El ataque del domingo que le costó la vida a 16 guardias fronterizos egipcios volvió la atención del mundo hacia una de las regiones más olvidadas del planeta, una península de 60.000 kilómetros cuadrados habitada por solo unas decenas de miles de personas.
Escenario histórico de guerras, destino habitual de turistas y región anárquica donde la ley la impone el que mejor conoce el terreno, el Sinaí es un territorio conflictivo en una zona de por sí inflamable como Medio Oriente.
El Sinaí no registraba un operativo militar de esta naturaleza desde la guerra entre Egipto e Israel de hace casi 40 años.En las últimas horas, misiles lanzados por el ejército egipcio contra presuntos militantes armados en el norte de la península han dejado al menos 20 de estos hombres muertos, pero han hecho más que eso.
BBC Mundo analiza la violencia que ha marcado esta región del mundo durante siglos y explora quién gana y quién pierde con esta nueva crisis en la península.
¿Qué es el Sinaí?
Aunque la pregunta parece obvia, las respuestas a esta interrogante que se pueden dar con absoluta certeza son pocas.
En lo geográfico se puede decir que es una península y en lo político que pertenece a Egipto.
Pero si uno habla con sus habitantes, no siempre saben responder si viven en África o en Asia o si se sienten egipcios.
Como puente entre dos continentes, el Sinaí ha sido invadido por derecha y por izquierda desde que las dos coronas de Egipto se unieron allá por el 3100 antes de Cristo. Egipcios, persas, macedonios, romanos, babilonios, árabes, otomanos e ingleses han desfilado desde carros de dos ruedas empujados por caballos a vehículos blindados.
En los últimos 60 años, el Sinaí fue escenario -secundario o principal- de los cuatro conflictos bélicos entre Israel y Egipto (1948, 1956, 1967 y 1973) y sus habitantes, entre 1967 y 1982 no fueron egipcios sino israelíes.
Incluso al mencionar a "los habitantes" del Sinaí no se puede pensar en un conjunto homogéneo ni en una distribución equitativa.
El territorio se caracteriza por un Sur más rico que su Norte, enriquecido por el turismo que visita los principales centros de buceo del Mar Rojo -como Dahab y Sharm el Sheikh- o lugares de peregrinaje turístico-religioso como el Monte Sinaí, donde la Biblia dice que Moisés recibió las tablas con los mandamientos.
En el norte pobre, adonde el turismo no llega, se encuentran las localidades que generalmente aparecen más en las noticias de las últimas horas: El Arish (capital de la región), Rafah (cruce fronterizo con Israel) y Touma (localidad bombardeada por el ejército egipcio).
En todo el territorio conviven -además de los monjes cristianos, los amantes del buceo y los dueños de hoteles extranjeros- egipcios, palestinos y clanes de beduinos.
Estos últimos, expertos en fronteras porosas y en la lógica de un desierto sin lógica, protagonizan constantes conflictos con los policías egipcios. Si no es por el tráfico de personas, armas o drogas, es por las aspiraciones de independencia de algunas de las tribus, o por sus vínculos con gente de su propio clan en Gaza o en Israel.
Los palestinos provienen en su gran mayoría de la Franja de Gaza y han optado por la pobreza egipcia antes que por la pobreza y el aislaminto de ese territorio palestino. La opción no ha sido una elección sencilla. El único cruce fronterizo que une Gaza con un país árabe (el de Rafah) ha permanecido más tiempo cerrado que abierto por un acuerdo entre el anterior gobierno de Hosni Mubarak y las autoridades israelíes.
Pero no todos son "exiliados económicos", como explicó el analista de la BBC Jonathan Marcus.
"El tráfico de drogas, armas y personas se ha convertido en una de las principales actividades económicas de las tribus beduinas que viven en el Sinaí y se han formado lazos inevitables entre en norte del Sinaí y la Franja de Gaza, en base a esta nueva economía. Esto ha dado lugar a que algunos elementos palestinos del extremismo islámico se trasladen al Sinaí, que es vista como un área de operaciones para cualquier ofensiva contra Israel".
¿Quién atacó el puesto fronterizo egipcio el pasado domingo?
La respuesta a la segunda interrogante es tan obvia como la respuesta a la primera.
Los medios locales y extranjeros describen a los culpables de la muerte de 16 guardias fronterizos egipcios como "hombres armados".
De aquí en adelante el abanico se abre: militantes islámicos, extremistas palestinos, beduinos radicales, yihadistas, guerrilleros de al-Qaeda, miembros de la inteligencia israelí Mossad.
