está convirtiendo en una potencia regional y en un actor internacional. Como en otras naciones donde se ha sentido el efecto de la "Primavera Árabe", los Hermanos Musulmanes de Egipto quieren aplicar el modelo turco.
De otro lado, la llegada al poder de los Hermanos Musulmanes puede cambiar las relaciones internacionales de la región, especialmente con el Estado israelí.
Los miembros de la hermandad no han manifestado su verdadera política con los hebreos para no llamar tanto la atención de la comunidad internacional, pero es muy seguro que ésta no le va a convenir al gobierno de Netanyahu.
Al llegar al poder, el nuevo presidente tiene que rediseñar su relación política y económica con su vecino.
Es muy difícil que haya un conflicto bélico entre Egipto e Israel, pero los judíos van a estar cada día más aislados e intranquilos, y la construcción de nuevos muros lo demuestra. Es muy factible que el camino que toma Egipto va a ser un modelo para las otras naciones árabes, como ha sido siempre; por eso, es muy importante que los egipcios tomen el modelo de un Estado democrático con un Islam moderado.
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