viernes, 4 de noviembre de 2011

Una nueva flotilla ya está rumbo a Gaza


Una lancha rápida escolta al buque turco Mavi Mármara, tomado por las tropas israelíes a bordo, en mayo de 2010. / FRANCE PRESSE


Decenas de jóvenes se congregaban a mediodía en la plaza Al Manara en Ramala, capital administrativa de Cisjordania, para exigir la protección de una nueva flotilla y pedir el fin del bloqueo terrestre, naval y aéreo a la Franja. Otra concentración simultánea estaba prevista en la Franja de Gaza pero el movimiento islamista Hamás, en el poder desde 2007, lo ha impedido poco antes de que empezara argumentando la falta de los permisos necesarios por parte de los organizadores “No entendemos por qué no nos han dejado”, dice en conversación telefónica Rana Baker, una de las portavoces de la manifestación. “Para nosotros es muy simbólico. Es la primera vez que alguien de dentro de Israel, un palestino de Haifa, viaja como parte de la tripulación”, añade esta estudiante de 20 años, entusiasta a la hora de promocionar la campaña “Freedom Waves” (Oleadas de Libertad) el mismo nombre bajo el que se ha bautizado a esta última flotilla.

La nueva Flotilla a Gaza, partió ayer del puerto de Fethiye, en el sur Turquía, tras ser denegada la salida desde la isla griega de Rodas. Así lo confirmó esta mañana el ministerio de Exteriores, quien aseguró que ninguno de los 27 activistas es turco y que ninguno de los barcos tiene bandera turca.

Ankara es extremadamente cautelosa con este tema desde que en 2010, nueve activistas turcos murieran en el asalto israelí al Mavi Mármara, de bandera turca. Este pasado verano, el gobierno de Erdogan impidió la salida de una segunda “Flotilla de la Libertad”. Con la excusa de fallos técnicos, el Mavi Mármara, buque insignia donde murieron los activistas, se quedó anclado en el Puerto de Oro, donde todavía permanece.

A bordo del Tahrir (canadiense) y del Saoirse (irlandés) viajan además activistas de Australia, Canadá o Estados Unidos, entre otros países, junto a periodistas de la cadena panárabe Al Yazira y de la plataforma de noticias norteamericana “Democracy Now”. También participan varios miembros del Parlamento irlandés. Como carga figuran centenares de kilos de medicamentos y cartas de apoyo para el más de millón y medio de gazatíes que viven bajo el bloqueo israelí en la Franja de Gaza.

Allí, Sami Abu Auhri, uno de los portavoces de Hamás, decía en las horas previas a las concentraciones que agradecía a los activistas su esfuerzo por romper el bloqueo y ha calificado de “acto de piratería” la amenaza israelí de impedir la llegada de los barcos, según recoge Reuters. Por su parte, una portavoz del ejército israelí aseguraba anoche a través de las redes sociales que “Israel ha terminado los preparativos necesarios para evitar que los barcos lleguen a la Franja de Gaza”. La salida de los dos buques, realizada en secreto por temor a sufrir nuevos sabotajes (los mismos que en julio impidieron la salida desde Grecia de los buques de la “Flotilla2”) se producía el miércoles. A estas horas, la nueva flotilla se encuentra en aguas internacionales del mediterráneo, al suroeste de la isla de Chipre. “No pararemos hasta conseguir una Palestina Libre”, aseguran los portavoces del Tahrir, en la cuenta oficial que han abierto en Twitter.

Este nuevo intento se produce casi un año y medio después del asalto israelí al barco turco Mavi Mármara, el buque principal de la primera flotilla, conocida como “De la Libertad” que se saldó con la muerte de nueve activistas turcos y el posterior enfriamiento de las relaciones entre Israel y Turquía.

¿Hemos entrado en una nueva era?


La disminución del peso del dólar, la desintegración de los sueños europeos, la carrera armamentística en Asia y la parálisis de la ONU son indicadores de cambio que anuncian que hemos cruzado una línea divisoria histórica


