sábado, 5 de marzo de 2011

ARABIA SAUDÍ, PROTEGIDA POR EL ‘ORO NEGRO’



El país es consciente del descontento de la sociedad, aunque nada indica que el régimen esté a punto de caer.


AFP/Gettyimages

El Magreb y Oriente Medio viven un momento histórico. Es inutil intentar comparar las revueltas actuales con la Revolución Francesa de 1789 u otro alzamiento popular contra una dictadura. Y difícil resulta hacer pronósticos sobre el próximo déspota en exiliarse o “morir en su tierra”, como dijeron Hosni Mubarak y Muamar al Gadafi. Pero he aquí un caso especial: Arabia Saudí. El reino de la familia Al Saud, en el poder desde 1932 y fundadora del país, es un férrea dictadura que no piensa abandonar sus palacios de un día para otro, y seguramente ni Occidente le animará a ello. Simplemente porque es el primer productor y exportador de petróleo del planeta. ¿Una guerra civil en el reino árabe? Provocaría una onda expansiva muy desestabilizadora para la economía global.

La monarquía está rodeada y no pasa ni un solo día sin que las autoridades de Riad miren con atención las noticias de la cadena Al Yazira. Tras ver que las revueltas habían llegado a Yemen y a Bahrein, el rey Abdalá, de 86 años y muy debilitado por una reciente operación, regresó a su país para anunciar millonarias donaciones a su pueblo. Una prueba de que el régimen tenía miedo al contagio, sobre todo en el Este del reino, donde se concentra la población chií, analizaron algunos expertos. No les falta razón, pero también demuestra que la oligarquía saudí quiere ante todo dar una imagen de unidad ante la adversidad ―ver caer a los dirigentes de la región es un trauma para los saudíes― y, de nuevo, pretenden arreglarlo todo con dinero. Todos los príncipes fueron la semana pasada a recoger a Abdalá al aeropuerto de Riad con el fin de mostrar la unidad de una familia que en realidad está dividida.

Los súbditos saudíes tienen muchas razones para manifestarse. Y, aunque las concentraciones públicas están prohibidas, los intelectuales del reino que osan criticar el poder llevan años enviando cartas al rey, pidiéndole reformas sociales y políticas. Hace ya 13 años que el Gobierno reconoció que la era del petróleo “había terminado”, en palabras de Abdalá, entonces príncipe heredero, aunque tampoco propuso grandes reformas para aliviar su dependencia económica del oro negro. Y desde entonces, una realidad es cada vez más evidente en las calles de las grandes ciudades del país: más del 65% de la población tiene menos de 25 años; los jóvenes no encuentran trabajo en una sociedad que depende de la mano de obra extranjera y cuyo sistema de educación es poco práctico; el paro alcanza 12%, según las autoridades, entre 25 y 30%, según fuentes independientes. Son cada vez más las personas que, aunque fieles a su ritmo de vida conservador, critican los excesos de la policía religiosa o las interpretaciones rigurosas del islam.

¿Cuál es el problema? Arabia Saudí es un país que nació con la familia Al Saud, con el Corán como única referencia de legalidad; es un Estado donde no existe el derecho de formar una asociación. Los saudíes, aunque educados y urbanos, no tiene cultura política y social alguna. Por supuesto, la sociedad civil intenta organizarse con la publicación en la prensa de temas tabú como la homosexualidad o las drogas, y varios intelectuales exigen desde 2003 una monarquía constitucional. Esto se permite siempre y cuando no se ponga en tela de juicio la institución intocable: la familia real. Los hermanos que gestionan el reino árabe se aferrarán al poder y responden a cada oportunidad de apertura con represión; incluso las elecciones de 2005 fueron algo controlado y casi cosmético.

La sociedad saudí es conservadora e islámica. Esto no puede olvidarse, aunque el momento clave para que el sistema dé un vuelco se producirá cuando la relación entre el régimen y la sociedad cambie. Si la familia Al Saud quiere seguir en el poder, debe entender que distribuir dinero no es suficiente. Los saudíes lo cogerán, pero podrían cansarse de ello. El reino no es un país tan unificado y es posible imaginarse conflictos locales en algunas zonas (el sur, el este chií), algo que el Gobierno impediría utilizando la fuerza. Y conseguiría incluso el respaldo de Occidente. ¿Por qué? Porque Arabia Saudí puede jactarse de haber resistido a las amenazas internas y externas: después del 11-S, eran muchos los analistas que anunciaban una intervención militar de Estados Unidos para dividir el país en varias partes y hacerse con los pozos de petróleo. Pero este tipo de proyecciones no se produjeron y el caos de Irak demuestra que hasta la Casa Blanca puede equivocarse y se lo pensará dos veces antes de lanzarse en otra guerra.

Arabia Saudí, gran aliado militar de Estados Unidos, es un maestro de la ceremonia. Lo acaba de demostrar con la crisis en Libia, anunciando a los Gobiernos occidentales que abrirá el grifo de petróleo si hace falta. El país tiene el 20% de las reservas mundiales de un líquido del que nadie puede prescindir. A nivel interno, los príncipes saudíes están mucho más preocupados por la sucesión tras la muerte del rey Abdalá que por los supuestos movimientos a favor de la democracia capaces de alzarse contra el régimen. Arabia Saudí sólo podrá cambiar con una revolución política y religiosa interna y esto puede necesitar tiempo.

¿ES POSIBLE QUE LAS REVUELTAS LLEGUEN A CHINA?



Solo se han producido tímidos conatos de protestas que han sido abortadas por la policía rapidamente. Existe una masa crítica, pero cualquier intento sería aplastado con sangre y fuego. Además el pueblo chino, tras las revoluciones sufridas, prioriza la estabilidad sobre la libertad.

Frederic J. Brown/ AFP/Getty Images

“Como hormigas en un wok caliente”. Así describe un bloguero chino el estado de nerviosismo que han provocado las revueltas del mundo árabe en el Partido Comunista Chino (PCCh).

De momento en el país sólo se han producido tímidos conatos de protestas que han sido con rapidez abortadas por la policía. Pero, aun siendo minoritarias y hasta ahora inofensivas, su simple convocatoria abre una serie de interrogantes: ¿es posible que la Revolución del Jazmín se extienda a China? ¿Cuál es la magnitud de la frustración del pueblo con el régimen? ¿Hay una masa crítica de gente lo suficientemente hastiada como para plantearse luchar por un cambio?

