viernes, 8 de junio de 2012

"Shabiha", la milicia acusada de cometer las masacres en Siria



El gobierno niega haber utilizado milicianos para intensificar la represión
"Shabiha" deriva de la palabra árabe para nombrar a los "fantasmas", pero ahora, muchos sirios la consideran sinónimo de "matones".
En la Siria de dos bandos encontrados, las versiones contradictorias y el derramamiento de sangre que no cesa, un tercero aparece como una constante: los milicianos paramilitares conocidos como los "shabiha".
Este jueves, grupos de oposición denunciaron una nueva matanza cerca de la provincia de Hama. Portavoces de los Comités de Coordinación Locales, una red de organizaciones activistas, aseguraron que los milicianos dieron muerte con armas blancas y de fuego a 78 personas en Al Qubeir, en el centro del país, la mayoría de ellas mujeres y niños.
Autoridades en Damasco negaron la masacre. Dijeron que nueve personas habían muerto en Al Qubeir a manos de "terroristas", durante un enfrentamiento entre estos y fuerzas de seguridad, según la agencia oficial Sana.
Como ha venido ocurriendo en Siria, ninguna de las dos versiones ha podido ser confirmada. El corresponsal de la BBC en Damasco, Paul Danahar, informó que inspectores de Naciones Unidas está en camino para investigar las muertes.

Los bandos

Lo que se sabe con certeza del conflicto en Siria es que lo que comenzó como una serie de manifestaciones por parte de quienes pedían más libertades y democracia ha escalado hasta convertirse en una confrontación armada, que algunos anticipan como el estadio previo a una guerra civil.

El factor étnico

Aunque el gobierno de Bashar al Asad ha promovido por años una identidad secular para el Estado sirio, el factor étnico ha estado ganando terreno en la actual confrontación.
Algunos consideran que todavía no está definidas las líneas de batalla, más allá del hecho de que el país es gobernado por una minoría alawita, a pesar de que los sunitas representan el 74% de la población.
"Del lado del gobierno, hay muchos sunnitas en el ejército; son la mayoría, de hecho. En el bando rebelde, hay algunos cristianos y alawitas en las filas del FSA", escribía recientemente el periodista de la BBC Paul Woods, quien reportó encubierto en Siria hasta hace poco.
"Incluso hay shabiha sunnitas" agregaba Woods.
Sin embargo, hay informes de que grupos deshabihas han estado empleando la violencia contra poblados sunnitas. Algunos observadores apuntan al uso de este grupo paramiltar para incitar odios entre las diferentes etnias como un arma en el conflicto.
Son algunos de los elementos que, según indica el corresponsal de la BBC en Damasco, Paul Danahar, estarían haciendo pensar que la confrontación en Siria "ha dejado de parecerse a las pasadas revoluciones árabes y ha comenzado a lucir muy similar a Bosnia cuando comenzó a convertirse en una guerra civil sectaria".
De un lado está el ejército, en defensa del gobierno de Bashar al Asad. Por el otro, los alzados, un conjunto, en su mayoría de exmilitares congregados en el llamado Ejército Libre de Siria (FSA por sus siglas en inglés), quienes se proponen sacar a al Asad del poder.
Como tercera parte en la contienda aparece un grupo de hombres vestidos de negro y fuertemente armados, que parecen no conocer límites en el uso de la fuerza y la violencia: losshabiha.
No está completamente claro quiénes son ni a quién son leales, pero activistas y grupos de derechos humanos los acusan no sólo de matar y golpear a manifestantes, sino también de llevar a cabo una campaña de intimidación que incluye ejecuciones, asesinatos estilo mafia y ataques sectarios.
Se cree que la palabra shabiha proviene del árabe "shabh", que significa "fantasma", y que se usó por primera vez en relación con el actual conflicto después de una ofensiva de al Asad a Latakia.
En esta ciudad portuaria opera una conocida organización mafiosa conocida como Shabiha. Tanto en Latakia como en otros poblados de la costa Mediterránea, bandas asociadas a este grupo criminal manejan redes de cobro de dinero por protección, armas, redes de contrabando y otras "empresas" al margen de la ley.

Enfrentados y amigados

Según testigos, los shabiha ejecutaron a decenas de personas en la ciudad de Taldou
La conexión de la Shabiha con miembros de la familia del presidente Bashar al Asad parece haberle permitido surgir y consolidarse en los años setenta. Entonces las bandas operaban sin inconvenientes y se las consideraba por encima de la autoridad.
Supuestamente, sus miembros fueron armados por las Brigadas de Defensa, unidades paramilitares comandadas por el tío del actual presidente sirio, quien una vez fue dueño de un puerto privado en Latakia.
Sin embargo, en los años noventa, la imposición brutal de las cuotas de protección y el desprecio de la ley por parte de los shabihas en esa ciudad fueron demasiado lejos. Hafez al Asad, padre de Bashar al Asad y entonces presidente, encargó que se les hiciera frente y se reestableciera el orden.
En marzo de 2011 los shabihas habrían encontrado una oportunidad para limar asperezas. Al parecer, acudieron en ayuda del presidente al Asad cuando Latakia y otros poblados cercanos se convirtieron en escenario de importantes protestas antigubernamentales.
Según residentes de estas localidades, miembros de las bandas se unieron a la acción del ejército disparando desde vehículos y techos, incendiando casas de manifestantes y golpeando a sus ocupantes.
Con la intensificación de la represión y la disidencia, el término shabihase expadió. En toda Siria comenzó a usarse para hacer referencia a milicianos prorrégimen que actuaban aparentemente con total impunidad.

"Subcontratar la represión"

"Hay un sentimiento en Damasco, que comparten muchos diplomáticos y quienes se oponen al presidente al-Assad, de que es posible que su régimen no tenga más el control directo de algunos de los grupos paramilitares a los que se acusa de masacrar a civiles"
Paul Dahar, corresponsal de la BBC en Damasco
A partir de entonces, los reportes sobre ataques de shabihas, uniformados o vestidos de civil, se han multiplicado por diferentes ciudades sirias. Las acusaciones incluyen acuchillamientos, degollamientos, ejecuciones a quemarropa, ataques con armas pesadas, quema de vehículos y viviendas y destrucción de edificaciones públicas, entre otras.
Activistas dicen que su presencia ha permitido al gobierno negar cualquier participación en las acciones más brutales contra quienes manifiestan en su contra.
Portavoces oficiales han rechazado el uso de estos milicianos para intensificar la ofensiva contra sus adversarios y para cometer atrocidades en su nombre.
En cambio, insisten en que grupos criminales o terroristas han atacado a las fuerzas de seguridad, asesinado a civiles y destruido propiedades.
Esta defensa ha sido desechada por la comunidad internacional, que acusa al presidente al Asad de "subcontratar la represión".
La acusación alcanza a la propia familia presidencial. En mayo, la Unión Europea impuso sanciones a los primos de al Asad, Fawwaz y Munzir, por supuestamente participar en la "represión de la población civil como miembros de la shabiha".
Sin embargo, según señala el corresponsal de la BBC en la capital siria Paul Danahar, "hay un sentimiento en Damasco, que comparten muchos diplomáticos y quienes se oponen al presidente al Asad, de que es posible que su régimen no tenga más el control directo de algunos de los grupos paramilitares a los que se acusa de masacrar a civiles".
"El mundo ha visto el conflicto sirio muy en blanco y negro en los últimos 15 meses. Necesita reconocer que están emergiendo algunos tonos de gris", afirma el corresponsal.

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