viernes, 28 de octubre de 2011

¿Se ciñó la OTAN a su papel legal en Libia?


Bombardeo de la OTAN

El mandato de la OTAN en Libia fue siempre objeto de controversia.

Con Muamar Gadafi muerto y la intervención de la OTAN llegando a su fin, muchos empiezan a hacer una evaluación de lo que fue el papel de la alianza atlántica frente a lo acontecido en Libia.

Mientras unos presentan a la intervención de Occidente en Libia como un modelo para el futuro, otros insisten en los señalamientos de quienes piensan que la OTAN se inmiscuyó de manera injustificada en el país norafricano.

El mandato original de Naciones Unidas, que permitió la operación de la OTAN en Libia se refería únicamente a la protección de civiles, en el marco del enfrentamiento entre opositores y partidarios del depuesto líder. La herramientas utilizadas por la alianza militar para ese fin fueron principalmente mantener una zona de exclusión aérea y un embargo marítimo.

Retirada

La alianza atlántica está preparando su partida de Libia. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas decidió que el mandato otorgado acabe en la noche del 31 de octubre.

Esta decisión se tomó a pesar de que los miembros del CNT, los más beneficiados por las acciones militares de la OTAN, han manifestado su deseo de que la operación siga hasta fin de año.

Su temor es que las armas en poder de los leales a Gadafi pasen a países vecinos. También requirió ayuda para desarrollar los sistemas de defensa y seguridad del país.


Como estos dos objetivos militares se llevaron a cabo con mucha efectividad, en la alianza atlántica ven la incursión militar como un éxito. Sin embargo, diferentes analistas internacionales han observado excesos; es decir que se pasó de proteger civiles a tomar parte en la lucha armada a favor de una de las partes. Una delgada línea roja que unos ven y otros no.

"La forma en que se ha cumplido la misión creo que ha excedido el mandato", dijo a BBC Mundo Mariano Aguirre, director del Centro NOREF, un organismo privado de investigación con sede en Oslo. "El caso más concreto ha sido el darle apoyo aéreo a la operación para capturar a Gadafi", ejemplifica.

Balanza inclinada

La función de proteger civiles en una contienda armada no tiene porque inclinar la balanza. Sin embargo en el caso libio sí ha habido una incidencia clara según el International Institute for Strategic Studies (IISS), otro centro de estudios con base en Londres.

Su presidente, François Heisbourg, consideró que la caída de Gadafi es "obviamente un éxito para los británicos y los franceses, sin los cuales nada de esto hubiese sucedido".

"Se puede contar como un éxito de la coalición operando bajo la etiqueta de la OTAN, en gran parte con medios estadounidenses, por lo que también es un éxito de Estados Unidos", explicó Heisbourg en unas declaraciones difundidas por el propio IISS.

Aun antes de la caída de Gadafi en Sirte el IISS ya había publicado un documento en el que aseguraba que "algunos países participaron de la contienda con algo más que el mandato en mente". "En otras palabras buscaban echar a Gadafi", se afirma.

Douglas Barrie, investigador principal del IISS en asuntos militares del espacio aéreo, cree que la cuestión de si hubo exceso o no se reduce a una cuestión "semántica y de interpretación", refiriéndose a la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU. Y aclara que no todos lo miembros de la OTAN entendieron el mandato de la misma forma.

"Gran Bretaña y Francia lo interpretaron de una forma muy liberal", considera Barrie. "Y lo utilizaron como un medio para cambiar el régimen; al apoyar de facto a los rebeldes tomaron partido", explica a BBC Mundo.

El abogado Marcel Ceccaldi, representante de la familia Gadafi, es aún más crítico. "La OTAN tomó posiciones en un conflicto interno; se puso del lado de una de las partes y aportó ayuda militar, táctica y estratégica a una de las partes", explica a BBC Mundo.

"Nosotros en ningún momento hemos sido la fuerza aérea de los rebeldes"

Carmen Romero, Portavoz adjunta de la OTAN

"Bombardeó las fuerzas militares de una de las partes y muy pronto se dedicó a bombardear las infraestructuras del país y bombardeó a la población civil", agrega. En su opinión la alianza atlántica ha perpetrado una "agresión en términos del derecho internacional". Y no piensa quedarse de brazos cruzados. Iniciará acciones legales contra la OTAN.

Como era de esperar, desde la OTAN negaron rotundamente haberse excedido en el mandato de la ONU o haber intervenido a favor de la insurgencia. "Nosotros en ningún momento hemos sido la fuerza aérea de los rebeldes", aclara Carmen Romero desde la sede atlántica en Bruselas.

La portavoz adjunta de la OTAN insiste en que "los objetivos han sido puramente militares". "No ha habido en ningún caso objetivos civiles", añade en diálogo con BBC Mundo.

A pesar de haber sido la alianza atlántica quien bombardeó el convoy en el que se trsladaba el ex presiente libio, Romero puntualiza que "en ningún momento" fue el objetivo. "No hemos ido a por Gadafi o por sus hijos", afirma.

Por el contrario, resalta que de haber habido algún exceso el Consejo de Seguridad de la ONU no los hubiese vuelto a respaldar. Se refiere a que a las resoluciones iniciales (1970 y 1973) se agregó la número 2009, semanas antes de la caída de Sirte.

Respaldo del Consejo de Seguridad

"Si los miembros del Consejo de Seguridad hubiesen considerado que excedimos el mandato, que los rusos a veces lo dicen, no nos los hubiesen reforzado", insiste. A la vez toma distancia del final que tuvo Gadafi. "No estamos de acuerdo en como han ido las cosas", subraya.