La primera pregunta va justo detrás del “buenos días” para periodistas extranjeros, intelectuales chinos y para los miembros del Partido. Responderla de forma categórica es simplemente una temeridad. Sobre todo después de la sorpresa que han dado los países árabes y norteafricanos con esta primavera democrática que nadie había visto venir.

En China, la sensación generalizada es negativa, son poco probables unas revueltas que acaben con el poder establecido. Pero no por falta de insatisfechos, que son muchos, sino más bien porque en el país, tras una convulsa historia reciente, la inestabilidad asusta más que la falta de libertad.

Conatos de protesta

Unos días atrás, una página web censurada y casi desconocida por la mayoría de los chinos, convocó concentraciones silenciosas en varias ciudades del país.

El formato escogido fue el llamado paseo de protesta, con cierta tradición en China. Conscientes de que cualquier pancarta desplegada en un sitio público garantizaba la detención inmediata de quien la portara, los organizadores decidieron hacer una demostración de fuerza disimulada: “invitamos a todos los participantes a pasear, mirar o hacer como que pasan por allí. Si estás presente, el Gobierno autoritario se verá sacudido por el miedo”.

En la primera convocatoria aparecieron algunas decenas de personas, hubo varias detenciones y poco más. Así que, los organizadores decidieron llamar a más concentraciones cada domingo.

Intranquilidad en el PCCh

El Partido ha reaccionado con nerviosismo, algo muy simbólico para los activistas, que lo consideran una victoria.

Centenares de policías y agentes de paisano han tomado las calles donde se pretendía protestar y las han cerrado. También han improvisado otras medidas: han levantado obras de la noche a la mañana en la calle comercial de Wangfujin, objetivo de las concentraciones en la capital. En Shanghai, camiones de limpieza recorren los aledaños del punto de encuentro para evitar que alguien se detenga.

Los corresponsales extranjeros en Pekín han sido advertidos por teléfono de que no pueden acudir a ninguna de las zonas de protesta. Algunos han recibido amenazas veladas de perder su visado. Se ha vuelto a poner en vigor una regulación, suspendida en 2007, que obliga a los periodistas a pedir permiso oficial para entrevistar a cualquier persona en la capital.

Y, como siempre que se siente amenazado, el Gobierno ha puesto en marcha toda su maquinaria represiva. Decenas de activistas han sido detenidos, sometidos a arresto domiciliario y, en algunos casos, acusados de delitos graves como incitar a la subversión contra el poder del Estado. El presidente Hu Jintao ha dado la orden de intensificar los controles en Internet, y le ha recordado al Ejército de Liberación Popular que es al partido a quien debe obediencia.

¿Existe masa crítica?

Una de las claves para discernir si puede haber una revuelta en China similar es identificar qué proporción de la ciudadanía está descontenta con el régimen. Ante la falta obvia de datos oficiales o estadísticas, tenemos que conformarnos con trabajar con un orden de magnitud del descontento: ¿cuántos son los “insatisfechos” con el régimen?

China tiene 1.341 millones de habitantes. Una primera aproximación indica que los descontentos no son mayoría pero que, aun así, se cifrarían en varios centenares de millones de personas.

El país cuenta con una gran cantidad de ciudadanos malnutridos; centenares de miles de personas son enviados ilegalmente a campos de reeducación para el trabajo; y expropiados de forma forzosa de sus viviendas. Además de los llamados, peticionarios, gente que va a la capital a protestar contra las injusticias, son reprimidos por los funcionarios locales. Otros son abogados de derechos humanos a los que les han quitado la licencia; los que sufren de la omnipresente corrupción y abusos de los jefes locales; e intelectuales demócratas.

También personas de otras etnias o religiones están acechadas: miembros de Falung Gong (un grupo espiritual considerado secta en el país); los uigures, mayoritariamente musulmanes de la región de Xinjiang, están controlados con puño de hierro desde Pekín; tibetanos, que adoran en secreto al Dalai Lama, exiliados en India; o los cristianos, una buena parte de los cuales practican su religión en templos secretos e ilegales fuera de la órbita de la Iglesia oficial aceptada por el Partido.

Y, aunque su grado de insatisfacción no sea suficiente como para desear el fin del régimen, habría que sumar a todo lo anterior decenas de millones de trabajadores rurales que emigran a las ciudades y se convierten, por el sistema de pasaporte interno o hukou, en ilegales sin derechos en su propio país; a los jóvenes irritados por los rampantes precios de la vivienda, derivados de la especulación inmobiliaria; y a centenares de millones de personas preocupadas por la inflación.

Además, China está cada vez más lejos de la utopía comunista que predicó Mao Zedong y, hoy por hoy, es uno de los países más desiguales del mundo. Está en la posición 100 de 134 regiones con desigualdad social. Por detrás de Ruanda.

Pero en China cada vez se vive mejor…

Aunque muchos asumen que el margen de descontento es amplio, argumentan que los hijos creen que van a vivir mejor que sus padres.

Tres décadas de crecimiento imparable y una gestión astuta y eficaz del régimen gobernante después de la llegada del aperturista Deng Xiaoping han producido el milagro chino: en poco tiempo centenares de millones de personas han salido de la pobreza más extrema, a la que los anteriores dirigentes del Partido les habían abocado.

Además, el acervo cultural chino conlleva una natural aversión a las situaciones de inestabilidad y tumulto. La nefasta Revolución Cultural está aún muy presente en la mente de todos los chinos, que ahora podrían querer primar la estabilidad sobre la libertad. Y aunque realmente algunos quisieran lanzar unas revueltas, el sistema opresor del régimen es uno de los mejor engrasados del planeta.

Pero, sobre todo, aún está muy viva la lección de Tiananmen: el Gobierno está dispuesto a adaptarse y a aceptar un cierto grado de libertades civiles y económicas, pero cualquier intento de atacar al poder será aplastado con sangre y fuego.

El factor humano

En todo caso, intentar prever lo que ocurrirá en China en base a todas estas discusiones, estimaciones y análisis no deja de ser un brindis al sol.

¿Quién podía prever que la protesta de un tunecino en un pueblo perdido del país, harto de los abusos policiales, iba a encender la chispa del cambio político más radical en la historia reciente de varios países árabes?

Al fin y al cabo, es casi siempre el factor humano, esa parte incontrolable de las sociedades, el principal vector de la Historia. Y las ansias de libertad de un egipcio o un chino pueden estar décadas en estado latente, ocultas, hasta que, por esto o aquello, se disparan. Entonces se convierten en la fuerza política más formidable.