Un parteaguas es una línea divisoria de aguas, un límite entre dos zonas en las que las aguas caen en direcciones opuestas. La palabra puede emplearse también para describir un fenómeno histórico y político: un hito, un momento trascendental, el instante en el que las actividades y circunstancias humanas atraviesan la línea divisoria que separa una época de la siguiente. Mientras ocurre, son muy pocos los contemporáneos que se dan cuenta de que han entrado en una nueva era, a no ser, claro está, que el mundo esté saliendo de una guerra cataclísmica, como las de Napoleón o la II Guerra Mundial. Pero esas transformaciones históricas tan bruscas no son el objeto de este artículo. Lo que nos interesa aquí es la lenta acumulación de fuerzas transformadoras, en su mayor parte invisibles, casi siempre impredecibles, que, tarde o temprano, acaban convirtiendo una época en otra distinta. Nadie que viviera en 1480 podía reconocer el mundo de 1530, 50 años después; un mundo de naciones-estado, la ruptura de la cristiandad, la expansión europea hacia Asia y las Américas, la revolución de Gutenberg en las comunicaciones. Tal vez fue la mayor línea divisoria histórica de todos los tiempos, al menos en Occidente.

Existen otros ejemplos, por supuesto. Cualquiera que viviera en Inglaterra en 1750, antes de que se generalizase el uso de la máquina de vapor, se habría quedado estupefacto al ver sus usos 50 años después: ¡había llegado la Revolución Industrial! En ocasiones, las transformaciones entre una era y otra son incluso más rápidas, como ocurrió con el épico periodo entre 1919 y 1939. A principios de los años treinta, la democracia estaba desgastada, y la economía mundial, en descomposición, pero ¿quién podía imaginar que eso iba a desembocar en guerra y holocaustos?

¿Y qué ocurre hoy? Muchos periodistas y expertos en tecnología destacan con entusiasmo la actual revolución en las telecomunicaciones —teléfonos móviles, iPad y otros artilugios— y sus consecuencias para los Estados y los pueblos, para las autoridades tradicionales y los nuevos movimientos de liberación. De ello hay pruebas evidentes, por ejemplo, en todo Oriente Próximo e incluso en el movimiento Occupy Wall Street, aunque habría que preguntarse si alguno de los profetas de las altas tecnologías que proclaman la nueva era en la política internacional se ha molestado jamás en estudiar las repercusiones de la imprenta de Gutenberg o las charlas radiofónicas de Roosevelt que oían decenas de millones de estadounidenses en los inquietantes años treinta y primeros cuarenta del siglo pasado.

Cada era está fascinada por sus propias revoluciones tecnológicas, de modo que voy a centrarme en algo bastante distinto: los indicadores de cambio que señalan que estamos acercándonos —o tal vez incluso las hayamos cruzado— a ciertas líneas divisorias históricas en el duro mundo de la economía y la política.

Ya no resulta

fantasioso imaginar

un mundo con tres grandes divisas de reserva: dólar,

euro y yuan

El primer indicador es la erosión constante del dólar estadounidense como divisa única o dominante de reserva en el mundo. Quedaron atrás los tiempos en los que el 85% o más de las reservas de divisas internacionales consistían en billetes verdes; las estadísticas fluctúan enormemente, pero la cifra actual se aproxima más al 60%. Pese a los problemas económicos de Europa e incluso China, ya no resulta fantasioso imaginar un mundo en el que haya tres grandes divisas de reserva —el dólar, el euro y el yuan—, con algunas alternativas menores como la libra esterlina, el franco suizo y el yen japonés. La idea de que la gente va a seguir acudiendo al dólar como “refugio” no se sostiene al ver que el país está cada vez más endeudado con acreedores extranjeros. Ahora bien, un mundo con varias divisas de reserva, ¿ofrecerá más o menos estabilidad financiera?

La segunda transformación es la erosión y la parálisis del proyecto europeo, es decir, el sueño de Jean Monnet y Robert Schuman de que las heterogéneas naciones-Estado de Europa se unieran en un firme proceso de integración comercial y fiscal, primero, y luego mediante una serie de compromisos serios e irreversibles de trabajar para un continente políticamente unido. Las instituciones encargadas de hacer realidad ese sueño —el Parlamento Europeo, la Comisión, el Tribunal de Justicia— ya existen, pero la voluntad política de darles auténtica vida se ha desvanecido, tristemente debilitada por el mero hecho de que unas políticas fiscales nacionales muy diferentes son incompatibles con la divisa europea común. Para decirlo claro, Alemania y Grecia, con sus respectivos historiales presupuestarios, no pueden ir juntas hacia unos Estados Unidos de Europa; pero nadie parece tener la respuesta a esta dicotomía, salvo para empapelar las grietas con más eurobonos y préstamos del FMI.

