BBC, Economía
Mientras todos los ojos están puestos en la eurozona, ¿puede ser que el mundo esté pasando por alto una crisis incluso mayor en China?
Varios indicadores empiezan a apuntar hacia una bajada económica en el país asiático, con una fuerte disminución de la demanda de electricidad y de la producción industrial, así como en el rendimiento de las fábricas y las ventas al por menor.
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China sufre desde hace meses a causa del viento frío que procede de Europa, que es su mercado de exportación más grande, incluso mayor que el de Estados Unidos.
El sector manufacturero del país se contrae desde hace siete meses debido sobre todo a la débil demanda exportadora, según un reciente estudio.
Especuladores
Esta bajada no tendría que ser en sí motivo de alarma, si no fuera por el hecho de que los chinos más ricos parecen nerviosos.
El dinero ha dejado de llegar a China más o menos desde septiembre, y en abril de hecho comenzó a abandonar el país. Esto es altamente inusual.
Estados Unidos y otros países acusan normalmente a China de mantener su moneda, el yuan, artificialmente barata en comparación con el dólar para beneficiar a sus exportadores.
Para evitar que el yuan se fortalezca demasiado, China impide que los especuladores compren la moneda.
Desde mediados de 2010, el gobierno chino había permitido de forma diligente que el yuan se fortaleciera respecto al dólar, pero en el último mes, conforme la economía entró en crisis, comenzó a depreciar de nuevo el valor del yuan.
¿Descalabro de la propiedad?
Durante los últimos tres años, los inversores chinos inyectaron grandes cantidades de dinero en el floreciente sector de la construcción en el país.
Por ejemplo, muchas empresas financiaron la importación de materias primas como cobre, mineral de hierro y aluminio para la industria de la construcción.
Esto supuso además una excusa para especular con la moneda.
Pero parece que fueron demasiado lejos. Los envíos de cobre sin utilizar que se acumulan en los almacenes de China se han hecho tan grandes que apenas hay espacio para guardar el excedente.
Mientras tanto, el auge de la construcción parece haberse frenado.
Las ventas totales de propiedad bajaron un 12% en los primeros cuatro meses del año, en comparación con el año pasado.
Como respuesta, el número de nuevos proyectos de construcción cayó un 15% en abril, mientras que las compras de tierras cayeron más de la mitad.
Esto podría no ser más que un problema pasajero de corto plazo. Pero el temor es que pueda ser el principio del fin del boom inmobiliario por el que se han construido muchos más apartamentos de los que el país verdaderamente necesita.
Desde comienzos de 2009, China ha construido 2.300 millones de metros cuadrados de espacio residencial. Unos 3.200 millones adicionales están todavía en marcha y los constructores parecen apremiados a completar y vender antes de que el mercado empeore.
Hay ciudades fantasmas completamente construidas.
Parece que muchos de estos pisos vacíos estaban siendo comprados por empresas y familias chinas como una inversión más atractiva que depositar el dinero en una cuenta bancaria con bajo interés.
Lucha política
Inversión en infraestructuras
Los bloques de apartamentos son sólo un elemento dentro del auge de la construcción china.
En 2008, en respuesta a la crisis financiera global y la inminente recesión, el gobierno chino anunció un aumento masivo del gasto de US$590.000 millones para los siguientes dos años. Resolvió el problema.
La tasa de crecimiento de China apenas cayó por debajo de la cifra mágica del 10% en un momento en que Occidente caía en su recesión más profunda desde la Segunda Guerra Mundial.
Se invirtió mucho dinero en infraestructuras – nuevas carreteras, puentes y aeropuertos.
Pero, igual que con el boom inmobiliario, es posible que China excediera sus propios límites.
Por ejemplo, el gigante asiático construyó de la nada la red de ferrocarriles de alta velocidad más grande del mundo, cinco veces el tamaño de la red francesa de alta velocidad.
Pero la mayor parte de los chinos no se puede permitir el alto precio de estos billetes de tren. Y los trenes regulares que sí se pueden permitir son ahora menos frecuentes para hacer hueco a los nuevos y brillantes trenes de alta velocidad.
Se sospecha, además, que las líneas se construyeron demasiado deprisa: una cadena de peligrosos accidentes, incluyendo un fuerte choque de trenes en Wenzhou, parece debida a un diseño pobre y un trabajo de construcción de mala calidad.
¿Por qué puede ser todo esto el preludio de una crisis? Hay tres cosas que no se deben perder de vista.
En primer lugar, gran parte de la construcción fue financiada triplicando los préstamos de bancos públicos chinos ordenados por las autoridades, así como mediante otras fuentes más oscuras de financiamiento.
En la medida en que esos créditos se han gastado y no se pueden pagar, los bancos y otros prestamistas se enfrentan a enormes pérdidas.
En segundo lugar, la construcción y otras formas de inversión conforman una gran porción de la economía del país. Si hay un freno repentino en su actividad, se abre el interrogante de qué pasará con todos los trabajadores de la construcción y otras personas empleadas en esta industria.
El tercer motivo de preocupación es político.
China está en medio de una transición delicada, con una nueva generación de líderes que se acerca al poder, algo que sólo ocurre cada 10 años.
Hay una lucha política en ebullición, puesta en evidencia por la destitución del llamativo gobernador de Chongqing, Bo Xilai.
Muchos de los miembros del partido se beneficiaron del boominmobiliario y del crédito de los últimos tres años. Si este auge llega a su fin, no querrán formar parte de los perdedores inevitables.
Cómo se desarrollará esa batalla, especialmente en el caso de que China se enfrente a protestas multitudinarias de trabajadores desempleados en las calles, es una incógnita para todos.
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