Gobierno chino toma medidas

El Gobierno chino tomará todas las medidas necesarias para luchar contra la inflación, las desigualdades sociales y la corrupción, con objeto de garantizar la estabilidad social para continuar el desarrollo del país, según ha asegurado hoy el primer ministro chino, Wen Jiabao, en la apertura de la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional en Pekín. Wen ha reconocido que estos y otros problemas han creado un "gran resentimiento" entre la población. "Debemos hacer del incremento de la mejora del nivel de vida de la gente el pivote que une reforma, desarrollo y estabilidad (...) y garantizar que la gente esté contenta con sus vidas y sus trabajos, la sociedad esté tranquila y en orden, y el país disfrute de paz y estabilidad duraderas". China "resolverá de forma efectiva los problemas que causan gran resentimiento en las masas", ha afirmado el primer ministro ante unos 3.000 diputados, llegados de todo el país, en el imponente anfiteatro del Gran Palacio del Pueblo. En el exterior, las banderas rojas ondeaban sobre los edificios que rodean la plaza Tiananmen mientras cientos de soldados y policías de uniforme y de paisano peinaban la zona e inspeccionaban los bolsos de los grupos de turistas que se acercaban a fotografiarse bajo el retrato de Mao Zedong, a la entrada de la Ciudad Prohibida. Wen Jiabao ha hecho en su discurso -equivalente al del estado de la nación- un repaso al plan quinquenal 2006-2010, y ha presentado los objetivos del siguiente (2011-2015), con el que China pretende bascular hacia un país más igualitario con una economía más verde y sostenible, más orientada al consumo interno y menos a las exportaciones y la inversión. El objetivo de crecimiento medio anual del PIB (producto interior bruto) para los próximos cinco años es del 7% (8% para 2011). El quinquenio pasado, el PIB aumentó una media del 11,2%, frente al 7,5% planificado. Para 2015, el PIB deberá exceder 55 billones de yuanes (5,9 billones de euros), según ha dicho. El primer ministro ha citado la palabra "estabilidad" en repetidas ocasiones, lo que revela que el Gobierno tiene en el retrovisor las revueltas que desde hace semanas agitan el mundo islámico y quiere desactivar cualquier posibilidad de contagio. Para ello, cuenta con el cóctel habitual: continuar mejorando el nivel de vida de la población, censurar los medios de comunicación e Internet, y seguir reprimiendo con dureza a los disidentes. Pasos contra el desempleo y la corrupción Wen Jiabao no se ha referido a las revoluciones en el mundo árabe. Sin embargo, su discurso de dos horas y cinco minutos -emitido por la televisión- ha parecido en buena medida dirigido a explicar que Pekín está dando pasos decisivos para afrontar algunos de los problemas que han provocado estas revueltas, como las desigualdades sociales, el precio de los alimentos, el desempleo y la corrupción. El dirigente no ha hablado de reformas democráticas, una de las demandas detrás de las protestas en Túnez o Egipto, pero que en China pocos ciudadanos -por falta de tradición, desinterés, ausencia de debate o censura- piden, y que para Pekín son asunto tabú. Wen ha dicho, sin embargo, que se potenciarán los sistemas de supervisión del poder. El político ha mencionado también como problemas las desigualdades regionales, el desequilibrio de la economía, la falta de sistemas educativo y sanitario de calidad, el precio de los alimentos y la vivienda, las expropiaciones ilegales, la contaminación y el desempleo. Limitar la subida de precios al 4% La prioridad por la estabilidad ha marcado tradicionalmente la política china, pero este año ha adquirido una dimensión añadida. De ahí que Pekín haya declarado la lucha sin cuartel contra la inflación, uno de los factores que avivaron las protestas a favor de la democracia de la plaza Tiananmen en 1989. "Recientemente, los precios han subido bastante rápido. Este problema afecta al bienestar de la gente, tiene que ver con los intereses de todo el mundo y afecta a la estabilidad social. Debemos, por tanto, convertir en prioridad total del control macroeconómico el mantener la estabilidad de los precios", ha señalado. Wen ha fijado como objetivo de inflación a no sobrepasar este año el 4%. En enero pasado, fue del 4,9%. Los líderes del Partido Comunista Chino (PCCh), encabezados por el presidente, Hu Jintao, han seguido la pauta fijada por el autor de las reformas chinas, Deng Xiaoping, quien dijo que había que permitir que algunos se hicieran ricos antes. Pero parecen pensar, por convencimiento o forzados por el descontento popular, que ha llegado la hora de paliar con decisión las desigualdades. El primer ministro ha asegurado que se impulsará el gasto en educación, sanidad y vivienda pública, y se controlarán los precios de los alimentos y del sector inmobiliario, con objeto de disminuir la brecha entre ricos y pobres, una de las mayores del mundo. También ha dicho que los salarios serán incrementados y se "harán más esfuerzos para ajustar la distribución de la riqueza", por ejemplo con la modificación del sistema de impuestos Las desigualdades son especialmente graves entre las zonas urbanas y las rurales, donde viven dos tercios de la población. La renta per cápita mensual en las primeras -1.752 yuanes (171 euros)- más que triplica la de las segundas -493 yuanes (53 euros)-. Wen ha vaticinado que en el próximo quinquenio los ingresos per cápita aumentarán a una media anual del 7% en ambos lugares. 'Concentraciones jazmín' La urgencia del Gobierno en calmar el "gran resentimiento" existente en parte de la población se produce en medio de las convocatorias de concentraciones jazmín en China cada domingo realizadas por organizadores anónimos en una web estadounidense dirigida por disidentes, que han recibido una respuesta contundente de las autoridades. El Departamento de Seguridad Pública ha detenido o puesto bajo vigilancia domiciliaria a decenas de activistas -algunos de los cuales han sido acusados de querer subvertir el poder del Estado por difundir las convocatorias- y ha prohibido a los corresponsales extranjeros que acudan a los lugares designados para las protestas en Pekín y Shanghai, bajo amenaza de ser detenidos y expulsados de China. La medida ha colocado estas zonas de las ciudades que organizaron los Juegos Olímpicos en 2008 y la Exposición Universal en 2010 al nivel de Tíbet, que está vetado a la prensa extranjera. El Diario de Pekín, órgano oficial del Gobierno municipal, ha advertido hoy en un artículo a los lectores que ignoren los llamamientos a las concentraciones jazmín porque revueltas similares en otros países solo han traído caos. La sesión anual de la Asamblea Popular Nacional dura 10 días.

viernes, 4 de marzo de 2011

Moreno Ocampo: "Gadafi todavía es inocente"

¿¿¿????

