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Estados Unidos y Reino Unido deslizaron la posibilidad de darles armas a los rebeldes libios. Además de que no queda claro si la resolución de Naciones Unidas autoriza a la coalición aliada a tal acción, otro punto oscuro es a quiénes se estaría armando y cómo.
Tanto la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, como el ministro británico de Relaciones Exteriores, William Hague, sugirieron que la clic resolución 1973 aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU hace dos semanas podría permitir el suministro de armas a los rebeldes que luchan contra las fuerzas de Muamar Gadafi si los ataques aéreos de la coalición aliada no logran forzar al líder a abandonar el poder.
Más tarde el presidente estadounidense, Barack Obama, le dijo a la cadena NBC que "no descarta" armar a la oposición libia.
El primer ministro británico, David Cameron, aseguró este miércoles que la resolución incluye "todas las medidas necesarias para proteger a los civiles", y que esa frase le abre la puerta al posible armamento.
Los críticos –entre ellos Rusia– insisten en que la resolución no contempla la posibilidad de facilitarles armas a los rebeldes y que la operación internacional en el país africano tiene la intención de proteger a la población, no de armarla.
Pero además, la naturaleza heterogénea y compleja de la oposición libia suscita varias preguntas. Como explica el corresponsal de temas de Defensa de la BBC, Nick Childs, además de haber evidentes argumentos políticos y diplomáticos en torno al tema de armar a los rebeldes de Libia, también hay problemas prácticos.
Los rebeldes ya tienen armas. No hay que olvidar que Libia ha sido durante décadas una de las plataformas del tráfico ilegal de armamento. Sin embargo, siguen siendo superados en poder de fuego por las fuerzas de Gadafi. Las armas que podrían serles más útiles - por ejemplo, misiles antitanques- también representarían problemas prácticos.
Un reto importante sería el entrenamiento requerido para utilizarlas, que no se limita a enseñarles a apuntar y disparar.
"No se sabe si hay un 2% o un 50% de simpatizantes de al-Qaeda en la oposición libia"
Nick Childs, corresponsal de temas de Defensa de la BBC
En vista de lo desorganizados que están los rebeldes, también se le deberían enseñar tácticas para que sean más eficaces. ¿Quiénes los entrenarían y dónde? ¿Dentro de Libia, o en otro país?
Todo ello supone tiempo, esfuerzo y dinero. Y, si el objetivo es ayudar a mantener la sublevación, no alcanza el tiempo: el entrenamiento militar podría tardar semanas o meses.
Todavía hay dudas sobre quiénes son los rebeldes. Claramente la oposición es heterogénea. Una parte son civiles, por ejemplo abogados o médicos que decidieron rebelarse ante un régimen opresor. Otros son ex miembros del gobierno, militares sublevados y líderes tribales de clanes opuestos al de Gadafi.
El Consejo Nacional libio es un grupo político bastante organizado, con base en Bengasi, pero, como apunta Childs, no está claro cuán representativo o influyente es.
Los corresponsales describen las reuniones del consejo como caóticas y con un liderazgo contradictorio, ya que no está claro a quién representan.
Es que además no se sabe a ciencia cierta en manos de quién terminarían esas armas, y el principal temor es que sirvan para fortalecer a al-Qaeda.
El almirante James Stavridis, comandante de las tropas de su país desplegadas en coordinación con la OTAN, afirmó el martes ante el Senado de EEUU que los servicios de inteligencia habían percibido "destellos de potencial presencia" de al-Qaeda y de Hezbolá entre las tropas rebeldes.
"No se sabe si hay un 2% o un 50% de simpatizantes de al-Qaeda en la oposición libia", afirma Nick Childs, de la BBC.
A este miedo se le suma el fantasma de otro Irak. Armar a los rebeldes le supone a Estados Unidos meterse en una guerra civil y en un escenario demasiado parecido al de ese país.
Y muchos, aunque no es una comparación directa, recuerdan los esfuerzos de Occidente para armar a los muyahidines contra las fuerzas soviéticas en Afganistán en la década de 1980, lo que le dio origen al Talibán.