En otras palabras, los europeos no tienen ni el tiempo, ni la energía, ni los recursos para dedicarse a nada que no sean sus propios problemas. Eso significa que existen muy pocos observadores en el continente que hayan estudiado la que podría ser la tercera gran transformación de nuestros días: la enorme carrera de armamentos que está desarrollándose en la mayor parte del este y el sur de Asia. Mientras los Ejércitos europeos están convirtiéndose en una especie de gendarmerías locales, los Gobiernos asiáticos están construyendo armadas para navegar en aguas profundas y nuevas bases militares, adquiriendo aviones cada vez más avanzados y probando misiles de alcance cada vez mayor. Los escasos debates que hay se centran en el refuerzo militar de China, pero mucho menos en el hecho de que Japón, Corea del Sur, Indonesia, India e incluso Australia están imitando su ejemplo. Si la desaceleración del crecimiento económico, los daños al medio ambiente y el desgaste del tejido social en China empujan a sus futuros dirigentes a hacer demostraciones de fuerza en el extranjero —por ahora, la verdad, sus líderes son muy cautelosos—, sus vecinos están preparándose para responder con firmeza. ¿Alguien en Bruselas sabe —o le importa— que 500 años de historia, que representan el mundo de 1500, están a punto de terminarse? Asia se dispone a dar un paso al frente en el escenario, mientras que Europa se convierte en un coro distante. ¿No será este fenómeno, para los historiadores futuros, otra línea divisoria de inmensa importancia en los asuntos internacionales?

Asia da un paso al frente en el escenario, mientras Europa se convierte en un coro distante

El cuarto cambio es, por desgracia, la lenta, firme y creciente decrepitud deNaciones Unidas, en especial de su órgano más importante, el Consejo de Seguridad. La Carta de la ONU se redactó con sumo cuidado para ayudar a que la familia de las naciones disfrutara de paz y prosperidad después de los terribles males del periodo 1937-1945. Pero la Carta era un riesgo calculado: al reconocer que las grandes potencias de 1945 tenían derecho a que se les concediera un papel desproporcionado (como el veto y el sitio permanente en el Consejo), los redactores, sin embargo, confiaban en que los cinco Gobiernos supieran trabajar juntos para hacer realidad los altos ideales de la institución mundial. La guerra fría echó por tierra esas esperanzas, y la caída de la URSS las revivió, pero ahora están volviendo a desaparecer por el cínico abuso del poder de veto. Cuando China y Rusia vetan cualquier medida para impedir que el repugnante régimen sirio de El Assad siga matando a sus propios ciudadanos, y cuando Estados Unidos veta cualquier resolución para detener el avance de Israel en tierras palestinas, la organización mundial pierde su razón de ser. Y da la impresión de que a Moscú, Pekín y Washington les parece bien.

Hemos visto la disminución del peso del dólar, la desintegración de los sueños europeos, la carrera armamentística en Asia y la parálisis del Consejo de Seguridad de la ONU cada vez que se amenaza con un veto; ¿acaso no indican todas estas cosas que estamos entrando en terreno desconocido, en un mundo agitado, y que, en comparación con él, la visible alegría de los clientes que salen de una tienda Apple con un dispositivo nuevo resulta, no sé, tonta y sin importancia? Es como si estuviéramos de nuevo en 1500, saliendo de la Edad Media hacia el mundo moderno, cuando las multitudes se maravillaban ante cualquier arco nuevo, más grande y más poderoso. ¿No deberíamos tomarnos nuestro mundo un poco más en serio?


La fiebre del petróleo americano que puede cambiar el mundo


La extracción de crudo arenoso en Canadá se ha vuelto rentable gracias a nuevas tecnologías.

El remoto y despoblado estado de Dakota del Norte, en la frontera estadounidense con Canadá, es uno de los escenarios de lo que algunos expertos consideran una revolución que determinará la economía y la política durante las próximas décadas.

Gracias a nuevas técnicas de extracción, las petroleras están aprovechando un crudo que hasta hace poco era inaccesible.

En la formación rocosa Bakken, las perforadoras avanzan hasta una profundidad de tres kilómetros para luego excavar lateralmente y llegar a rocas de pizarra cargadas de petróleo. Al inyectar en ellas agua o arena a alta presión, se fracturan y el crudo acaba liberándose.

Este método ha permitido que la producción haya despegado desde la exigua cifra de 10.000 barriles al día de hace ocho años hasta rozar en los últimos días el medio millón.