Luis Moreno Ocampo

Moreno Ocampo investigará a los Gadafi, pero también a la oposición.

Luego de que la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya, anunciara que inició una investigación formal sobre posibles crímenes de lesa humanidad cometidos en Libia, su fiscal general, Luis Moreno Ocampo, le recordó a la BBC que Muamar Gadafi "es inocente" hasta que se demuestre lo contrario.

El abogado argentino, que ya ha investigado masacres y genocidios como los de Sudán, Ruanda y la República Democrática del Congo, dijo el jueves que la indagación se centrará en el papel de Gadafi, varios de sus hijos y los miembros de su círculo íntimo.

Nuestra misión es detener los abusos. Los asuntos políticos no nos interesan

Luis Moreno Ocampo

Sin embargo, el fiscal dijo que -para él- "Gadafi todavía es inocente".

"La ley debe aplicarse de manera imparcial y fui muy claro al advertirles a los miembros de la oposición libia que no cometan crímenes, porque también serán investigados", dijo Moreno Ocampo en una entrevista con el programa de la BBC Newsnight.

"No se trata de ganadores o perdedores. Somos una corte penal internacional y nuestra misión es detener los abusos. Los asuntos políticos no nos interesan. El tribunal está para ponerles límite a las atrocidades y acabar con los genocidios y la impunidad".

En una votación unánime el sábado, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas le encomendó a Moreno Ocampo que investigue lo que está ocurriendo en Libia y aprobó una serie de medidas como la imposición de un embargo de armas al país, la prohibición de viajes internacionales de 16 líderes libios y la congelación de los activos de Gadafi y su familia.

clic Lea también: La cacería tras el rastro de la fortuna de Gadafi

Nueva era

El letrado le aseguró a la BBC que, tras años de impunidad, la investigación en Libia marca el inicio de una nueva era. "Durante años se aceptó que cualquier persona controlara un territorio y atacara a la población civil de su propio país, tal como ocurrió en la Alemania nazi y Ruanda".

Pero ahora, "ha habido un gran cambio. Hay una corte permanente dispuesta a investigar esos casos. Eso no pasó con el Holocausto judío ni en el genocidio de Ruanda".

Muamar Gadafi

Gadafi y su círculo cercano serán investigados.

"Los crímenes (en Libia) empezaron el 15 de febrero y en menos de 20 días el Consejo de Seguridad emitió la decisión de investigar esos delitos, con el apoyo de todos sus miembros, incluidos China, India, Líbano, Rusia y Estados Unidos. Es una decisión de enorme relevancia. La comunidad internacional no va a permitir que líderes maten a su propio pueblo".

Sin embargo, muchos dirán que Gadafi estuvo haciéndolo durante 40 años pero a Occidente no le convenía investigar, le dijo al fiscal la conductora de Newsnight, Kirsty Wark.

"Estoy de acuerdo, probablemente usted tenga razón, pero ahora está sucediendo algo nuevo", respondió Moreno Ocampo.

Aunque la cifra de muertos es difícil de calcular, el fiscal aseveró que "hay entre 600 y 2000 personas muertas. Quién las mató es algo que investigaré".

La pregunta es: ¿cómo recopilar pruebas en un país donde la población vive amenazada?

"Con dificultades. Pero hemos investigado en Congo, Uganda y Darfur. En comparación, indagar estos crímenes será más fácil", aseguró Moreno Ocampo.

China acelera hasta el 12,7% el crecimiento de su gasto en defensa


El gasto militar de Pekín ascenderá en 2011 a 65.500 millones de euros, un 6% del presupuesto total del país

El presupuesto de defensa chino ha vuelto a experimentar un impulso tras la ligera ralentización sufrida el año pasado, lo que con seguridad redoblará las suspicacias de Estados Unidos y sus vecinos asiáticos. El Gobierno ha anunciado hoy que el gasto en defensa alcanzará 601.100 millones de yuanes (65.500 millones de euros) en 2011. Según ha asegurado, esto supone 67.600 millones de yuanes más que en 2010 y un crecimiento del 12,7%, frente al 7,5% de aumento del año pasado.

No está claro si el 12,7% corresponde al incremento respecto al presupuesto de 2010, que, según lo declarado el año pasado por estas fechas, era de 532.110 yuanes, o es sobre lo gastado realmente en dicho ejercicio. El 7,5% de aumento del presupuesto previsto para 2010 estaba calculado respecto a lo gastado en 2009. Si se calculaba sobre el presupuesto que había sido anunciado para 2009, el alza era del 10,7%.

Se compare con el 7,5% o con el 10,7%, lo que parece claro es que, superada más o menos en China la crisis económica, Pekín ha vuelto a dar un empujón a la partida militar, cuyas cifras oficiales solo reflejan una parte de la realidad, según los expertos.

Li Zhaoxing, portavoz de la Asamblea Popular Nacional (APN), ha intentando limar las suspicacias de quienes ven con preocupación al ascenso militar de Pekín, al presentar los datos, en vísperas del inicio mañana sábado de la sesión anual del Parlamento. "El gasto en defensa de China es relativamente bajo para los estándares mundiales. El Gobierno chino ha intentado siempre limitarlo y lo ha situado en un nivel razonable, que garantice el equilibrio entre la defensa nacional y el desarrollo económico", ha dicho. Según Li, el presupuesto militar para 2011 supone alrededor del 6% del presupuesto total del país.

El ex ministro de Exteriores ha afirmado que la partida militar es transparente y de naturaleza defensiva, y que el grueso irá a modernizar "de forma moderada" el armamento, a entrenamiento de la tropa, a desarrollo de recursos humanos, a infraestructuras y a mejorar el nivel de vida de los soldados. "No hay tal cosa como gasto militar oculto en China, y el presupuesto está sujeto a las auditorías del Gobierno y de los militares", ha señalado.

Suspicacias

No piensan lo mismo Estados Unidos y los vecinos asiáticos de Pekín, que ven con temor el continuado ascenso de las inversiones chinas en la adquisición y desarrollo de aviones de combate, buques de guerra, helicópteros o submarinos de última generación, y acusan a China de falta de transparencia sobre sus ambiciones militares. Washington y analistas extranjeros afirman que es difícil saber qué está incluido en el presupuesto de defensa chino hecho público, y que, en cualquier caso, las cifras reales son dos o tres veces mayores.

Pekín recuerda, por su lado, que mientras su presupuesto militar es alrededor del 1,4% del PIB (producto interior bruto), el de Estados Unidos representa alrededor del 4%, y los de India, Reino Unido o Francia, más del 2%. El Pentágono presentó el mes pasado un presupuesto militar base récord para el ejercicio fiscal 2012 de 553.000 millones de dólares (396.200 millones de euros). Esta cifra no incluye el coste de las guerras en Irak y Afganistán.