O el escándalo "Irán-Contra" en los '80, desatado cuando Ronald Reagan le vendió armas al gobierno iraní y financió al movimiento conocido como "Contra" nicaragüense.
Mientras el mundo tiene su atención puesta en Libia, una crisis humanitaria se agrava en un país al suroeste, más allá de los campos de petróleo del Sahara.
En Costa de Marfil, Naciones Unidas estima que más de un millón de personas han abandonado sus hogares en los últimos cuatro meses. Mientras, en Libia, la cifra de refugiados es de 350.000 en un mes y medio de conflicto.
La ONU señala que, al igual que en Libia, en el país subsahariano ha muerto un alto número de víctimas a causa de la violencia política, -al menos 462- y que se han producido bombardeos contra la población civil, como el de la semana pasada sobre un mercado, que dejó al menos 25 muertos y que fue calificado por esta organización como un "crimen de guerra".
Por estas similitudes, la comparación entre la respuesta internacional a una y otra crisis indigna a muchos en el continente africano.
Algunos de los líderes de los países vecinos a Costa de Marfil pusieron en cuestión que la comunidad internacional recurra a la fuerza en Libia pero no en este caso, durante una reunión la semana pasada el bloque regional de países de África Occidental, Ecowas por sus siglas inglesas.
Los analistas consultados por BBC Mundo creen que la coincidencia en el tiempo de los dos conflictos pone en evidencia el doble rasero de la comunidad internacional.
"Esto no es nuevo", señala Mbuyi Kabunda, un investigador congoleño del Instituto de Derechos Humanos de Estrasburgo. "Recuerden que tampoco se hizo nada para evitar el genocidio en la región de los grandes lagos africanos a mediados de los noventa".
Kabunda opina que la decidida intervención militar de la coalición en Libia se debe al petróleo que yace en este país.
Costa de Marfil también produce una pequeña cantidad de petróleo pero su importancia radica en sus plantaciones de cacao, que la convierten en el primer productor del mundo.
Sin embargo, Kabunda señala que eso no es suficiente para despertar el interés internacional.
Otro analista, el marfileño Jean Arsene, ironiza sobre la menor importancia del cacao marfileño respecto al crudo libio. "Occidente puede vivir sin nuestro cacao pero no sin su petróleo".
Lo cierto es que en Costa de Marfil sí hay una presencia de tropas internacionales.
La ONU tiene a 9.000 soldados, principalmente de países de la Unión Africana, pero sus competencias son reducidas y no actúan para evitar los ataques a la población o a la propiedad.
Los países de África Occidental han pedido que el Consejo de Seguridad de la ONU refuerce su papel en el conflicto.
La violencia en Costa de Marfil se desató a principios de diciembre después de que el presidente Laurent Gbagbo, en el poder desde el 2000, se negara a admitir su derrota en las elecciones.
La comunidad internacional, encabezada por Francia, antigua metrópoli, y Estados Unidos, ha ordenado a Gbagbo su renuncia y ha respaldado a su adversario, Alassane Ouattara, quien ha formado un gobierno paralelo.
El presidente de EE.UU., Barack Obama, y su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, han declarado repetidas veces que Gbagbo debe irse.
El Consejo de Seguridad de la ONU impuso este miércoles, a propuesta francesa, sanciones relativas a la congelación de activos bancarios y prohibición de viaje a los miembros del cículo de cercano a Gbagbo.
La resolución de la ONU se dio a conocer solo horas después de que las tropas leales a Ouattara avanzaran desde el norte sobre la capital, Yamoussoukro, en el centro del país. Las fuerzas de Gbagbo retienen en el sur el control del centro comercial del país, Abiyán.
Kabunda cree que lo más acertado que puede hacer la comunidad internacional es desarmar a las fuerzas de uno y otro bando y procurar la reunificación del país.