Los ejecutivos de la industria predicen que en cinco años más podrían extraer un millón y medio de barriles, -más de la mitad de lo que produce diariamente Venezuela- y están aplicando la misma técnica en formaciones rocosas similares en el resto del país para obtener gas natural, además de petróleo.

Esta repentina bonanza ha contribuido a reducir la dependencia estadounidense del petróleo de otros países: hace dos años, EE.UU. compraba al resto del mundo dos tercios del crudo que consumía y ahora importa menos de la mitad.

RESERVAS EN AMÉRICA

Petróleo (en miles de millones de barriles)

Venezuela: 211 (2º del mundo)

Canadá: 175 (3º)

Estados Unidos: 20(13º)

Brasil: 13 (15º)

Fuente: Amnistración de Información de la Energía de EE.UU.

Los más optimistas pronostican que el país tiene por fin a su alcance la ansiada independencia energética, un objetivo nacional desde la presidencia de Richard Nixon (1969-1973), cuando el mundo occidental fue plenamente consciente de su excesiva dependencia de Medio Oriente.

De hecho, el banco Goldman Sachs predijo en septiembre que EE.UU. superará en 2017 a Arabia Saudita y Rusia como el máximo productor de petróleo y gas natural del mundo.

Pero EE.UU. no es el único país que está experimentando un "boom" petrolero. De Canadá a Argentina, pasando por Brasil y Colombia, el mapa de América se ha poblado en la última década de pozos petroleros.

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La extracción de crudo y gas en todo el continente presenta unas perspectivas prometedoras gracias a diversos adelantos tecnológicos, según los conocedores de la industria.

El cambio se ha venido gestando desde hace años, pero ha sido recientemente, al consolidarse la tendencia, cuando economistas y geoestrategas han comenzado a reflexionar en voz alta sobre las consecuencias que puede tener para el reparto de poder mundial.

¿Decaerá la influencia del Medio Oriente?, ¿Permitirá el petróleo a EE.UU. mantener su hegemonía frente a una China en ascenso pero necesitada de recursos energéticos?, ¿Reorientará EE.UU. sus intereses hacia sus vecinos americanos?

Son varias de las preguntas que han surgido, pero las respuestas muestran por lo general cautela.

Poder del Medio Oriente

"

En los años veinte de este siglo, la capital de la energía volverá a situarse en América, donde estuvo antes del ascenso en los años sesenta de los megaproductores del Medio Oriente"

Amy Myers Jaffe, profesora de la Universidad Rice de Houston.

"Algunos autores han exagerado la repercusión de este fenómeno", responde a BBC Mundo Michael Levi, investigador del neoyorquino Consejo de Relaciones Exteriores.

"Los países del Golfo siguen teniendo poder para cortar el suministro y sacudir los precios", agrega. "La mayor importancia del petróleo americano puede moderar el impacto, pero no cambia el panorama general".

Una opinión contraria es la de Iván Sandrea, presidente de Energy Intelligence, una editorial especializada con sede en Nueva York, quien subraya que se está produciendo un cambio histórico con consecuencias políticas.

Afirma a BBC Mundo que hemos dejado bien atrás la era en que un reducido número de países, agrupado en el cartel de la OPEP dictaba los precios y la cantidad de crudo que suministraba al resto del mundo.

Sandrea prevé que crecerá la importancia geopolítica del continente americano. "Ahora que EE.UU. se va a retirar de Irak y Afganistán debería estar pensando en reconectarse con el resto del continente", opina Sandrea.

"En los años veinte de este siglo, la capital de la energía volverá a situarse en América, donde estuvo antes del ascenso en los años sesenta de los megaproductores del Medio Oriente", escribió en septiembre en la revista Foreign Policy Amy Myers Jaffe, profesora de la Universidad Rice de Houston.

Uno de los expertos en energía más respetados, Daniel Yergin, manifestó este domingo una opinión similar en un extenso artículo enThe Washington Post.

Clientela asegurada

IMPORTACIÓN ESTADOUNIDENSE

(En millones de barriles al día)

1º. Canadá: 2,6

2º. Arabia Saudita: 1,3

3º. México: 1,2

4º. Venezuela: 0,9

5º. Nigeria: 0,9

6º. Irak: 0,6

7º. Rusia: 0,6

8º. Colombia: 0,4

Otros: 3,1

Fuente: Consejo Nacional del Petróleo de EE.UU.

La importación estadounidense de barriles de Arabia Saudita ha venido reduciéndose desde principios de la década. Canadá es ahora el principal vendedor de petróleo a EE.UU., seguido de México.

