13/10/2015
"...Bashar Al Asad ni Siria tienen una vital importancia para el futuro de la Federación Rusa, sino únicamente son instrumentos útiles en su afán de volver a ser reconocido como un actor global, para defender sus verdaderos intereses políticos, económicos y geoestratégicos más allá de sus fronteras..."
Sin lugar a dudas uno de los conflictos más sangrientos del nuevo milenio es la Guerra Civil en Siria. Según ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) el conflicto ha provocado ya más de 300.000 muertos, 7,6 millones de desplazados dentro del territorio sirio y 4. 270.000 refugiados entre los países vecinos como Turquía que acoge ya casi 2 millones, Líbano 1,2 millones, Jordania 650.000, Irak 250.000, Egipto 132.000, pero en otro lado todos los países europeos apenas alcanzan a 268.000 refugiados. Tal vez Alemania hasta el 2016 puede recibir 800.000 según la canciller alemana Ángela Merkel, pero los últimos acontecimientos demuestran que es muy difícil que Alemania cumpla su promesa.
Los conflictos en Siria y Ucrania han demostrado que la Guerra Fría no ha terminado. Rusia y Estados Unidos siguen siendo rivales en el campo militar, político, económico, geopolítico, y para Vladimir Putin es el momento perfecto para demostrar que sobre las cenizas de la Unión Soviética puede nacer una Rusia fuerte en todos los términos.
Al observar el inicio y el desarrollo, y pronosticando el futuro del conflicto, se puede decir que el ganador hasta ahora es el presidente ruso Vladímir Putin. Desde el comienzo Moscú insiste que la caída de Bashar Al Asad convertirá a Siria en otro Irak o Libia y en realidad en eso tiene la razón. Porque la caída del régimen significa el fortalecimiento del grupo terrorista el Estado Islámico y esto empeoraría la situación, trayendo consecuencias globales.
Rusia ha sido pragmática y firme sobre el conflicto en Siria, hasta ahora había defendido a su aliado en la escena diplomática internacional y ahora está demostrando que también es capaz de defenderlo en el campo de batalla. El presidente Putin comenzó a bombardear desde la última semana del mes de septiembre a todos los enemigos y obstáculos del régimen de Bashar Al Asad, sin hacer mayor distinción entre el temible grupo terrorista el Estado Islámico o la oposición al régimen patrocinada por Estados Unidos, Europa y países de la región como Turquía, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
En realidad ni Bashar Al Asad ni Siria tienen una vital importancia para el futuro de la Federación Rusa, sino únicamente son instrumentos útiles en su afán de volver a ser reconocido como un actor global y para defender sus verdaderos intereses políticos, económicos y geoestratégicos más allá de sus fronteras. Rusia supo cómo convertirse en un referente imprescindible para la solución del conflicto en la nación árabe. Porque por ahora todos los caminos hacia una posible solución pasan por Moscú e Irán que es otro aliado vital para Siria. Puede que para Rusia el régimen de Bashar Al Asad sea un peón geoestratégico, pero para Irán tiene una vital importancia.
De tro lado, los Estados Unidos y sus aliados occidentales y países musulmanes tuvieron que modificar casi cada seis meses sus planes y proyectos hacia Siria y así demostrar al mundo que no tienen un plan sólido y no saben qué hacer en ese conflicto. Sin lugar a dudas, el partido republicano de Estados Unidos cobrará una factura muy alta al gobierno de Barack Obama por su debilidad e ineficacia en el conflicto.
Europa por ahora solo está observando la actuación de Estados Unidos para tomar decisiones, porque sólo no es capaz de hacer algo, y menos ahora por la crisis económica y por el problema de los refugiados. También saben que cualquier intervención militar en el país árabe aumentará el número de muertos y refugiados.
Europa no quiere recibir los refugiados sirios y menos musulmanes. La llegada de los refugiados musulmanes, aumentaría la población musulmana de Europa, lo que acelerará la crisis étnica. Para Europa, la real crisis no es económica sino demográfica. El crecimiento demográfico es mínimo en este continente y tiene una población envejecida, los únicos que quieren tener hijos son los inmigrantes latinos, árabes y africanos.
Muchos estudios demuestran que la población musulmana en Europa va a ser superior a la población cristiana en cuestión de décadas. No es gratuito que tomen fuerza los partidos ultraderechas y ultraconservadores que tienen un discurso lleno de Xenofobia e Islamofobia. Porque para los europeos es letal pensar que en unas décadas la cuna de la civilización occidental y cristiana va a ser colonizado por sus excolonias y esclavos africanos y musulmanes. Los países europeos no han podido aplicar una verdadera política de integración hacia los inmigrantes como hicieron las naciones latinoamericanas con todos los inmigrantes que llegaron a la región en eso, América Latina, tiene mucho que enseñar a Europa.
Por ahora, Rusia y Estados Unidos deben ser cuidadosos en sus intervenciones militares dentro del territorio sirio, porque aunque sea por error, cualquier incidente puede detonar una guerra a una escala indeseable para el mundo. Pero lo más importante que encuentren una solución pacífica, garanticen la seguridad de la población civil que ha sufrido bastante desde que inició el conflicto y que respeten la totalidad del territorio sirio. Porque lamentablemente las potencias grandes como han hecho siempre, quieren rediseñar la geografía del Oriente Medio según sus intereses políticos y económicos.
La peor escena, pero a la vez lo más probable, en cuestión de décadas, es que países como Irak, Siria, Libia y Yemen geográficamente van a ser divididos entre sunitas, chiitas y kurdos y surgieran nuevos Estados. Y lo más deseable que grupos terroristas como el Estado Islámico o Al Qaeda no declaren soberanía sobre un territorio y una población en la región.
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