Por su parte, el marfileño Arsene, que reside temporalmente en Madrid y es profesor en una universidad de Abiyán cerrada desde que comenzaron los enfrentamientos, lamenta la pasividad de los cascos azules.
Sospecha que el ímpetu de la ofensiva de las fuerzas de Ouattara se debe a que están siendo armadas por Occidente.
"Obama se refirió el martes a la posibilidad de armar a los rebeldes libios. No me extrañaría que esa misma estrategia, una guerra por delegación, sea la seguida en Costa de Marfil".
Arsene, preocupado por la situación de su familia en el país, cree que Costa de Marfil se ha adentrado en el peor de los escenarios posibles.
El presidente de EE UU, Barack Obama, autorizó secretamente el apoyo de Estados Unidos a los rebeldes que tratan de derrocar al régimen del coronel Muammar el Gadafi en Libia, según ha revelado la agencia Reuters. La emisión de ese tipo de orden ejecutiva secreta, utilizada normalmente para autorizar las misiones secretas de la CIA y firmada en las pasadas dos o tres semanas, discurrió de forma paralela a la autorización formal del uso de la fuerza para imponer una zona de exclusión aérea en Libia y evitar la matanza de civiles por parte de Gadafi.
Mientras tanto, el diario The New York times ha publicado que la CIA ya ha insertado en Libia operativos que recopilan información de inteligencia para asesorar a los sublevados que luchan contra Gadafi, especialmente en lo referente a las debilidades del despliegue militar del coronel. La ayuda estadounidense ya estaría, por tanto, en marcha.
Desde el comienzo de la operación militar aliada en Libia, de la que este miércoles ha tomado las riendas la OTAN, Obama ha dicho en repetidas intervenciones televisadas que su objetivo último es que el coronel Gadafi abandone el poder. En una entrevista con la periodista Diane Sawyer, presentadora del espacio de noticias ABC World News, Obama dijo: "Es justo decir que si quisiéramos mandar armas a Libia, podríamos hacerlo. Estamos considerando todas las opciones".
Esa entrevista se emitió el martes, cuando Obama ya había emitido la supuesta orden ejecutiva de la que informó Reuters y que puede traducirse ahora en apoyo armamentístico y económico a los rebeldes. Este miércoles ha culminado con una retirada de los disidentes a la ciudad de Brega, acosadas sus milicias por las tropas leales a Gadafi. Hasta el momento, el apoyo aliado no les ha permitido derrocar al régimen, atrincherado en Sirte, ciudad natal del dictador, y Trípoli, donde éste se refugia. El hecho de que Obama haya emitido esa orden ejecutiva no indica que ya se haya entregado armas a los rebeldes. De momento, es una simple autorización genérica.
En 2009, el presidente ya emitió una orden similar para permitir operaciones secretas contra el grupo terrorista Al Qaeda en Yemen. Entonces, como ahora, la Casa Blanca no confirmó la existencia de esos decretos. Existen en EE UU dudas sobre quiénes conforman los grupos rebeldes. El almirante James Stavridis dijo el martes en una comparecencia ante el Senado que las agencias de inteligencia de EE UU han detectado a operativos de Al Qaeda infiltrados entre ellos, por lo que han recomendado a la Casa Blanca actuar con extrema cautela.
Los recientes avances de los rebeldes hacia el oeste de Libia -luego del repliegue de las fuerzas de Muamar Gadafi bombardeadas por las fuerzas internacionales- hacen que muchos se pregunten si la coalición está actuando como un "brazo aéreo" de los insurgentes.
También surge el interrogante de si esto es amparado por la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
En las últimas horas, los opositores clic tomaron los puertos petroleros clave de Brega y Lanuf Ras y las poblaciones de Uqayla y Bin Jawad, donde encontraron poca resistencia tras la retirada de las fuerzas gubernamentales, las que han sido sometidas a la presión de los bombardeos aéreos internacionales.