Un momento simbólico de los nuevos tiempos se produjo en 2009, cuando China sustituyó a EE.UU. como máximo comprador del petróleo saudita.

Otro hecho significativo fue la visita del presidente Barack Obama a Brasil en marzo en la que afirmó que EE.UU. será un cliente principal del petróleo brasileño en los próximos años.

"EE.UU. está muy interesado en el petróleo brasileño por su mayor estabilidad política, en comparación con otros productores de petróleo", explica Mauricio Santoro, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas.

Brasil ha encontrado en la última década grandes reservas de petróleo en aguas profundas y bajo los salares del sur.

Algunas previsiones sitúan la producción brasileña en 2020 en cinco millones de barriles diarios, el doble que la actual de Venezuela y más de la mitad de la producción saudita.

Los grandes exportadores de petróleo tradicionales no van a perder su influencia, según los expertos. "La demanda asiática de energía es muy alta y tienen asegurada la clientela", explica Sandrea.

Además, la OPEP dispone del 79% de las reservas mundiales de petróleo convencional (de fácil extracción).

"Arabia Saudita es una piscina de petróleo", ilustra Edward Morse, economista de Citigroup.

Morse no es tan optimista respecto al potencial petrolero americano porque su extracción sigue siendo más cara: "El hecho de que las petroleras estén intentando extraer crudo en lugares más extremos solo prueba que los recursos convencionales se están agotando".

Alternativas

Pero el panorama de la energía mundial está sujeto a constante evolución y cualquier predicción puede verse alterada por adelantos tecnológicos o sucesos inesperados.

Por ejemplo, el accidente nuclear de Fukushima, en Japón, en marzo supuso que algunos países se deshicieran de sus planes de fomentar esta fuente de energía.

Ambientalistas y expertos en seguridad energética se oponen frontalmente a una "nueva era del petróleo".

Las nuevas técnicas de extracción también han generados la oposición de los ecologistas. En la formación Bakken de Dakota del Norte preocupa la contaminación de las aguas.

Instalación petrolera en Canadá.

Las nuevas técnicas de extracción también han generados la oposición de los ecologistas.

Anne Korin, asesora del Consejo de la Seguridad Energética, organización que promueve alternativas al petróleo en EE.UU., dice que es ilusorio creer que el autoabastecimiento liberará a EE.UU. de las convulsiones en los precios del crudo.

El mercado del petróleo es global, explica, y lo que pase en Irán le afecta a EE.UU. aunque no importe ni una gota de crudo iraní.

La solución, según Korin, es dejar de consumir petróleo. "Hay que orientar el mercado de autos hacia los biocombustibles, como están haciendo otros países", afirma en conversación con BBC Mundo.

La importancia del petróleo para la generación de electricidad se ha reducido desde los setenta. Hoy, solo el 1% de la electricidad estadounidense es generada con petróleo, pero el 97% del transporte aéreo, marino y terrestre en el país se mueve con productos derivados del petróleo.

Por el momento, no hay expectativas de que decaiga la demanda mundial de petróleo ante la fuerte demanda asiática.

De modo que mientras los países no busquen alternativas, según los expertos, el oro negro seguirá generando alianzas, enemistades y conflictos.

"Hasta principios del siglo XIX, la sal ocupó el papel que hoy tiene el petróleo porque era la única manera de conservar los alimentos", explica Korin.

"Los países con reservas de sal tenían un gran poder e incluso se libraron guerras por su control. Pero con la llegada de la refrigeración, la sal se convirtió en un producto más y su valor estratégico desapareció".

jueves, 3 de noviembre de 2011

Estados Unidos se queda sin bazas para frenar a Teherán



Jóvenes vitorean al ayatolá Ali Jamenei en una imagen cedida por el régimen. /HANDOUT (REUTERS)


Pese a la denuncia de un complot respaldado por Irán para asesinar al embajador de Arabia Saudí en Washington y cometer otros actos terroristas, Estados Unidos no ha sido capaz hasta el momento de construir una sólida coalición internacional para tomar represalias contra el régimen islámico. El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, aseguró ayer que su país continúa en su empeño por aislar a Irán y que lo hará “concentrado en los instrumentos de carácter económico”.

