jueves, 15 de octubre de 2015

La democracia de Estados Unidos, en manos de 158 familias


cciones proviene del 0,00014% de los estadounidenses
El 87% donó al Partido Republicano, sólo el 13% al Demócrata

La orientación política de ese grupo es muy clara: 138 familias -nada menos que el 87% del total- donaron al Partido Republicano, y sólo 20 -el 13%- al demócrata. Es algo que ya detectó la agencia de noticias Bloomberg el 15 de septiembre, cuando, en un análisis similar, comprobó que "incluso en enclaves tradicionalmente demócratas, la mayor parte de las grandes donaciones están fluyendo a candidatos republicanos". En su noticia, Bloomberg -propiedad del ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, cuya fortuna es de 34.100 millones de euros y que en 2012 ya se planteó presentarse a la Presidencia pagándose su propia campaña- destacaba que los donantes de Hillary Clinton "no han firmado cheques por más de un millón de dólares".No es la democracia del 1%. Es la democracia del 0,00014%. Estados Unidos tiene 117 millones de familias según el Censo que elabora la Administración de ese país. Pero 158 de esas familias -el 0,00014%- han aportado el 45,3% de todas las donaciones recibidas por los candidatos a las elecciones de ese país que se celebran el 8 de noviembre de 2016. El otro 54,7% queda para los otros 117 millones.
Ése es el resultado de un análisis llevado a cabo por el diario 'The New York Times'de los datos de la Comisión Federal Electoral y la Hacienda de EEUU, y que abarca desde el 1 de enero hasta el 30 de junio pasados. A lo largo de ese periodo, los estadounidenses donaron 388 millones de dólares (264 millones de euros) a los candidatos a la Casa Blanca. De esa cantidad, 176 millones de dólares de dólares (154 millones de euros) procedieron de 158 familias.
De modo que, cuando el candidato de la izquierda demócrata Bernie Sanders dijo en el primer debate de ese partido, celebrado el martes, que "el Congreso no regula a Wall Street; Wall Streeet regula al Congreso", estaba declarando lo que es obvio. Pero el debate lo ganó Hillary Clinton, que es, ademas, la candidata de ese partido con apoyos más sólidos entre el mundo del dinero.
Lo mismo pasa con las donaciones. Algunas proceden de sectores bien conocidos, como el financiero, el del petróleo o el de la sanidad. Pero también hay un grupo considerable de la industria del entretenimiento y de la de las nuevas tecnologías. Ésas son dos industrias en las que se concentran los apoyos de los demócratas, y es que Google tiene más poder poder en la Casa Blanca de Obama que Goldman Sachs en la de George W. Bush. Algunos de los mayores donantes proceden de sectores difícilmente imaginables, como el azucarero, los cítricos o lacarne de pollo. Claro que, si se miran algunos de los mayores conflictos comerciales de EEUU con el resto del mundo, destacan los que se han producido por las importaciones de naranjas y azúcar, y por las exportaciones de carne de pollo.
Así pues, EEUU ha conseguido llegar en el siglo XXI al ideal de la democracia ateniense. Ideal en el sentido estricto. En Atenas, el 80% de la población no votaba, ya que eran mujeres, esclavos o varones libres que no pertenecían a la oligarquía de 10 tribus que controlaban la política de la ciudad-estado.
El peso de estas familias en la política estadounidense se debe a una decisión del Supremo de ese país, que en 2010 aprobó -con los votos a favor de los cinco jueces nombrados por los republicanos y el rechazo de los cuatro puestos por los demócratas- que las organizaciones sin ánimo de lucro pueden gastar fondos ilimitados, recibir donaciones sin límite, y no informar de quiénes les han dado esos fondos en campañas políticas. En otras palabras: que siempre que no apoyen a un candidato explícitamente -pero sí a la agenda de un candidato- esas organizaciones no tendrán ningún límite en su actividad, al contrario que las campañas oficiales.
Esa decisión dio lugar a los Supercomités de Acción Política (Super PACs, según sus siglas en inglés), que reciben y gastan dinero a chorros, y a los que van la mayor parte de los donativos de las grandes familias. Como ha explicado a EL MUNDO el máximo responsable de una empresa que trabaja en campañas desde hace varios años, que ha preferido no dar su nombre, "si en 2016 decidimos participar en alguna carrera presidencial, será posiblemente trabajando para algún PAC. Hay mucho más dinero y la regulación es mucho menor".
Ahora bien, el dinero no garantiza la victoria electoral. Según el Centro para la Integridad Pública-una organización que analiza el impacto del dinero en la politica de EEUU- cada voto a Mitt Romney en las elecciones de 2012 salió por siete dólares y medio. Obama, sin embargo, con sólo un dolar y medio por votante, salió elegido. Con semejantes decisiones de inversión, cabe peguntarse si la elite económica estadounidense sabe lo que hace con su dinero cuando invierte en un candidato.
Claro que muchos multimillonarios tienen mecanismos que van más allá de las donaciones para influir en los resultados electorales. Ése es el caso de David Siegel -propiteario de la empresa de apartamentos en multipropiedad Westgate, la mayor del mundo- y su esposa Jackie, que aparecen en la lista de 'The New York Times'. En el premiado documental 'The Queen of Versailles' ('La reina de Versalles'), sobre esta familia, David Siegel explica su estrategia en las elecciones de 2000, en las que George W. Bush se impuso al democrata Al Gore gracias a, precisamente, el Estado donde estos millonarios tienen su base de operaciones: Florida.
Mirando tranquilamente a la cámara, Siegel explica: "Hice que los supervisores llevaran a cabo un sondeo de toda la plantilla. Si iban por Bush, les hacíamos registrarse para votar; si iban por Gore, no. El día de las elecciones nos aseguramos de que todos los que apoyaban a Bush votaran".
Think tanks' y universidades estadounidenses dependen de donaciones interesadas para poder financiar sus actividades