"La población civil se compone de rebeldes que están combatiendo al régimen de Gadafi, se compone de leales que están combatiendo el Estado libio y se compone, también, de una población que está entre dos fuegos"
Gustavo Morales, analista internacional
Como explica desde Libia el periodista de la BBC Ben Brown, "después de varios días de estancamiento, los rebeldes han cobrado impulso, aunque sea sólo porque han tenido tanto la ayuda de los ataques aéreos de la coalición que han destruido en tierra los tanques y la artillería de Gadafi".
Por su parte, el editor internacional de la BBC, John Simpson, comenta desde Trípoli: "Hace tres semanas parecía obvio que la moral de las fuerzas de Gadafi no era alta y ahora, en combinación con el ataque de las fuerzas de coalición, ésta tendría que haber empeorado".
Y en momentos en que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) clic asume todas las operaciones en Libia, reaparece el debate sobre si es legítimo, y legal, que EE.UU., Reino Unido, Francia y otros aliados utilicen el poderío aéreo en favor de una de las partes.
Para Trípoli, los aliados están "sobrepasando" el mandato de la ONU de proteger a los civiles.
El portavoz del gobierno libio, Moussa Ibrahim, dijo que es innecesario que continúen los ataques aéreos y aseguró que estos forman parte de un plan para poner a Libia "de rodillas".
Entretanto, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, enfatizó este lunes que, con los ataques aéreos, "la coalición está interviniendo, de hecho, en una guerra civil interna, lo cual no está avalado por la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU".
Sin embargo, en declaraciones a Gavin Hewitt, de la BBC, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, insistió en que la alianza es "imparcial" y que sólo busca proteger a la población civil dentro de los límites establecidos por el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU.
"Ni más ni menos", aseveró.
En la misma línea, y también en declaraciones a la BBC, el ministro de Defensa del Reino Unido, Liam Fox, rechazó rumores sobre un supuesto plan para armar a los rebeldes, debido a que eso iría en contra del embargo de armas a Libia, "algo que tenemos que aceptar".
"Como no hay forma de decir en una resolución de Naciones Unidas que se quiere derrocar a un régimen (...) el mecanismo que se usa es el de injerencia humanitaria o responsabilidad de proteger civiles"
Félix Arteaga, especialista en seguridad
Pero Fox reconoció que, gracias a la intervención aliada, los rebeldes están ganando terreno, lo cual "producirá una dinámica muy diferente y un equilibrio distinto" dentro de Libia.
Para Fox, el derrocamiento de Gadafi no es el objetivo de la intervención en Libia, aunque ésta "se detendrá cuando el régimen deje de matar civiles".
En sus palabras, derrocar a Gadafi "es una aspiración", pero no es parte de la resolución de la ONU.
"Si Gadafi cae, por supuesto, es un beneficio adicional".
Lo que parece estar claro para la mayoría es que la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no permite intervenir más allá de lo necesario para proteger a la población civil. O, al menos, que el apoyo a los rebeldes no sería el primer objetivo de la intervención.
No obstante, muchos han señalado "ambigüedades" en el texto y que bajo la cobertura de la "protección de civiles" se pueden escudar las principales intenciones de Occidente, que serían conseguir un "cambio de régimen" mediante el apoyo al rebelde Consejo Nacional Libio, al que ya Francia y ahora Catar reconocen como legítimos representante de la población libia.
Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano de Madrid, le explica a BBC Mundo que la resolución 1973 se da "en un contexto estratégico en el que Gadafi se acerca a Bengasi y puede crear una situación de riesgo humanitario, pero también en un contexto estratégico de que Gadafi va a ganar la guerra. Acción militar y cese el fuego son las tendencias que aparecen en la resolución".
Una vez "establecida la zona de exclusión aérea, ahora el problema es cómo se parar los combates en tierra. ¿Paramos los combates de los dos partes: rebeldes y leales o sólo paramos los de los leales a Gadafi y derrocamos al régimen?".