La inminente retirada militar de Irak hace más urgente para la Administración norteamericana actuar contra Irán para impedir que ese país intente llenar el vacío que EE UU deja y gane peso como potencia regional. Pero los argumentos esgrimidos hasta ahora por Washington no han sido suficientes como para ganar aliados de cara a la aprobación de nuevas sanciones comerciales en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El Reino Unido se ha sumado a las sanciones unilaterales que en su día tomó EE UU contra ciudadanos iraníes presuntamente implicados en el complot contra el embajador saudí, pero otros países europeos ha reaccionado con más frialdad, y Rusia y China, con fuertes intereses económicos en Irán, se han resistido a castigar al Gobierno de Teherán.

El Gobierno estadounidense nunca ha descartado oficialmente la adopción de represalias militares contra Irán, aunque esta es una posibilidad que actualmente se ve muy remota por razones estratégicas, económicas y políticas. Así pues, Washington se ve por el momento incapaz de responder enérgicamente a la eventual amenaza que puede representar Irán.

El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney. / Susan Walsh (AP)

Esa amenaza podría hacerse más visible en las próximas semanas si, como se espera, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) presenta un informe en el que dé verosimilitud a las sospechas de que el régimen islámico podría estar orientando su programa nuclear hacia propósitos militares. El riesgo de que Irán llegue a poseer armas atómicas representa, obviamente, una preocupación de primer orden para EE UU, y también para Europa y Rusia. Una llamada de atención en ese sentido de parte de la AIEA podría significar un cambio considerable de la actitud actual de la comunidad internacional con Irán.

Pero hay otros factores que EE UU tiene en cuenta y que ayudan a mitigar el sentimiento de alarma. Uno de ellos es la lentitud del desarrollo científico en Irán. Incluso aunque el Gobierno haya optado por la creación de un arsenal nuclear, varios expertos han considerado que no estaría en condiciones creíbles de cumplir ese objetivo antes de dos o tres años. Según ese cálculo, Irán ha perdido acceso al material y los técnicos de otros países que podrían ayudarle a progresar en su programa nacional y, al mismo tiempo, las sanciones que se le han impuesto en los últimos años le han limitado enormemente la capacidad para compensar esa pérdida con productos domésticos.

Por otra parte, el régimen iraní ha dado muestras en los últimos meses de una división interna que reduce su capacidad para actuar de forma decisiva en todos los terrenos. Aunque el programa nuclear es responsabilidad de la autoridad religiosa, que tiene la última palabra en los asuntos más trascendentes, las fricciones recientes con el presidente Mahmud Ahmadineyad han debilitado su respaldo popular para actuar con la agresividad que se requiere para construir una bomba atómica.

Debilitado económicamente y dividido políticamente, Irán es hoy, a juicio de EE UU, un peligro algo inferior a lo que era un par de años atrás. Eso no significa que la Administración norteamericana baje la guardia con Teherán o no sea solidaria con la preocupación de Israel respecto a un eventual Irán nuclearizado.

Al contrario, Irán sigue siendo un problema central de la política exterior de EE UU y, probablemente, lo será aún más en la medida en que Washington se vaya liberando de sus responsabilidades en Irak, Afganistán y en la lucha contra Al Qaeda. Irán permanece como el enemigo exterior más visible que le queda a EE UU, al margen de los grupos terroristas islámicos, y será pues objetivo prioritario de cualquier estrategia de seguridad en el futuro.

Pero una confrontación militar directa con Irán no parece algo que esté, de momento, en los planes de un presidente, como Barack Obama, que trata de construir una política exterior más multilateral y con menor ingrediente militar que la que se siguió en años anteriores. Además, Obama acudirá pronto a las urnas precisamente para tratar de refrendar ese giro.

El Congreso de EE UU sigue confiando en Dios



No es que antes no lo hiciera –sólo hay un ateo en el Capitolio de Washington- , pero ante las dudas, un grupo de congresistas decidió plantear ayer una votación una moción que reafirmase el lema nacionalIn God we trust (En Dios Confiamos) que está grabado en los billetes de curso legal –Dios y dinero- y esculpido en los edificios federales de justicia –Dios y sociedad civil-.

Por 396 votos a favor y 9 en contra, la resolución simbólica planteada por la representante republicana Randy Forbes pasó y Dios seguirá presente en el Congreso, por si alguien lo había olvidado o corría riesgo de. “En tiempos de desafíos o tragedias, el pueblo de Estados Unidos siempre se ha girado hacia Dios como su fuente de sustento, protección, sabiduría, fortaleza y norte”, declaró Forbes.