Rebeldes libios observan un avión de la OTAN.

La OTAN defendió su papel en Libia.

Esta posición de la OTAN sobre su propio accionar es lo que hace pensar a muchos que el modelo de intervenir en Libia puede ser utilizado en otros conflictos. "La utilidad de las bien establecidas estructuras de mando quedó probada", según el IISS.

"Esto trae la pregunta de si es correcto para la OTAN actuar como una caja de herramientas de lo que realmente son coaliciones ad hoc", se plantean en el think tank londinense. Es ese caso, se diluye su aspecto más amplio de "alianza política".

Por su parte, Carmen Romero descarta que lo de Libia vaya a configurar un esquema de acción militar. A la vez destaca la precisión con que se llevó a cabo y rescata que hay cosas positivas de cara al futuro.

Además, exime responsabilidad a la OTAN por acciones militares de otros países como Qatar que, según AFP, admitió haber puesto tropas en suelo libio. "La OTAN no ha tenido a nadie en el terreno", asegura.

Deja en claro que "la OTAN no es el brazo armado de Naciones Unidas". Sin embargo matiza que si la alianza "recibe un mandato claro de la ONU obviamente hay que aplicarlo, pero cada caso es totalmente diferente".

Aguirre, desde el Centro Noruego NOREF, concuerda en que no hay dos casos iguales. Sin embargo, tiene su propio parecer sobre la autonomía con que la OTAN actúa, sobre todo en casos que "en los años 80 recibieron el nombre de operaciones fuera de área".

En su opinión, si la OTAN "va a pasar a ser un organismo internacional que opere en algunos escenarios como una fuerza con un grado alto de autonomía interpretando determinadas resoluciones de la ONU, esto merece una seria reflexión sobre su futuro e incluso quizás haya que cambiar su misión original".

jueves, 27 de octubre de 2011

Nuevo jefe de la FAO advierte que el agua es una barrera para alimentar al mundo


Jose Graziano

Graziano denuncia que mientras 1.000 millones pasan hambre, 2.000 millones son obesos.

La necesidad de incrementar la productividad agrícola para alimentar a la creciente población global -ya somos 7.000 millones- está ejerciendo una fuerte presión sobre los recursos naturales, especialmente el agua, según el brasileño José Graziano, director general electo de la FAO.

"El agua se ha convertido en el principal obstáculo para aumentar la producción, especialmente en algunas áreas como la región andina, Sudamérica y los países subsaharianos", dijo en entrevista con la BBC el que será próximo número uno del Organismo de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

De acuerdo con los cálculos de la FAO, en 2050 la producción de alimentos tendrá que ser un 70% mayor para poder mantener el ritmo de crecimiento de la población.

Graziano afirma que, pese a la presión sobre los recursos naturales que supone el creciente número de seres humanos sobre la Tierra, es posible terminar con el hambre con cuatro acciones principales: aplicación de modernas técnicas en la agricultura (muchas ya disponibles), crear una red de seguridad social para la población más vulnerable, recuperar para la agricultura los productos locales y cambiar los patrones de consumo de los países ricos.

"Si pudiéramos cambiar los patrones de consumo de los países desarrollados, habría comida para todos", comenta. "Desperdiciamos mucha comida en la actualidad, no solo en la producción, sino también en transporte y consumo".

Según Graziano, titulado en Agronomía, Economía Rural y Sociología, mientras en los países ricos desperdician comida, 1.000 millones de personas pasan hambre.

"Necesitamos asegurar que esa población pueda alimentarse, facilitarles buenos trabajos bien pagados o, si no, encontrar una fórmula de protección social".

El brasileño dice que los programas de transferencia de dinero sirven a unas 120 millones de personas en América Latina, lo que ha ayudado a reducir las tasas de desnutrición en la región.

Graziano aboga por expandir esos programas a otros países afectados, especialmente en África.

Mercados locales

"Lo que hace la comida cara es el transporte, porque la producción es muy barata. Si pudiéramos diversificarla, volver regionales los canales de distribución, los precios serían mucho menores"

Joao Graziano

Otra acción que podría ayudar a luchar contra el hambre, argumenta, es recuperar la agricultura de productos típicos de cada región.

Además, agrega que, en tanto esos productos no son materias primas, no se ven afectados por cambios repentinos en el precio, beneficiando así a consumidores y productores. También pueden crear un ciclo de producción y consumo local.

"Lo que hace la comida cara es el transporte, porque la producción es muy barata. Si pudiéramos diversificarla, volver regionales los canales de distribución, los precios serían mucho menores".

Graziano también afirma que estimular los productos tradicionales ayudaría a diversificar las fuentes de comida.

"En la actualidad, hay sólo unos pequeños productos responsables de la alimentación de 7.000 millones de personas".

Según comentó en la entrevista, la prioridad dada a los alimentos presentes en los mercados internacionales, por ejemplo, reduce la capacidad de América Latina en la producción de fríjol, una fuente tradicional con alto valor nutritivo que se obtiene a bajo costo.

Problema de la obesidad

La diversificación de la producción agrícola también serviría para afrontar otras preocupaciones relacionadas con la comida: el incremento de la clicobesidad, incluso en países pobres.

Procción azucarera en Brasil

Graziano defiende que el etanol de Brasil no afecta al precio de los alimentos.

Graziano asegura que el número de personas con una dieta inadecuada o con obesidad ya está en los 2.000 millones, el doble de quienes pasan hambre.