No obstante, "como el mandato no dice que hay que cambiar al régimen, la coalición se ve en el problema de que reconciliar dos aproximaciones, la de los que se abstuvieron y los que querían usar la fuerza. Como la resolución es un compromiso -y no hay forma de decir en una resolución de Naciones Unidas que se quiere derrocar a un régimen porque eso eso es una interferencia en asuntos internos- el mecanismo que se usa es el de injerencia humanitaria o responsabilidad de proteger civiles".
Pero aquellos a favor de usar la intervención basados en la ley internacional humanitaria "deben reconocer que hay dos partes en el conflicto y que es una guerra civil, aunque me temo va a ser muy difícil hacer que se reconcilien las dos visiones", señala Arteaga. Y a medida que escale la guerra, sostiene, se hacen más visible las contradicciones y "que hay un claro apoyo a los rebeldes".
Gustavo Morales, analista de temas internacionales y subdirector de la revista de temas de defensa War Heat, cita como una de esas contradicciones que "la protección de civiles se refiera a las zonas rebeldes del oriente de Libia cuando son tan civiles los libios que viven en Trípoli como los que viven en Bengasi. Mientras que Trípoli está siendo bombardeado, Bengasi está siendo protegido".
La población civil -le comenta Morales a BBC Mundo- "se compone de rebeldes que están combatiendo al régimen de Gadafi, se compone de leales que están combatiendo el Estado libio y se compone, también, de una población que está entre dos fuegos".
Y "el pueblo libio es mucho más de lo que ha definido el Consejo de Seguridad Naciones Unidas", concluye.
Una treintena de niños y sus profesores se han manifestado esta mañana frente a la oficina de Naciones Unidas en Trípoli. "Somos los niños de Libia y queremos la paz", clamaban los pequeños exhibiendo inocentemente sus dibujos. Algunos llevaban pancartas: "Amamos a Libia". Con gorras blancas y verdes y sus uniformes escolares puestos, estos estudiantes declamaron discursos elaborados por sus profesores en árabe, francés e inglés ante un improvisado escenario.
"Las bombas están cayendo sobre nuestras familias y están matando niños", dice un escolar en inglés. Otra pequeña cubierta con un velo rosa suelta un discurso aprendido de memoria como si recitara una poesía en clase. "Sarkozy: ¿por qué atacas nuestras escuelas?". Hasta el momento, hay que decir que no se ha producido ningún bombardeo aliado contra escuelas u otros centros de estudios en Libia. Pero a Sarkozy, en esta manifestación lo han tachado de "asesino".
Nada, de 11 años, dice rodeada de sus profesoras, que la observan atentamente: "No podemos dormir por la noche por culpa de los bombardeos". Aisha, su maestra, la anima a hablar: "Diles que tienes miedo". Y Nada repite: "Tengo miedo". Ante la insistencia de la profesora, lanza un suspiro.
"Hemos organizado un grupo que quiere promover el acuerdo de todos los niños del mundo para que Naciones Unidas les proteja de la guerra y de las armas", dice Salah Salem, profesor de una de las escuelas que han traído a sus alumnos a esta pequeña manifestación.
Según los maestros, en Bengasi los rebeldes están utilizando niños-soldado. "Hay muchos niños de menos de 14 años que están en la guerra, por dinero o por otros motivos", afirma Al Ijmi Mohamed, responsable de las asociaciones infantiles de Trípoli. Los niños, mientras, cantan canciones: "Nuestro líder es Muamar desde 1969 hasta su muerte".
¿Por qué no nos dejan vivir en paz con nuestro lider?", exclama Fawziya, otra de las maestras presentes. "Somos un país que irá tras su líder. Ellos [EEUU y Francia] sólo son vampiros", añade exaltada leyendo un discurso escrito en una libreta de ejercicios.
En un momento dado, como a una señal convenida, la concentración se deshace y niños y maestros se pierden por las calles de la casi vacía ciudad. Las manifestaciones de partidarios del Gobierno libio se reducen a la Plaza Verde y las grandes aglomeraciones de gente son más bien para comprar pan y alimentos o para llenar los depósitos de los vehículos, en previsión de que los rebeldes lleguen a las puertas de la capital.