Japón, India o Taiwan se encuentran entre quienes ven con inquietud el rearme chino. "Vemos con preocupación la modernización militar china y sus crecientes e intensivas actividades", dijo el jueves Yukio Edano, máximo portavoz del gobierno japonés, después de que el día anterior Tokio tuviera que enviar varios cazas cerca de las islas en disputa en el mar de China Oriental, tras detectar la presencia de dos aviones chinos, uno de vigilancia y otro de lucha anti submarina. Japón está estudiando incrementar su flota de submarinos y reforzar las tropas y el número de radares en las islas de Okinawa para dar respuesta al pujante poderío chino. Vietnam y Filipinas también se han visto envueltos recientemente en roces con Pekín en mares en disputa.

El mes pasado, India manifestó su "grave preocupación" por la evolución militar china y se comprometió a reforzar sus propias fuerzas. Nueva Delhi anunció el martes pasado que incrementará un 11,6% el presupuesto militar este ejercicio, hasta 1,64 billones de rupias (26.100 millones de euros). El año anterior, el aumento fue alrededor del 4%.

miércoles, 2 de marzo de 2011

¿ES POSIBLE QUE LAS REVUELTAS LLEGUEN A CHINA?

¿ES POSIBLE QUE LAS REVUELTAS LLEGUEN A CHINA?

Solo se han producido tímidos conatos de protestas que han sido abortadas por la policía rápidamente. Existe una masa crítica, pero cualquier intento sería aplastado con sangre y fuego. Además el pueblo chino, tras las revoluciones sufridas, prioriza la estabilidad sobre la libertad.

Frederic J. Brown/AFP/Getty Images

“Como hormigas en un wok caliente”. Así describe un bloguero chino el estado de nerviosismo que han provocado las revueltas del mundo árabe en el Partido Comunista Chino (PCCh).

De momento en el país sólo se han producido tímidos conatos de protestas que han sido con rapidez abortadas por la policía. Pero, aun siendo minoritarias y hasta ahora inofensivas, su simple convocatoria abre una serie de interrogantes: ¿es posible que la Revolución del Jazmín se extienda a China? ¿Cuál es la magnitud de la frustración del pueblo con el régimen? ¿Hay una masa crítica de gente lo suficientemente hastiada como para plantearse luchar por un cambio?

La primera pregunta va justo detrás del “buenos días” para periodistas extranjeros, intelectuales chinos y para los miembros del Partido. Responderla de forma categórica es simplemente una temeridad. Sobre todo después de la sorpresa que han dado los países árabes y norteafricanos con esta primavera democrática que nadie había visto venir.

En China, la sensación generalizada es negativa, son poco probables unas revueltas que acaben con el poder establecido. Pero no por falta de insatisfechos, que son muchos, sino más bien porque en el país, tras una convulsa historia reciente, la inestabilidad asusta más que la falta de libertad.

Conatos de protesta

Unos días atrás, la página web censurada, boxum, y casi desconocida por la mayoría de los chinos, convocó concentraciones silenciosas en varias ciudades del país.

El formato escogido fue el llamado paseo de protesta, con cierta tradición en China. Conscientes de que cualquier pancarta desplegada en un sitio público garantizaba la detención inmediata de quien la portara, los organizadores decidieron hacer una demostración de fuerza disimulada: “invitamos a todos los participantes a pasear, mirar o hacer como que pasan por allí. Si estás presente, el Gobierno autoritario se verá sacudido por el miedo”.

En la primera convocatoria aparecieron algunas decenas de personas, hubo varias detenciones y poco más. Así que, los organizadores decidieron llamar a más concentraciones cada domingo.

Intranquilidad en el PCCh

El Partido ha reaccionado con nerviosismo, algo muy simbólico para los activistas, que lo consideran una victoria.

Centenares de policías y agentes de paisano han tomado las calles donde se pretendía protestar y las han cerrado. También han improvisado otras medidas: han levantado obras de la noche a la mañana en la calle comercial de Wangfujin, objetivo de las concentraciones en la capital. En Shanghai, camiones de limpieza recorren los aledaños del punto de encuentro para evitar que alguien se detenga.

Los corresponsales extranjeros en Pekín han sido advertidos por teléfono de que no pueden acudir a ninguna de las zonas de protesta. Algunos han recibido amenazas veladas de perder su visado. Se ha vuelto a poner en vigor una regulación, suspendida en 2007, que obliga a los periodistas a pedir permiso oficial para entrevistar a cualquier persona en la capital.

Y, como siempre que se siente amenazado, el Gobierno ha puesto en marcha toda su maquinaria represiva. Decenas de activistas han sido detenidos, sometidos a arresto domiciliario y, en algunos casos, acusados de delitos graves como incitar a la subversión contra el poder del Estado. El presidente Hu Jintao ha dado la orden de intensificar los controles en Internet, y le ha recordado al Ejército de Liberación Popular que es al partido a quien debe obediencia.

¿Existe masa crítica?

Una de las claves para discernir si puede haber una revuelta en China similar es identificar qué proporción de la ciudadanía está descontenta con el régimen. Ante la falta obvia de datos oficiales o estadísticas, tenemos que conformarnos con trabajar con un orden de magnitud del descontento: ¿cuántos son los “insatisfechos” con el régimen?

China tiene 1.341 millones de habitantes. Una primera aproximación indica que los descontentos no son mayoría pero que, aun así, se cifrarían en varios centenares de millones de personas.

El país cuenta con una gran cantidad de ciudadanos malnutridos; centenares de miles de personas son enviados ilegalmente a campos de reeducación para el trabajo; y expropiados de forma forzosa de sus viviendas. Además de los llamados, peticionarios, gente que va a la capital a protestar contra las injusticias, son reprimidos por los funcionarios locales. Son abogados de derechos humanos a los que les han quitado la licencia; los que sufren de la omnipresente corrupción y abusos de los jefes locales; e intelectuales demócratas.

También personas de otras etnias o religiones están acechadas: miembros de Falung Gong (un grupo espiritual considerado secta en el país); los uigures, mayoritariamente musulmanes de la región de Xinjiang, están controlados con puño de hierro desde Pekín; tibetanos exiliados en India; o los cristianos, una buena parte de los cuales practican su religión en templos secretos e ilegales fuera de la órbita de la Iglesia oficial aceptada por el Partido.