La legislación estaba patrocinada por 64 miembros del Congreso, entre ellos varios demócratas, como el representante de Oklahoma Dan Boren, el de West Virginia Nick Rahall o el de Arkansas Mike Ross. Pero las voces de descontento del grueso de las filas del Partido Demócrata también se dejaron oír aunque no tuviera luego casi reflejo en la votación. Para el Partido que ahora ocupa la Casa Blanca y domina en el Senado, la propuesta de Forbes “sólo crea un enredo innecesario y excesivo entre Gobierno y religión”.

“Debemos de recordar que EE UU se compone de gente de distinta fe, y de gente que no posee creencias religiosas de ningún tipo, como es su derechos”, alegaron los contrarios a la propuesta. “Que esta legislación salga adelante enviará el mensaje –como la antigua juez del Tribunal Supremo Sandra Day O´Connor predijo en su día- a los americanos de que nuestro Gobierno favorece la religión, y en concreto una religión sobre otras, en clara violación de nuestras leyes”.

Guiño a la base religiosa de los republicanos

Es obvio que la propuesta de Forbes buscaba satisfacer a la base más religiosa del Partido Republicano de cara a las elecciones presidenciales de 2012, propuesta que los demócratas consideran inútil por lo aceptada que está. "Según las últimas informaciones de que disponemos, In God we trust es el lema nacional adoptado por Estados Unidos desde 1956", ironizó Nadeam Elshami, portavoz de Nacy Pelosi, la líder demócrata en la Cámara.

En su defensa, la promotora de la moción insiste en que no vale con que el lema esté escrito en los muros de los edificios federales o las cortes de justicia o los billetes en curso sino que es algo más, son “los cimientos sobre los que nuestra nación se ha construido”. Ahora, tras la aprobación de esa legislación simbólica, los centros educativos y edificios oficiales serán animados a que desplieguen la consigna por sus estancias, advirtiendo a sus ciudadanos de que confían en Dios.

Theodore Roosevelt ya advirtió allá por 1907 de los peligros de mezclar a Dios con el vil metal. “Poner semejante lema en el dinero no sólo no hace bien sino que provoca daños, es irreverente y casi se acerca al sacrilegio”, escribió el presidente.

Reino Unido se prepara para un posible conflicto con Irán



Según la información que publica hoy el diario The Guardian, el gobierno británico está preparándose para apoyar a Estados Unidos en un posible envite contra las instalaciones nucleares de Irán.

De acuerdo con este periódico, que basa su información en fuentes militares anónimas, dentro del gobierno de David Cameron, formado por una coalición de conservadores y liberales, hay disenso con respecto a la conveniencia de atacar Irán, pero el Ministerio de Defensa está trabajando para tener todo a punto si se precipitan los supuestos planes de EE UU para hostigar militarmente al régimen islámico.

The Guardian' afirma que hay disenso dentro del gobierno de Cameron con respecto a la conveniencia de atacar Irán

La opción del conflicto iraní ha subido de temperatura principalmente en Israel, donde el primer ministro, Benjamin Netanyahu, está presionando a los militares para emprender una campaña de ataques a las instalaciones nucleares de Irán, con el objetivo de impedir que el país islámico use estas infraestructuras para producir armamento nuclear, la gran pesadilla del Ejecutivo israelí.

En cuanto a Reino Unido, su papel, tal y como informa The Guardian,sería de refuerzo. Militares británicos estarían analizando a qué lugares deberían desplazar sus barcos y submarinos cargados con Tomahawk –misiles de guerra de largo alcance- para acompañar una estrategia de bombardeos desde mar y aire.

Netanyahu presiona a los militares para atacar a Irán



Netanyahu explica hoy en la Knesset su política hacía Irán. / Tara Todras-Whitehill (AP)


Benjamin Netanyahu parece haber decidido ya que Israel, en solitario o en compañía de otros, debe destruir las instalaciones nucleares iraníes. Ahora se concentra en convencer a los sectores escépticos de su Gobierno y a la cúpula militar, que muestra dudas y preferiría en todo caso que fuera Estados Unidos quien asumiera la iniciativa de atacar. El jefe del Ejército iraní asegura que cualquier agresión tendría como respuesta “graves daños” para estadounidenses e israelíes.

El programa nuclear iraní obsesiona a Netanyahu. Desde su elección como primer ministro en 2009 estableció que acabar con la potencial amenaza de un Irán dotado de armas atómicas constituía su gran prioridad geoestratégica, y no ha dejado de amagar con un posible ataque preventivo. Las anteriores amenazas de bombardeo se dirigían principalmente a presionar a Estados Unidos y la Unión Europea, para que establecieran un programa de sanciones muy duro contra Irán. Ahora, sin embargo, Netanyahu ya no plantea a sus generales la posibilidad de un bombardeo, siempre contemplada. Ahora les dice que el bombardeo es necesario e inminente.