Y lo atribuye al estilo de vida moderna, que desincentiva la actividad física y facilita el acceso a comida industrializada, normalmente con altas concentraciones de azúcares.

Por eso, el brasileño cree que la lucha contra la obesidad debería incluir campañas educativas "que están siendo descuidadas".

"Creemos que nuestras madres sabían lo que se debía comer. Eso podría servir para nuestras abuelas, que solían tomar los alimentos de la huerta, pero las madres de hoy buscan comida rápida porque pasan mucho tiempo trabajando fuera de la casa".

Graziano también argumenta que las multinacionales de comida rápida deberían ser conscientes de su responsabilidad en este problema e incrementar la presencia en sus menús de alimentos frescos, como frutas y verduras.

Biocombustibles

El que en la actualidad es todavía director regional de la FAO para América Latina y el Caribe destaca otros dos problemas que, junto a la obesidad, son parte de la reciente discusión sobre la producción de alimentos alrededor del mundo.

Son la supuesta competición entre agricultura para la alimentación y la producción de biocombustibles, y los riesgos que la agricultura impone a la preservación del medioambiente.

Destaca que dos de las tres áreas que más producen biocombustibles, EE.UU. y Europa, han experimentado alzas en el precio de algunos alimentos por tener que competir con los biocombustibles.

Pero en la tercera, su país natal, los estados en que se produce etanol a partir de caña de azúcar no están observando ningún impacto en los precios de los alimentos, pues la fuente está sobre todo en tierras que no eran productivas y que lo son gracias a la modernización de las técnicas.

"Igual que hay colesterol bueno y malo, eso pasa con los biocombustibles".

Graziano agrega que no hay conflicto entre la preservación ambiental y la necesidad de expandir la producción agrícola.

"La intensificación de la producción a través de tecnologías modernas, reduciendo el uso de fertilizantes y pesticidas, pueden beneficiar enormemente el medio ambiente".

"Los avances tecnológicos en esa dirección deberían terminar con esta dicotomía entre los ambientalistas y los agricultores".

LA LISTA: LOS INNOBLES




Los siete ganadores del Premio Nobel de la Paz más discutibles.


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JEWEL SAMAD/AFP/Getty Images

BARACK OBAMA

2009

Lo ganó por: “Sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”.

Por qué fue una mala decisión: El otorgar el galardón a Obama causó extrañeza, un ex senador durante una única legislatura que había realizado su juramento como presidente sólo unas pocas semanas antes de que se produjeran las nominaciones. El propio nuevo dirigente reconoció que “comparados con algunos de los gigantes de la historia que han recibido este premio —Schweitzer y King; Marshall y Mandela— mis logros son pequeños”. Obama también sorprendió a muchos al dedicar gran parte de su discurso de aceptación del Nobel a la defensa del uso legítimo de la fuerza.

En realidad, la impresión es que el Nobel se concedió al candidato Obama —el que se definió por su oposición a la guerra en Irak, la promesa de cerrar Guantánamo y el compromiso de fomentar el diálogo con los gobiernos hostiles— más que al presidente -conocido por el aumento del envío de tropas a Afganistán, la enorme ampliación de la guerra mediante aeronaves no tripuladas, la intervención militar en Libia y los asesinatos extrajudiciales de Anwar al Awlaki y Osama bin Laden-. Por no mencionar que Guantánamo sigue abierta y que se han logrado pocos avances hacia la paz en Oriente Medio.

Puede que todas estas acciones fueran justificables, pero con gran probabilidad no eran lo que el comité del Nobel tenía en mente.

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JOE KLAMAR/AFP/Gettyimages

LA AGENCIA INTERNACIONAL DE ENERGÍA ATÓMICA Y MOHAMED EL BARADEI

2005

Lo ganó por: "Sus esfuerzos para prevenir que la energía nuclear se use con fines militares y para asegurarse de que la energía atómica con propósitos pacíficos sea empleada del modo más seguro posible”.

Por qué fue una mala decisión: El premio a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA, con siglas en inglés) fue considerado por muchos como un reproche a la invasión de Irak de la Administración de George W. Bush. El Baradei y su organismo habían presionado para continuar los procesos de inspección del programa de armas de Saddam Hussein.

Pese a las nobles intenciones de la organización, ésta no ha demostrado ser especialmente efectiva a la hora de prevenir la proliferación de armas nucleares. Desde su fundación en 1956, cinco países se han hecho con la bomba —India, Pakistán, Israel, Corea del Norte y Sudáfrica, que clausuró su programa de armas voluntariamente— y se cree que Siria e Irán han avanzado significativamente en el proceso de lograrla. Como muestra de la no efectividad de la agenda de la AIEA, tres de esos países —India, Pakistán e Israel— son miembros que cuentan con buena reputación dentro de la institución.

La AIEA tiene también un historial de altibajos en el fomento del uso seguro de la tecnología atómica. Tras la fusión de este año en la central nuclear de Fukushima Daiichi, en Japón, la respuesta de la organizaciónfue criticada por “lenta y en ocasiones confusa”.

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FABRICE COFFRINI/AFP/Gettyimages

NACIONES UNIDAS Y KOFI ANNAN

2001

Lo ganó por: “Su labor en favor de un mundo más organizado y pacífico”.

Por qué fue una mala decisión: El Comité de los Nobel cita el trabajo de Annan en el reforzamiento de las alianzas de la ONU con la sociedad civil, su renovado énfasis en el desarrollo y su labor en favor de la fundación del Fondo Global para la Salud y contra el Sida.