Y, aunque su grado de insatisfacción no sea suficiente como para desear el fin del régimen, habría que sumar a todo lo anterior decenas de millones de trabajadores rurales que emigran a las ciudades y se convierten, por el sistema de pasaporte interno o hukou, en ilegales sin derechos en su propio país; a los jóvenes irritados por los rampantes precios de la vivienda, derivados de la especulación inmobiliaria; y a centenares de millones de personas preocupadas por la inflación.

Además, China está cada vez más lejos de la utopía comunista que predicó Mao Zedong y, hoy por hoy, es uno de los países más desiguales del mundo. Está en la posición 100 de 134 regiones con desigualdad social. Por detrás de Ruanda.

Pero en China cada vez se vive mejor…

Aunque muchos asumen que el margen de descontento es amplio, argumentan que los hijos creen que van a vivir mejor que sus padres.

Tres décadas de crecimiento imparable y una gestión astuta y eficaz del régimen gobernante después de la llegada del aperturista Deng Xiaoping, han producido el milagro chino: en poco tiempo centenares de millones de personas han salido de la pobreza más extrema, a la que los anteriores dirigentes del Partido les habían abocado.

Además, el acervo cultural chino conlleva una natural aversión a las situaciones de inestabilidad y tumulto. La nefasta Revolución Cultural está aún muy presente en la mente de todos los chinos, que ahora podrían querer primar la estabilidad sobre la libertad. Y aunque realmente algunos quisieran lanzar unas revueltas, el sistema opresor del régimen es uno de los mejor engrasados del planeta.

Pero, sobre todo, aún está muy viva la lección de Tiananmen: el Gobierno está dispuesto a adaptarse y a aceptar un cierto grado de libertades civiles y económicas, pero cualquier intento de atacar al poder será aplastado con sangre y fuego.

El factor humano

En todo caso, intentar prever lo que ocurrirá en China en base a todas estas discusiones, estimaciones y análisis no deja de ser un brindis al sol.

¿Quién podía prever que la protesta de un tunecino en un pueblo perdido del país, harto de los abusos policiales, iba a encender la chispa del cambio político más radical en la historia reciente de varios países árabes?

Al fin y al cabo, es casi siempre el factor humano, esa parte incontrolable de las sociedades, el principal vector de la Historia. Y las ansias de libertad de un egipcio o un chino pueden estar décadas en estado latente, ocultas, hasta que, por esto o aquello, se disparan. Entonces se convierten en la fuerza política más formidable.

martes, 1 de marzo de 2011

Gadafi dará la batalla en Trípoli


LOS OPOSITORES AL régimen libio avanzan hacia la capital. Allí Gadafi los espera con más de 100.000 hombres a su servicio.
John Eric Gómez Marín | Medellín | Publicado el 25 de febrero de 2011
El control de Muamar el Gadafi sobre Libia se debilita con el transcurso de las horas. Las principales ciudades, a excepción de Trípoli, ya están en manos de los opositores, quienes se acercan con pasos de gigante a la capital para sacar a Gadafi de su trinchera y reclamar la libertad tras 41 años de régimen.
Aunque ayer, a unos 50 kilómetros de Trípoli, se registraban enfrentamientos entre fuerzas leales al líder libio y manifestantes dispuestos a morir por el cambio en su país, todavía es incierta la caída de Gadafi.

Esto, pese a que los opositores y los militares que se han unido a la causa tomaron el control de unas 1.000 millas sobre la línea costera del país, donde se encuentran ubicados pozos petroleros claves cerca al golfo de Sidra.

"Gadafi está resguardado en Trípoli, custodiado por los soldados más leales. Allí, el pueblo podría chocar contra una barrera inquebrantable", indicó el experto en conflictos africanos del instituto de paz de E.U, Abiodun Williams.

Según Williams, en este momento el escenario libio es lo más parecido a una guerra civil, pues la posición de Gadafi es la de un hombre a la espera de que "las ratas", como él mismo calificó a los sublevados, vayan a él y caigan en la trampa.

"Me he comunicado con personas en la zona que indican que las cifras de muertos son inciertas. Algunos hablan de cinco, otros de más de 600 y hasta hay informaciones que elevan esa cifra a más de 10.000", afirmó Williams.

La artillería pesada de Gadafi está apostada en las puertas de Bab al Aziziya, en el sur de Trípoli. Esto, sin contar las denuncias sobre miles de mercenarios contratados por el líder libio para que lo protejan.

Respecto a un eventual cambio de opinión de Gadafi para abandonar el poder sin causar más derramamiento de sangre, Williams lo ve poco probable: "No tiene aliados cercanos, Venezuela le está cerrando las puertas y es improbable que viaje a Cuba", aseguró.

A las escasas probabilidades de que tome la vía pacífica, se suma la muralla de hombres en frente de su fortaleza. Se habla de que, mínimo, Gadafi cuenta con 100 mil militares, fuertemente armados, cercando la entrada a Trípoli. Sin embargo, los manifestantes no están dispuestos a retroceder y siguen su camino para enfrentar cara a cara a su principal objetivo.

Pese a que la mayoría de países rechazan la forma en que Gadafi enfrenta esta crisis, y se han pronunciado con preocupación por el alza incesante del precio del petróleo, Williams descarta una intervención internacional: "La única intervención posible es la de intentar evacuar a todos sus ciudadanos. Pero ningún país, menos Estados Unidos, quiere enfrentar una nueva guerra".

"A Gadafi le quedan las sanciones, pero vemos que hasta ahora este tipo de castigos han sido insuficientes para países como Irán o hace algún tiempo Cuba", agregó Williams.

Algunos sostienen que la furia de Gadafi ha develado su talón de aquiles: la ejecución de varios de sus hombres y la deserción de otros seducidos por la oposición, pueden ser la causa de que el líder libio haya decidido poner su seguridad personal en manos de los mercenarios, y no del Ejército.

Hasan Turk, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Antioquia, afirmó que lo que sucede Libia es un hecho histórico y sin precedentes.

"Esta región fue de las últimas en despertarse de la Guerra Fría, estaban gobernadas por los dictadores que habían llegado al poder durante esa época", dijo.

Para Turk, caiga o no el gobierno de Gadafi, está claro que estos regímenes avergüenzan al mundo árabe: Hosni Mubarak, Ben Ali, Rey Abdala II y Rey Abdala de Arabia Saudí, entre otros, han pasado a ser cosa del pasado: "Medio Oriente está preparado para un nuevo renacer democrático", concluyó.

Rebelión en contra del autoritarismo árabe-musulmán: ¿Ola de democratización?