"No digas que trabajo en un 'hedge fund', pon sólo que estoy en un 'think tank'".
Ésa es una clásica frase de Washington. ¿Por qué? Porque si en un artículo se cita a alguien como trabajador en un 'hedge fund' (un fondo de inversión que no está regulado), su imparcialidad puede ser cuestionada. Pero si se le asocia a un 'think tank', su virginidad en materia de políticas públicas queda garantizada.
En España, cuando hablamos de los 2.400 'think tanks' que pueblan Washington, se nos llena la boca de fervor reverencial. Los mismo que cuando citamos a cualquier estudio de una universidad de EEUU Incluyendo, claro está, el trabajo realizado en 2014 por las prestigiosas Universidades de Princeton y Northwestern Testing Theories of American Politics: Elites, Interest Groups, and Average Citizens, en el que se analizan 1.779 políticas públicas para demostrar que EEUU es, técnicamente, una oligarquía en la que el proceso de toma decisiones se hace en función de grupos de interés y no de la opinión pública en su conjunto.
Pero ni los 'think tanks' ni las Universidades están libres de pecado. Un académico o un investigador necesitan tener alrededor de cuatro millones de dólares (3,5 millones de euros) para que, con los intereses de ese capital, su 'think tank' o universidad, genere unos intereses de alrededor de 100.000 dólares con los que financiar su actividad y permitirle comer y pagar la hipoteca. Eso exige donaciones que no son desinteresadas.
Un ejemplo: Brookings Institution, el 'think tank' más prestigioso del mundo, tieneel Centro Saban para Oriente Medio, en el que hay poco espacio para voces que disientan de la política exterior israelí, y que toma su nombre de la persona que financió su creación: el multimillonario proisraelí Haim Saban, uno de los dueños de la cadena de televisión en español Univision, que está en la lista de los 158 donantes de 'The New York Times'.
Saban también es uno de los mayores donantes de las campañas de Bill y Hillary Clinton. Así que no es de extrañar que, cuando le preguntaron a Hillary el miércoles en el debate que de qué enemigos se sentía más orgullosa, ésta respondiera, "los iraníes y los republicanos". La ex secretaria de Estado es muy 'dura' en política exterior. Pero también sabe dónde está el dinero.
Claro que para donaciones, los 1.000 millones de dólares que el ex secretario de Comercio y financiero de Wall Street Peter G. Peterson donó en 2006 al Instituto para la Economía Internacional, el centro de estudios más prestigioso del mundo en análisis de economía internacional. Ante tal generosidad, el centro cambió su nombre en 2007 por el de Instituto Peter G. Peterson para la Economía Internacional. Su último fichaje es el ex economista jefe del FMI y profesor del MIT, el francés Olivier Blanchard. Si cruza la calle, Blachard podrá comer en el bar de Brookings con el ex presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, que trabaja allí, aunque también asesora a 'hedge funds'.
Si no, siempre se puede fundar un 'think tank'. Eso es lo que hicieron en 1974 los mayores donantes del Partido Republicano, los hermanos David y Charles Koch, que tienen un patrimonio conjunto de 72.500 millones de euros, con el Cato Institute, el 'think tank libertario' (léase ultraliberal) más influyente del mundo. Un año antes, el multimillonario de la cerveza Joseph Coors y el de la banca y el petróleo Richard Mellon Scaife, se habían decepcionado porque el centro de estudios conservador por excelencia de Washington, el American Enterprise Institute, se había negado a adecuar su calendario de investigación al calendario del Congreso. ¿La solución? Fundar su propio 'think tank', la Heritage Foundation.Hoy, Heritage es el principal 'laboratorio de ideas' del Tea Party.

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