Aún así, Annan tiene también algunas manchas notables en su historial. Durante el genocidio de Ruanda de 1994, él era director de misiones de mantenimiento de la paz de la ONU. El general canadiense Romeo Dallaire, que en esa época dirigía la misión de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas en el país, acusó a Annan de impedir que sus tropas intervinieran para detener las masacres y de suavizar los informes que Dallaire enviaba a Nueva York. El papel de Annan fue criticadoen una revisión interna de la organización y él se disculpó por no haber actuado con mayor contundencia durante el conflicto.

Un panel designado por la ONU también criticó a Annan en 2005 por su mala gestión del programa Petróleo por Alimentos de la ONU, que acabó canalizando 1.700 millones de dólares en sobornos a las arcas de Saddam Hussein. El informe también sugería que el hijo de Annan, empleado por una compañía petrolífera suiza, se había beneficiado de la posición de su padre para obtener lucrativos contratos con Irak, aunque no se hallaron evidencias de que el progenitor interviniera personalmente en su favor.

YASIR ARAFAT

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1994

Lo ganó por: Sus esfuerzos para crear paz en Oriente Medio.

Por qué fue una mala decisión: Arafat ha dejado un legado polémico. Es considerado por sus seguidores como el padre de la lucha palestina para conseguir un Estado, pero para sus detractores es un terrorista impenitente. Lo que está claro es que durante la mayor parte de su carrera en la escena pública, fue un acérrimo defensor del uso de la violencia para lograr objetivos políticos. O, en sus propias palabras tras la fundación de la Organización para Liberación de Palestina (OLP): "la revolución armada por todo nuestro territorio palestino para convertirla en una guerra de liberación. Rechazamos todo los acuerdos políticos".

Al Fatah —la facción de Arafat dentro de la OLP— estuvo implicada en numerosos ataques armados contra civiles, tanto en Israel como en el extranjero, incluyendo la masacre de los Juegos Olímpicos de Munich de 1972 y el secuestro en 1985 del crucero Achille Lauro. Mantuvo además estrechos lazos personales con dictadores como Saddam Hussein e Idi Amin.

Arafat reconoció a Israel en 1988 y firmó varios acuerdos de paz, incluyendo los Acuerdos de Oslo de 1993, por los que compartió el Nobel con Simon Peres e Isaac Rabin. Pero rechazó el tratado propuesto en la Cumbre de Camp David de 2000, suscitando interrogantes sobre si en realidad estuvo alguna vez interesado en alcanzar la paz. Muchos creen que durante los últimos años de su vida ayudó a planear la Segunda Intifada, un violento levantamiento contra la ocupación israelí.

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HENRY KISSINGER

1973

Lo ganó por: Negociar los Acuerdos de Paz de París.

Por qué fue una mala decisión: El premio de 1973 fue uno de los más controvertidos de la historia, e incluso dos miembros del Comité de los Nobel dimitieron como protesta. Le Duc Tho, que recibió el galardón junto a Kissinger, declinó el honor con el argumento de que en Vietnam no se había logrado todavía la paz. En cualquier caso, los acuerdos tuvieron pocas consecuencias prácticas en la guerra. El alto el fuego se rompió continuamente y los combates no terminaron hasta que las fuerzas de Vietnam del Norte invadieron Saigón en 1975.

Kissinger fue un actor clave en algunas de las mas polémicas acciones de Estados Unidos durante la época de la guerra fría.

Como asesor de seguridad de Richard Nixon apoyó la campaña encubierta de bombardeos estadounidenses en Camboya, a la que muchos acusan de ser la causa del ascenso del genocida régimen de los Jemeres Rojos. Respaldó golpes militares contra gobiernos de izquierdas en Chile y Argentina. En una grabación de la época de Nixon en la Casa Blanca recientemente difundida, Kissinger, que de niño tuvo que huir de la persecución nazi en Alemania, argumentaba contra la presión a los líderes soviéticos por su tratamiento de los judíos, diciendo: "Si en la Unión Soviética meten a los judíos en cámaras de gas, eso no es un problema de Estados Unidos".

Kissinger se ha apuntado también algunas victorias diplomáticas notables —su papel en la negociación del fin de la guerra del Yom Kippur, por ejemplo— pero incluso aunque uno no comparta la valoración de quienes creen que éste debería ser juzgado por crímenes de guerra, su historial como trabajador por la paz es decididamente desigual.

WOODROW WILSON

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1919

Lo ganó por: Ayudar a fundar la Liga de Naciones.

Por qué fue una mala decisión: Wilson hizo campaña en 1916 bajo el eslogan “Él nos mantuvo al margen de la guerra”, y un año después metió a Estados Unidos en el conflicto. Y en lo que se refiere a la Liga de Naciones, su logro más señalado, Wilson no fue capaz de lograr la aprobación para la organización en su propio país, ni tampoco pudo prevenir una guerra mundial aún más brutal que la que condujo a su creación.

Roosevelt y Wilson fueron rivales políticos a lo largo de toda su carrera, pero Wilson siguió el ejemplo de su predecesor en América Latina lanzando intervenciones en México, Cuba, Panamá, Nicaragua, Haití y República Dominicana. Incluso ordenó una poco recordada intervención militar estadounidense en Rusia tras la Revolución Bolchevique.