Rebelión en contra del autoritarismo árabe-musulmán: ¿Ola de democratización?

Por: Eduardo Pastrana Buelvas*

¿Está Vigente la Tercera Ola de Democratización?

Las revueltas de las últimas semanas en las sociedades árabe-musulmanas han generado nuevamente expectativas sobre el renacimiento de los procesos de transición a la democracia. Con el concepto de democratización se ha tratado de definir el proceso que determina la etapa de transición desde la caída de un régimen autoritario hasta la consolidación del sistema democrático. Conceptos como autocracia, absolutismo, autoritarismo y totalitarismo han sido utilizados para caracterizar una variedad de formas de dominación político social en el transcurso de los últimos tres siglos, las cuales, a pesar de las muchas diferencias que se pueden constatar entre tales tipologías de régimen, tienen en común su carácter antidemocrático.

Las luchas por la conquista de las libertades democráticas que se vienen propagando en las sociedades árabes-musulmanas trae a la memoria el otoño caliente de 1989 que sirvió de escenario para que los ciudadanos de la Europa del Este derrumbaran las dictaduras totalitarias del socialismo de Estado. Para Samuel Huntington, quien fue uno de los politólogos más conocidos y controvertidos de las últimas cuatro décadas, “las revoluciones de terciopelo” el los países de “la Cortina de Hierro” se enmarcaron, según su concepción, en la tercera ola democrática. En su libro “La Tercera Ola” (1991), Huntington plantea que se han producido tres olas democráticas en la historia moderna, o sea, tres procesos de transformaciones de gobiernos autoritarios en gobiernos democráticos. La primera de ellas comenzó en 1828 y concluyó en 1926; la segunda dio inicio en 1943 y terminó en 1962: y la tercera tiene sus comienzos en 1974 y podría tener todavía vigencia en las posibles transiciones que se pueden llevar a cabo en el norte de África, el Oriente Próximo y el Lejano Oriente.

A pesar de las críticas y debilidades que han sido señaladas en el marco interpretativo ofrecido por Huntington, su concepción sobre las tres olas democráticas se ha mostrado como útil a la hora de analizar los procesos de democratización desde una perspectiva histórica y la idea de una tercera ola sigue teniendo vigencia. Sin embargo, la posición de Huntington sobre la relación estrecha entre democracia y Occidente y, en especial, la supuesta incompatibilidad de este régimen político con el Islam, le generó muchas críticas. Así mismo, fue cuestionada duramente su presunción sobre el autoritarismo genético de las otras grandes civilizaciones y religiones del mundo, como el confucionismo, el budismo o el islamismo.

Hasta ahora, las sociedades árabe-musulmanas habían mostrado su rechazo a las ideas de expansión de la democracia liberal y la consideraban como propia de los valores occidentales, es decir, como un instrumento para reforzar las pretensiones postcoloniales de mantener la hegemonía de Occidente en la región. Sin embargo, lo interesante de las revueltas que estamos presenciando es que su naturaleza es eminentemente civil y secular, es decir, muy distante a los acostumbrados golpes de Estado, los procesos nacionalistas o fundamentalistas. La reacción en cadena que está estremeciendo los fundamentos del autoritarismo en esta parte del mundo ha abierto la puerta a una forma de movilización de carácter pluralista. Es una rebelión pluriclasista en cuyo desarrollo están participando individuos pertenecientes en muchos casos, pero en otros no, a distintas organizaciones civiles, políticas y religiosas. Así mismo, la novedad se expresa también en la equivalencia de las demandas que se enarbolan de Túnez a Egipto, de Bahrein a Libia, Argelia a Yemen, de Arabia Saudita a Irán y así sucesivamente: cambio radical de gobierno, elecciones libres y democracia. Se ha derrumbado el mito de la sumisión de los pueblos árabes-musulmanes y su incapacidad de rebelarse.

El fracaso de Occidente

Por otra parte, también es cierto que el efecto multiplicador de “la revolución de los jazmines” ha tomado por sorpresa y sin un concepto claro a EE.UU. y la Unión Europea (UE). En los círculos políticos y diplomáticos de Occidente se renuevan los debates fundamentales sobre valores o intereses, No intervención o Derechos Humanos, política de estabilidad o exportación de la democracia. Orientados por sus intereses geopolíticos, las potencias occidentales renunciaron a exigirles a las gerontocracias del norte de África y el Oriente Próximo el respecto y la garantía de las libertades civiles y políticas de sus ciudadanos a cambio que estos regímenes autoritarios y corruptos tuviesen en Jaque al fundamentalismo islámico, sirvieran de diques a la emigración incontrolada y fuesen garantes de la seguridad de occidente y de Israel. La doble moral de la Unión Europea (UE) y EE.UU. los llevó a tolerar por décadas el despotismo y la corrupción de estos gobiernos, siempre y cuando garantizaran a través de la estabilidad la seguridad de los primeros.

Por tanto, lo que más preocupa a Occidente en los actuales momentos es que los posibles procesos de transición a la democracia sean capitalizados por los grupos integristas para acceder al poder, tal como ocurrió cuando el FIS en (Frente Islámico de Salvación) en Argelia (1991) y Hamas en Palestina (2006) ganaron las elecciones. Las elites pro-occidentales en Argelia respondieron con un golpe de Estado y la declaratoria de ilegalidad del FIS en marzo de 1992, contando con el silencio cómplice de Occidente. Por lo que se refiere al acceso de Hamas al poder, la actitud de Occidente ha sido la de no reconocer su gobierno en la franja de Gaza como un interlocutor válido de la cuestión palestina y han calificado, con fundamento, permanentemente a la organización como terrorista.

La esfera pública global: nuevo espacio para la democracia

En contraste con la postura anti-occidental que dominaba el espectro de las consignas de los movimientos nacionalistas e islamistas en dichas sociedades en el pasado, las revueltas cuestionan ahora directamente la legitimidad de los regímenes autoritarios que están empotrados en el poder. La referencia frecuente al pasado colonialista como fuente de todos los males y la presencia de Israel en la zona, sin que ello haya sido superado del todo, no han sido ni el desencadenante de los levantamientos ni el contenido de las agendas. Sin desconocer que el desempleo creciente y la falta de perspectivas han sido también un detonante, las demandas tienen un común denominador: el grito de libertad.

