Antiguo yihadista, Abdelhakim Belhadj se presenta como líder de uno de los más importantes partidos libios
Día 09/07/2012 - 10.53h
El pasado mayo, Abdelhakim Belhadj se quitó el uniforme militar para reconvertirse en político. Ya no quiere lograr sus objetivos por las armas sino de palabra. No es el más conocido de la nueva hornada de hombres fuertes de Libia, pero sí quizás el que tiene un perfil más controvertido. Este hombre de 46 años luchó en Afganistán contra los rusos y regresó a ese país años después para unirse a los talibanes. En medio trató de acabar con Muamar Gadafi siendo uno de los integrantes del Grupo Islámico de Combatientes Libios (GICL).
Detenido en Malasia, fue entregado a las autoridades libias, que lo encarcelaron en el conocido penal de Abú Salim. Belhajd, que ha denunciado la participación de los servicios secretos británicos en su entrega al régimen de Gadafi, fue liberado en 2010 gracias a un acuerdo con Seif El Islam, hijo del dictador, que aseguró que ya no era un yihadista peligroso. Fue elevado a jefe del Consejo Militar de Trípoli el año pasado tras ser una de las piezas claves de la toma de la capital. La palabra que más repite durante esta entrevista con ABC en la sede de su partido, El Watán (La Nación), es «reconstrucción».
—¿Por qué ha decidido dimitir como responsable del Consejo Militar de Trípoli y dar el salto a la política?
—¿Qué le ofrece a los libios el partido El Watan que usted ha fundado?
—El Watan es un partido político que desea participar en la reconstrucción del país como el resto de autoridades y partidos políticos. Nuestra formación presenta ideas en tres sentidos. Primero, es nacional, todo libio puede participar en él sea árabe, tuareg, bereber, tubu o lo que sea. Segundo, no hay un liderazgo concreto, cualquiera puede serlo. No nos asentamos en una sola persona. Y tercero, nos asentamos sobre las leyes islámicas y creemos en ellas. De esta forma queremos garantizar los derechos de todos, de las mujeres, de los débiles...
—Hay mucha gente, especialmente en Occidente, que tiene miedo a la aplicación de la «sharía» (ley islámica). Preocupa, además, lo que se está haciendo estos días en un país vecino, como es Malí, en nombre de la «sharía».
—Tenemos que diferenciar entre dos cosas: el islam como religión, que nosotros respetamos al igual que su mensaje, y la minoría que contra los principios del islam causa problemas a turistas o a otras minorías que no son musulmanas o actúan contra los derechos humanos.
—¿Puede concretarme qué piensa de lo que ocurre en la ciudad malí de Tombuctú, que se encuentra en manos de islamistas radicales?
—No está claro para mí lo que está ocurriendo en Malí, pero en general estoy en contra faltar el respeto a otros o no proteger los derechos de los otros.
—Las milicias armadas están consideradas como uno de los principales problemas que ha de afrontar la nueva Libia. ¿Qué cree que hay que hacer?
—En El Watan tenemos planes para todos estos guerrilleros. No me gusta llamarles milicias porque son guerrilleros que lucharon en la revolución, en todo caso tratamos de que se integren bajo las autoridades y que entreguen sus armas a los arsenales.
—Usted ha tenido la oportunidad en los últimos meses de mantener contactos con autoridades internacionales. ¿Qué impresión le han dado sobre su papel?
—Esperamos el mismo apoyo internacional y de todo el mundo en la reconstrucción de nuestro país que el que tuvimos cuando empuñamos las armas para acabar con el antiguo régimen. La imagen que queremos dar es la de guerrilleros que se han convertido en constructores de un nuevo país.
—Personalmente no necesitaré más el kalashnikov. Intento reconstruir como civil y político mi país. Pero si en el caso que sea la comunidad internacional necesita nuestro apoyo, ahí estaremos para ello de nuevo.
—¿Qué futuro le espera a Seif El Islam, hijo de Gadafi, detenido por la milicia de Zintán?
—Seif El Islam es un ciudadano libio, tiene sus derechos, debe ser bien tratado y podrá defenderse. Tiene sus derechos ante la Justicia y el Gobierno, y trataremos de salvaguardar todo esto.
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