En su propio país, no se puede decir que Wilson fuera una voz a favor de la justicia social. Durante su mandato, el Congreso aprobó una ley que prohibía el matrimonio interracial en el Distrito de Colombia (Washington D.C.) y el propio Wilson ordenó la segregación de varias agencias federales. Justificó una nueva política que exigía a los candidatos a empleos federales presentar fotografías, afirmando que la contratación de afroamericanos en el gobierno federal podría causar “fricción”: "Está lo más lejos posible de ser un movimiento contra los negros. Creo sinceramente que es por su propio interés”, dijo.

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THEODORE ROOSEVELT

1906

Lo ganó por: Negociar el fin de la guerra ruso-japonesa de 1905.

Por qué fue una mala decisión: Roosevelt es conocido por su consejo de que los líderes estadounidenses "hablen poco y lleven un gran palo", pero El alce ya estaba metiendo a Estados Unidos en guerras antes incluso de ser elegido presidente. Tras la explosión del buque de guerra Maine el 15 de febrero de 1898, el célebremente belicoso Roosevelt, entonces vicesecretario de la Armada, se aprovechó del hecho de que su jefe estaba fuera de la oficina durante ese día, para ordenar a las fuerzas navales estadounidenses de todo el mundo que se prepararan para combatir, y solicitó al Congreso que autorizara el reclutamiento de soldados —en la práctica poniendo al país en pie de guerra sin el consentimiento del presidente William McKinley—. Cuando finalmente estalló la guerra, Roosevelt dimitió de su cargo para tomar parte personalmente en la lucha como miembro de los Rough Riders, un regimiento de caballería formado por voluntarios.

Llegó después la diplomacia de cañonero: Como presidente, Roosevelt emitió un corolario a la Doctrina Monroe autorizando a EE UU a intervenir con el fin de estabilizar los asuntos económicos de pequeños Estados que eran incapaces de pagar su deuda internacional. El Corolario Roosevelt fue utilizado para justificar posteriores intervenciones estadounidenses.

En su etapa posterior a la presidencia, Roosevelt fue un destacado defensor de la implicación de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.

EL DESPERTAR DE UN NUEVO ARABISMO




Cauto y minucioso, Eugene Rogan se refiere una y otra vez a 2011, el año de la Primavera Árabe, el que vio resurgir un sentimiento colectivo de indignación ante una prolongada anomalía histórica, con el convencimiento de que esta fecha ha pasado ya con todo merecimiento a la historia. A juicio del director del Centro de Estudios de Oriente Medio del Saint Antony’s College de la Universidad de Oxford y autor del celebrado ensayo Los árabes. Del imperio otomano a la actualidad, el deseo colectivo de la sociedad por hacer que su voluntad sea, al fin, tenida en cuenta prevalecerá sobre las fórmulas más reaccionarias de pensamiento y de organización política en el futuro.

AFP/Getty Images

FP en español. ¿Cambiará la Primavera Árabe las relaciones del mundo árabe con Israel?

Eugene Rogan. Sin duda los cambios ocurridos desde el comienzo de la Primavera Árabe transformarán las relaciones del mundo árabe con Israel. La pregunta es si la emergencia de nuevos gobiernos va a marcar un gran avance en estas relaciones o si, por el contrario, aumentará las tensiones. Aunque Israel mantiene relaciones pacíficas con Egipto y Jordania, la gran dificultad estriba en que en ninguno de estos países existe un apoyo social sustancial a la misma. Ambos disfrutan con Israel de una paz basada en el pragmatismo, en los buenos negocios. Por el contrario, la actuación de Israel, por ejemplo, expandiéndose sobre territorios palestinos o llevando a cabo respuestas desproporcionadas en Gaza o el Líbano, tiene malas consecuencias y crea tensiones en la región. Cuando esto ocurre, las demandas de los ciudadanos árabes sobre la necesidad de revisar las relaciones con Israel ejercen una presión real en los Gobiernos de Jordania y Egipto. Si quieren preservar sus relaciones con Israel, tendrán que mostrar al resto del mundo, especialmente el Egipto postrevolucionario, que son estables y propicios para los negocios.

Pero no es fácil. Vimos después de la incursión israelí en Egipto que costó la vida a tres soldados una manifestación de indignación popular que causó el ataque en la Embajada de Israel en El Cairo. La otra gran pregunta en estos momentos es saber si Israel será presionado lo suficiente como para tomar medidas que ayuden a resolver sus diferencias con los palestinos. Únicamente llegando a una solución que pase por la existencia de dos Estados puede Israel salir de su aislamiento. Israel ya no puede confiar en los mismos dictadores para preservar el status quo después de la Primavera Árabe, que ha abierto nuevas posibilidades. Pero no hemos visto hasta ahora ninguna señal de liderazgo creativo para hacer que los israelíes y palestinos den pasos serios hacia las negociaciones.

FP. ¿Son inmunes las monarquías del Golfo a las protestas populares?

E.R. Las monarquías del Golfo están abocadas asumir que su población les exigirá reformas. Hemos visto protestas en Marruecos y Jordania. También en países ricos en petróleo como Omán y los intentos en Arabia Saudí. Y más significativamente en Barhéin. Los países ricos en petróleo del Golfo, especialmente Arabia Saudí, están muy preocupados por dos razones: la primera es que el cambio revolucionario rápido acabe con las autocracias del mundo árabe. De que vayan más rápido y más lejos de lo que los regímenes sean capaces de controlar. La segunda preocupación estriba en que la inestabilidad en la región sea explotada por Irán. Y están muy atentos por los objetivos de Teherán en Irak, Barhéin, Siria y Líbano. La saudí, que es la monarquía más poderosa, ha empezado a desconfiar de EE UU como garante del status quo. Y están comenzando a hacer su propia política exterior para afrontar las amenazas que se ciernen sobre las monarquías. Los saudíes aplastaron la revuelta popular en Barhéin sin considerar en forma alguna las manifestaciones populares. Además, han gastado 1.000 millones de dólares en subir los sueldos y crear más puestos de trabajo: es una respuesta elocuente. También han animado a Omán a que siga este ejemplo para evitar revueltas. Pero incluso aún es más significativa la invitación a Marruecos y Jordania a que se integren en el Consejo de Cooperación de Golfo, que sólo puede interpretarse como una reacción a lo que está pasando y como una manera de forzar a estos dos países, que están muy lejos del Golfo, a que no se embarquen en un proceso reformista.