La primera gran señal de que el primer ministro israelí había madurado su decisión apareció el pasado viernes en la portada de Yediot Ahronot, el periódico más leído del país. Bajo el titular "Presión atómica”, el periodista Nahum Barnea, de notable prestigio, revelaba que Netanyahu y su ministro de Defensa, Ehud Barak, hacían lo posible para convencer al resto del Gobierno y a la cúpula militar de que la destrucción de las instalaciones nucleares iraníes era para Israel “una cuestión de supervivencia”. La señal no era tanto el despliegue en portada y el tono de suma gravedad adoptado por Yediot Ahronot, sino el hecho de que alguien en una posición muy alta hubiera filtrado, con la aparente intención de neutralizarlo, un debate que se mantenía en absoluto secreto.

El diario Haaretz anunció ayer que el ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, se había sumado a los partidarios del ataque. Una fuente vinculada a la diplomacia israelí confirmó por su parte a este periódico que “el debate existe y es serio”. Otra fuente, vinculada al Ejército, comentó que Netanyahu esgrimía como argumento el riesgo de “un nuevo Holocausto” y usaba “tonos apocalípticos” para vencer resistencias.

Los detalles han ido conociéndose gracias a quienes, en el Ejército y en el Gobierno, piensan que un ataque contra Irán resultaría cuando menos temerario. Al margen de consideraciones políticas o estratégicas, los militares indican que un bombardeo podría tener resultados insatisfactorios, dado que las instalaciones nucleares iraníes son subterráneas y están muy protegidas. Según Haaretz, tanto el jefe del Ejército, general Benny Gantz, como los jefes de los tres servicios de inteligencia figuran entre quienes rechazan el bombardeo preventivo y unilateral, y reclaman el apoyo de los aliados estadounidenses y británicos.

El Ejército israelí acaba de concluir en Cerdeña (Italia) unas maniobras en las que ha simulado un bombardeo de largo alcance, muy parecido al que sería necesario para atacar las instalaciones nucleares iraníes en el noreste del país. También ha probado un nuevo misil balístico con un alcance de 6.000 kilómetros y capacidad atómica.

El ministro del Interior, Eli Yishai, del partido religioso ultraortodoxo Shas, también se opone al ataque. En una reunión de su partido celebrada el lunes, Yishai comentó que la posibilidad del bombardeo le mantenía “despierto por las noches” debido a la gravedad de las posibles represalias por parte de Irán, de sus aliados sirios, de la milicia chií libanesa Hezbolá y del grupo armado palestino Hamas desde Gaza. Otro de los ocho ministros que conforman el núcleo gubernamental que adopta las decisiones importantes, el centrista Dan Meridor, considera que Irán representa “un riesgo para todo el mundo” y que corresponde a Estados Unidos, no a Israel, asumir el liderazgo en cualquier acción política o militar.

El próximo informe sobre Irán del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), previsto para el 8 de noviembre, puede ser decisivo para decantar posiciones en el Gobierno y el Ejército israelíes.

Israel ya destruyó un reactor nuclear en Irak en 1981, y unas supuestas instalaciones nucleares sirias en 2007. Pero Irán es un enemigo de mayor entidad. El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, suele lanzar tremendas amenazas contra Israel; por otra parte, Irán ha demostrado históricamente no ser un país propenso a iniciar guerras. Israel, cuyo arsenal nuclear (no declarado) se estima en unas 200 cabezas, mantiene su posición como fuerza militar hegemónica en Oriente Próximo. Y sabe que en cualquier acción contra Irán dispondría del respaldo encubierto de la mayoría de los gobiernos árabes suníes, muy recelosos ante las ambiciones nucleares de Irán, persa y chií. Las filtraciones de Wikileaks revelaron que la monarquía saudí lleva tiempo reclamando la destrucción de los reactores iraníes.

El jefe del Ejército iraní, Hassan Firuzabadí, dijo ayer que cualquier ataque contra su país comportaría represalias. “Las autoridades de Estados Unidos deben saber que un ataque del régimen sionista contra Irán implicaría graves daños para los propios Estados Unidos, además de para el régimen sionista”, declaró a la agencia oficial Isna.