Cada facción o gobierno o agrupación política o brazo armado de la región elige "su" culpable de acorde a su agenda, sus intereses y sus necesidades.
Lo que está claro es que los responsables del ataque quisieron generar el mayor impacto posible en la península: mataron a 16 guardias, robaron sus vehículos e intentaron ingresar a Israel.
Semejante despliegue no pudo pasar desapercibido ni siquiera en el Sinaí, donde lo ilegal tiene lugar o debajo de la tierra (como los túneles del contrabando y el tráfico entre la península y el territorio palestino) o en los caminos que zurcan el desierto, alejados de todo control o mirada de las autoridades.
¿Qué provocó el ataque?
La primera consecuencia de la muerte de los 16 guardias fronterizos fue el regreso del ejército egipcio al Sinaí.
Los acuerdos entre Egipto e Israel tras la Guerra de 1973 y la paz firmada entre ambos gobiernos en 1979 descartaban cualquier despliegue militar en la región.
Hasta hoy, Egipto mantenía control de ese territorio con efectivos policiales y sus respectivos servicios de inteligencia.
A los constantes reclamos israelíes para que Egipto ejerciera un mayor control sobre los militantes palestinos, los túneles que burlaban la frontera y el tráfico de armas, El Cairo solía responder que sus manos estaban atadas justamente por los acuerdos con Israel.
Pero la idea de que una de las regiones más problemáticas y anárquicas de Medio Oriente no podía seguir siendo vigilada solo por policías egipcios ha cobrado fuerza en ambos lados de la frontera en los últimos años.
Israel parece haber aceptado la presencia del ejército de Egipto en su frontera oriental, algo que hubiera sido difícil de concebir décadas atrás.
El mismo primer ministro israelí, Ehud Barak, indicó que el ataque del domingo servirá como una "llamada de alerta para que los egipcios se hagan cargo de sus problemas".
No deja de sorprender que este despliegue militar egipcio en el Sinaí, con ataque de helicópteros artillados incluido, no haya sido criticado por Israel en momentos en que su antiguo enemigo está gobernado por un representante de los Hermanos Musulmanes, el presidente Mohamed Mursi, aliado natural de Hamas en Gaza.
Pero incluso en Israel saben las diferencias que existen entre las fuerzas armadas de Egipto y el nuevo mandatario.
¿Quién ganó y quién perdió con la crisis?
Lo ocurrido el domingo puso en jaque al presidente Mursi ya que afectó tres de sus vínculos más sensibles y problemáticos: su relación con el ejército egipcio, con Hamas y con Israel.
A dos meses de haber asumido el gobierno, muchos cuestionaban en Egipto cuál era el poder real del nuevo mandatario y de su agrupación, los Hermanos Musulmanes, tras haber ganado los históricos comicios post-Mubarak.
Los Hermanos solo colocaron a tres representantes de sus filas en el gabinete de 35 ministros y las principales carteras -Economía, Relaciones Exteriores y Defensa- son controladas por los mismos hombres que estaban en el gobierno de transición militar.
El poder de las fuerzas armadas y de sus tradicionales aliados políticos dentro del país está en las manos de Hussein Tantawi, jefe de la administración militar interina. Tantawi era el ex ministro de Defensa de Mubarak y es el actual ministro de Defensa de Mursi, una continuidad que se mantuvo intocable pese todas las diferencias que pueden haber entre dos mandatarios tan disímiles.
Hasta el momento Mursi y Tantawi parecen trabajar coordinados tras la muerte contra los guardias fronterizos, pero es el ejército el que se lleva los laureles en los operativos militares que tuvieron lugar en las últimas horas y fue Mursi el insultado en el entierro de los guardias que tuvo lugar el martes, al que no asistió.
Su estrecha relación con Hamas y la Franja de Gaza también se ha visto afectada, ante los testimonios de testigos que indicaron que los atacantes del pasado domingo tenían acento palestino.
Además del despliegue del ejército, Mursi decidió cerrar de forma indefinida el paso fronterizo de Rafah, uno de los mayores logros obtenidos por los palestinos de ese territorio desde el ascenso al poder de la Hermandad Musulmana.
Por último, pero no menos importante, está la relación del nuevo gobierno con Israel.
Desde que llegó al gobierno el nuevo mandatario egipcio no se ha reunido con las autoridades del país vecino. Incluso cuando la oficina de la presidencia israelí informó haber recibido una "breve pero amable" carta de la nueva presidencia egipcia, esto fue desmentido por los voceros de Mursi.
El hecho de que los Hermanos Musulmanes hayan acusado al servicio secreto israelí de lo ocurrido en la frontera no parece colaborar para acercar a las dos partes.
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