FP. ¿Se ha debilitado el yihadismo después de la Primavera Árabe?

E.R. Las revoluciones de 2011 han demostrado que el yihadismo es un movimiento muy marginal. Es sorprendente lo poco que los manifestantes se han referido a la yihad. Su pretensión ha sido esencialmente la del cambio de régimen, el fin de una era. Ellos están logrando con manifestaciones pacíficas lo que el yihadismo ha sido incapaz de lograr con métodos violentos, que es el aislamiento y el retroceso de la región. La mayor diferencia entre los movimientos de la Primavera Árabe y el yihadismo es que las protestas pacíficas están dando voz y poder al conjunto de la población. Por el contrario, las tácticas yihadistas son excluyentes: un grupo de gente muy comprometida, muy pocos numéricamente en la sociedad, para desarrollar sus mesiánicos objetivos. Sus tácticas y objetivos eran extraordinariamente minoritarios. Las revueltas de 2011 han demostrado que el objetivo yihadista de llegar, con su mensaje, a la mayor parte de la sociedad es ilusorio. La gente estaba tan convencida de liberarse del mensaje tenebroso de los yihadistas como del yugo de los autócratas que los gobernaban. No veo que el yihadismo pueda recuperar el terreno perdido desde que comenzaran las revoluciones. No ha habido un simple acto de venganza pública en el nombre de Osama Bin Laden, que ha tenido muy poco impacto.

FP: ¿De qué forma Occidente debería implicarse en los procesos de cambio abiertos en la región?

E.R. Libia ha asustado a los poderes occidentales sobre la posibilidad de actuar militarmente en la región. Británicos y franceses concluyeron que una demostración de fuerte apoyo militar a los rebeldes en Bengazhi contribuiría al colapso final del régimen de Gadafi. Con la conquista de Trípoli y la expulsión de Gaddafi los líderes de estos países salieron rápidamente a cantar victoria. Pero hay muchas dudas sobre cómo puede acabar la situación. Los líderes de los países ricos son reticentes de comprometerse de otra forma que no sea económica con la región. Precisamente lo que está motivando a la gente a manifestarse es la necesidad económica, además de la voluntad de exigir mayor control a la acción de gobierno: falta de trabajos y viviendas y la enorme indignación que genera la corrupción. Los países occidentales pueden jugar un papel importante rebajando la carga de deuda que arrastran los Estados árabes. Yemen, el país más pobre, va a sufrir grandes problemas económicos y necesitará ayuda para no convertirse en un Estado fallido.

Occidente y EE UU en particular tienen que ser cautos y no mostrarse demasiado activos a la hora de moldear el futuro de la región

Pienso que si hay un papel reservado para los países occidentales será el de asistir económicamente a los nuevos gobiernos, ofrecer apoyo técnico, tal vez supervisar elecciones... Occidente y EE UU en particular tienen que ser cautos y no mostrarse demasiado activos a la hora de moldear el futuro de la región. En muchas maneras el intervencionismo destinado a imponer la democracia la ha deslegitimado en la región. El concepto democracia ha sido considerado sinónimo de dominación occidental durante mucho tiempo en las mentes de los árabes. Muchos vieron que las llamadas de George W. Bush a la democratización tras la Guerra de Irak como una manifestación de cinismo; una excusa para justificar la presencia y el control de EE UU en la zona.

FP. ¿Descarta incluso una intervención en Siria tal como están las cosas?

E.R. Por el momento, una intervención allí está bloqueada esencialmente por Rusia en estos momentos, que vetaría una resolución en Naciones Unidas. Moscú y Damasco tienen unas relaciones con amplia historia. Si se diera el caso y acabara habiendo una intervención en Siria veo más probable que llegue a través de la ONU para proteger a población o favorecer una transición pacífica que de la OTAN. Una intervención militar sería considerada como un cambio de régimen y no como una operación para proteger a la población civil. Tal como están las cosas, Rusia y China impedirán incluso un papel activo de Naciones Unidas. Y, francamente, el mayor obstáculo a esta intervención es que Europa y EE UU no tienen en estos momentos ni la voluntad política ni los medios financieros para llevar a cabo intervenciones de gran alcance en estos momentos. Lo que destaca los casos de Túnez y Egipto y los convierte en modelos es que se ha producido gracias a un movimiento de protesta gracias a actores políticos domésticos sin participación extranjera.

FP. ¿El panarabismo como idea ha salido reforzado o debilitado de la Primavera Árabe?

E.R. La Primavera Árabe ha sido más importante para el arabismo de lo que podríamos haber pensado a priori. El panarabismo fue una respuesta de indignación por la fragmentación colonial de la región en pequeños países tras la Segunda Guerra Mundial, un movimiento nacionalista que aspiraba a la unidad de la región, logró mucho apoyo popular durante los 50 y 60. Promovían la idea poderosa de acción árabe común para combatir regímenes conservadores. Fueron legítimas y dominantes hasta que 1967 vimos que no había espacio para esta acción conjunta. Con las revoluciones de 2011 no ha habido una resurrección del nacionalismo árabe, que ya era percibido como una reliquia ideológica del pasado. Ni la perspectiva de un cambio en elstatus quo nacional: todos actúan como ciudadanos de sus propios países. Sin embargo, sí hemos visto una tremenda influencia de lo que hacen los árabes de unos países en lo que hacen los árabes de otros. Ése es el nuevo arabismo de 2011. Lo que hicieron los tunecinos excitó tremendamente las esperanzas de saudíes o magrebíes. Si puede pasar en Túnez, puede pasar en cualquier sitio, pensaron. Ello contrasta con cómo los árabes respondieron a los cambios ocurridos en Europa del Este en 1989, que les resultó algo de otro planeta, irrelevante.

La revolución de 2011 les ha proporcionado un lenguaje, lemas y técnicas comunes. Todos los activistas se comunicaban mandándoles la información a cadenas de televisión por satélite, como Al Jazeera. En resumen, no podemos hablar de panarabismo, pero sí de un nuevo arabismo. Todos los árabes miran ahora hasta dónde están llegando los demás. El país que alcance mayores niveles de cambio, va a representar un auténtico hito para el resto. No me imagino a los saudíes aceptando una monarquía autocrática mucho tiempo cuando otros estén alcanzando unos niveles de democracia mayor. En breve: es un movimiento de árabes y para árabes.

FP. ¿Piensa que la sharia será relevante en los nuevos Estados? ¿Qué papel tendrá el islamismo en las elecciones que se celebrarán próximamente en Egipto, Túnez o Marruecos?

E.R. No veo que ninguno de los países revolucionarios vaya a transformar sus sistemas legales de acuerdo con la sharia. Los sistemas legales de los países árabes son ampliamente seculares, significando esto que está separado de la esfera religiosa, no contrario a ésta. Es cierto que el islam juega un papel importante como fuente de inspiración para la ley. Incluso los partidos islamistas, en su interés por proteger su derecho a seguir implicados en el proceso político abierto y en una muestra de sensibilidad, no buscan implementar lasharia o crear Estados islámicos. Las revoluciones de 2011 han demostrado que los lemas han sido mayoritariamente políticos. Hasta ahora podrías decir que los movimientos de la oposición más organizados eran los islamistas, pero ahora hay numerosos actores seculares, desorganizados, con bases mucho más amplias. Y no creo que estén de acuerdo en pasar de autocracias a ver cómo el control llega a manos de los clérigos. Aunque esto podría cambiar luego; no puedo asegurar nada. Pero no la veo como una de las consecuencias evidentes de los cambios de este 2011. La reforma de los sistemas legales avanzarán, en cambio, hacia el desmantelamiento de los resortes del autoritarismo de los mismos.

Los islamistas no querrán dominar el panorama político, aunque sí tener un papel importante en los nuevos Gobiernos

No he estado en ninguno de los países donde han triunfado las revoluciones aún y lo cierto es que los medios de comunicación en Occidente no ocultan sus miedos a que los islamistas se vayan a hacer con el control. Lo que vemos es que en Marruecos, Egipto o Túnez, partidos como Justicia y Caridad, Hermanos Musulmanes o Ennahda, son los mejor organizados. Pero hay un nuevo grupo de partidos en plena gestación que reflejan las nuevas ideas emergentes y han partido desde cero en Egipto y Túnez. Son los que en los periódicos aseguran que los islamistas van a barrer. Los sondeos aseguran que desde el 25 al 60%, pero esa es una horquilla muy amplia. Gane el que gane va a estar en una situación complicadísima. Los objetivos que tendrán que afrontar los nuevos gobiernos marcados son arduos: empleo, trabajos. Todo indica que los islamistas querrán tener un papel importante, pero no van a querer dominar el sistema político. Saben que, de no conseguir los objetivos que gran parte de la sociedad anhela, el nivel de decepción va a ser muy alto. Por ello, todo me hace pensar que los islamistas no querrán dominar el panorama político, aunque sí tener un papel importante en los nuevos Gobiernos.

Por otra parte, los Hermanos Musulmanes en Egipto no están tan fuertes como podría pensarse: las revoluciones de 2011 los dividieron generacionalmente entre una juventud organizada en torno a las nuevas redes sociales y comprometidas desde el principio con la revuelta y la jerarquía veterana. En los últimos meses, ha habido divisiones sobre si el movimiento debe implicarse en política o mantenerse al margen como un movimiento social. Hay tensiones: un Partido que representa a los Hermanos y que presentará candidatos a las elecciones a pesar de que oficialmente el movimiento no está de acuerdo con esta decisión. Creo que saldrán de los comicios con mayores divisiones, que se harán más evidentes. Las tensiones de la Primavera Árabe también se han hecho notar en la fuerza más sólida y monolítica de Egipto. Y que tendrán una presencia parlamentaria grande.

FP. ¿En qué medida el poder del Ejército y las élites van a seguir dominando los procesos democráticos?

E.R. En Túnez el Ejército tiene una tradición de permanecer fuera de la política. Y sus líderes nunca procedieron de aquél, como el fundador del país, Burguiba. Ben Alí era un policía, no un militar; venía del ministerio del Interior. En Siria, por ejemplo el Ejército está ampliamente dominado por un cuerpo de oficiales alauitas que pertenece a la minoría étnica del país, la misma del presidente. Lo que fragmenta al Ejército sirio hoy es que sus componentes son mayoritariamente suníes y no se sienten a gusto disparando a gente de su propia confesión. En Libia y Yemen hemos visto una fractura en el Ejército, con una parte leal al régimen y otra rebelde, que se acaba convirtiendo en una guerra civil entre un Ejército dividido. Es difícil saber si en Libia la nueva Administración será más o menos dependiente de los militares o si estos jugarán un papel activo en la política, considerando que los rebeldes ganaron la guerra a los leales al régimen de Gaddafi.

A medida en que se avance en la democratización de los nuevos Estados el papel de los militares será más cuestionado, aunque variará de un país a otro. En aquellos lugares en los que el monopolio del uso de la violencia del Ejército está siendo sometido a profundos desafíos es factible que los militares sigan teniendo un poder fuerte. Pero conocer lo que ocurrirá con exactitud es impredecible en estos momentos.

FP. ¿Las revueltas de 2011 agudizarán las divisiones entre chiíes y suníes?

E.R. Muchos observadores, especialmente desde el Golfo, piensan que Irán está instigando la inestabilidad en la región y que está siendo el beneficiario del debilitamiento de los gobiernos árabes. Y que está emergiendo un bloque chií enfrentado a los países musulmanes suníes. Creo, como analista occidental, que están equivocados. La prensa dice que Irán está instigando a los chiíes en Barhéin y Arabia Saudí, que controla Irak –causa perdida– así como que es altamente influyente en Líbano, Siria y Hamas en Gaza. Estos miedos justificaron la intervención saudíes en Barhéin, que vieron como un intento de llevar una república islámica a este pequeño país. Sin embargo los ciudadanos de Barhéin que participaron en las manifestaciones ondeaban su bandera; eran sólo eso, barheiníes. No puedo afirmar que Irán no tuvo nada que ver ni que hubiera agentes de este país en las filas de los rebeldes, pero no hay ninguna evidencia que permita afirmarlo. Si condenas a la gente o desprecias sus demandas conduces el movimiento de protesta hacia los brazos de Irán. El momento en el que el gobierno de este país se niega a escuchar a sus propios ciudadanos ya es negativo, pero cuando los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí envían tropas para aplastar la revuelta estás diciendo que el Consejo de Cooperación del Golfo considera a los chiíes de Barhéin, la mayoría, como extraños en su territorio. Traicionados por sus hermanos árabes y por sus gobiernos, ¿si les dicen que son agentes de Irán, a quienes van a buscar para pedir apoyo? Lo normal es buscar ayuda al que te haga caso. Están creando el problema que dicen combatir. Temo que Occidente y EE UU en particular ha traicionado las demandas legítimas de la población de Barhéin.

En Arabia Saudí hay temores grandes, especialmente derivados de la experiencia de 1979, por la proximidad de Barhéin a las provincias del Este. Piensan que el hecho de que los chiíes del pequeño país árabe puedan lograr reformas por medios revolucionarios podrían desencadenar un conflicto a tres bandas con Irán supondría una seria amenaza para las monarquías del Golfo. Justamente donde está el petróleo. No veo que Irán, sin ser arrogante, no creo que vaya a protagonizar ningún enfrentamiento de civilizaciones. Y los que la argumentan están dando más poder a Irán del que merece: un país aislado, Estado fallido y con una gran contestación interna. Pero pueden escapárseme muchos datos y estar equivocado.

FP. ¿Cree que el modelo turco es válido para el mundo árabe? ¿Se convertirá Turquía en un líder regional?

E.R. No hay modelo turco que puede ser exportado a ninguna parte. Hay dos países que se barajan como tales: Irán y Turquía. Creo que el temor de que las elecciones den la victoria al islamismo y que éste amenace con crear regímenes extremistas enemigos de Occidente es un planteamiento equivocado. La revolución islámica de Irán ha perdido todo atractivo: los árabes ven que es un país aislado gobernado por fanáticos. El ejemplo turco es por el que la gente en Túnez y Egipto ha manifestado un tremendo entusiasmo. Su primer ministro Erdogan es un líder fuerte, de un partido islamista moderado. Entretanto, Turquía emerge como un poder mundial emergente –al nivel de los BRICS, como poder global. Occidente ve a Turquía como un creciente apoyo al mundo árabe y protagonista de una política cada vez más antiisraelí. Por todo ello, Turquía es muy popular entre los árabes. La economía turca es una de las 15 más fuertes del mundo y desafía al mundo y la crisis. Fuerte económicamente. Todo eso a través de un proceso democrático y con un Gobierno fuerte. Y gracias a un Ejército que ha sido capaz de confinar al islam en la esfera privada. Por otra parte, las condiciones que explican la emergencia del AKP son diferentes de las del mundo árabe y tal vez sean irrepetibles en él: en parte hay que buscar las razones en el carisma personal de Erdogan.

Sin embargo, no hay equivalente en Libia y Túnez o Egipto en este momento al caso turco: todo lo contrario. Allí son bastante cautos a la hora de permitir la emergencia de un líder personal. No quieren un nuevo hombre fuerte. La cuestión pendiente es si los nuevos gobiernos podrán limitar el poder del Ejército, como Turquía logró no antes de los 90. Y eso costará tiempo. El éxito de Erdogan es una inspiración, pero no creo que vaya a haber recreaciones del modelo tuco. Cada país tendrá que lidiar con sus propias particularidades.