Por tanto, estamos presenciando un cambio radical en la agenda de los movimientos que se han venido gestando, construidas alrededor de demandas que encarnan la realización de valores políticos y sociales anteriormente rechazados, por ser considerados como propios de Occidente. Los procesos de globalización han generado la ampliación espacio-temporal de las prácticas sociales más allá de las fronteras de estos Estados, en cuyo contexto ha venido aumentando la participación activa de la ciudadanía fuera de los círculos políticos formales, constituyendo paulatinamente un ámbito público global que sirve de escenario para la promoción y defensa de bienes públicos globales como los derechos humanos (DDHH). La interconexión y coordinación regional y global de la acción ciudadana ha sido favorecida por el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), ampliando la caja de resonancia de la esfera pública. En este sentido, las redes sociales han jugado un papel importante en las revueltas en el mundo árabe-musulmán, en el proceso de concertación colectiva de las movilizaciones en contra de las gerontocracias. A pesar de los problemas socioeconómicos de muchas de las poblaciones árabe-musulmanas, amplios sectores de la sociedad han tenido acceso creciente a la comunicación por Internet, la telefonía móvil y la televisión vía satélite. Los levantamientos han evidenciado como las redes sociales como Facebook o los sitios de microblogging como Twitter han servido de instrumentos para impulsar y coordinar las movilizaciones sociales. Igualmente, se debe destacar el papel clave que han jugado las comunidades de emigrantes de estos países en el extranjero al participar activamente en tales redes, coordinando estrechamente con sus compatriotas en sus países de origen las movilizaciones sociales en contra del autoritarismo. Así mismo, han logrado mediante su participación deliberativa en los foros virtuales que el desarrollo de los acontecimientos en sus países de origen y el contenido de las demandas de las protestas haya tenido un gran despliegue y visibilidad a nivel internacional. Efectivo ha sido también el apoyo recibido a través del ciberespacio desde el extranjero que, como en caso de Túnez, colapsaron los portales gubernamentales.

El fin de las repúblicas dinásticas

El modelo de repúblicas dinásticas ha llegado a su ocaso y comienzan a ser arrolladas por las revueltas populares. Ben Alí en Túnez y Mubarak en Egipto han sido derrocados; Gaddafi está acorralado y se aferra al poder cometiendo genocidio en contra del pueblo libio; las protestas aumentan intensidad en Yemen en contra del dictador Ali Abadullah Saleh; en Bahréin el rey Hamad Ben Issa Al-Khalifa intententa por todos los medios de contener la revuelta; en Jordania comienzan a atizarse las protestas en contra del rey Abdalá II; en el Irán teocrático se vienen presentando manifestaciones en contra del régimen; pareciera también que Arabia Saudita y Siria puedan contagiarse. Es más, los jóvenes palestinos que viven en la franja de Gaza comienzan a expresar su descontento en contra del autoritarismo religioso de Hamas y perciben como fracasado su proyecto político. En fin, la mayoría de los ciudadanos de estos países no ven ningún futuro en este modelo de sociedad, el cual ni siquiera genera atractivo en los sectores más desfavorecidos. El nuevo espacio público transnacional de las redes sociales ha saltado en pedazos el control hermético que estos regímenes autoritarios ejercían sobre el flujo de información y la formación de la opinión pública. Las redes sociales se han convertido en auténticos multiplicadores para la movilización popular.

Las Nuevas Generaciones y la Democracia

Muchos de los que han participado en los levantamientos de las últimas semanas son asiduos usuarios de Internet y miembros de las redes sociales y, además, en su mayoría jóvenes, quienes constituyen cerca del 60% de la población en dichos países. Las demandas de cambio de régimen no reivindican, como en el pasado, el poder para la comunidad religiosa sino para el individuo. Posiblemente, algunos grupos persistirán en el intento de politizar las creencias religiosas, pero otros sectores de la sociedad han comenzado a tomar también distancia del autoritarismo fundamentalista y anteponen a este modelo de sociedad autocrática el principio de autonomía del individuo. Además, el principio de soberanía en el Islam se fundamenta en Dios, pero, de acuerdo con las nociones de justicia que están implícitas en la fe musulmana, la voluntad divina se puede encarnar en el pueblo. Este ha sido el anhelo que ha aflorado en la ola de protestas que ha comenzado a cambiar el mapa político en el Magreb y Oriente Próximo, en donde las demandas de democratización no han sido la exigencia de potencias extranjeras sino que han surgido de las entrañas de estas mismas sociedades. Se está exigiendo no un cambio de régimen sino de sistema.

El concepto de libertad individual, que antes era demonizado como un valor occidental y cristiano, ha venido tomando arraigo en la conciencia de las nuevas generaciones y comienza a apreciarse como un valor universal. Aproximadamente, el 60% de la población en la región del Magreb (Norte de África) es menor de 25 años y han comenzado a perderle el miedo a la opresión y a demandar mayores oportunidades para progresar. Se percibe una relación distinta de las nuevas generaciones con la modernidad en lo que se refiere a los derechos civiles y políticos.

El Talón de Aquiles de las Transiciones

Sin embargo, el sistema político en estos países es demasiado frágil y el pluripartidismo es algo muy distante a una cultura política que ha estado marcada por el autoritarismo de décadas, lo cual plantea muchos obstáculos para que los procesos de concertación moderen las posturas maximalistas. No será nada fácil para los gobiernos que tendrán la tarea de enfrentar y conducir los procesos de transición a la democracia, porque encontrarán un gran escollo para su buena gestión y estabilidad en las tensiones que se producirán entre las reformas políticas y las demandas socioeconómicas, tales como generación de empleo y el cumplimiento de políticas macroeconómicas que puedan restringir la inversión social, reducir el poder adquisitivo de la población y generar carestía en los bienes de consumo básico.

Muchos del los Estados de la convulsionada región tienen graves problemas económicos que no son fáciles de superar. Se teme que se pueda producir una gran decepción en quienes han puesto sus esperanzas en el cambio, cuando experimenten que la simple introducción de elecciones libres no soluciona automáticamente la miseria social. El desencanto puede conducir a darle la espalda al proceso de democratización y puede abrir la puerta a agendas populistas o de fanatismo religioso. Este fantasma inquieta a las potencias occidentales, quienes han visto con recelo la participación de los miembros de la Hermandad Musulmana en la fase decisiva del derrocamiento de Mubarak en Egipto.

¿Cuál será el rol de Occidente en las Transiciones?

Tanto el Magreb como el Oriente Próximo tienen una importancia geoestratégica para EE.UU. y la UE. La gestión de sus intereses geopolíticos en esta parte del mundo depende mucho de su estabilidad y de las estrategias que desarrollen. Los sucesos de las últimas semanas tomaron por sorpresa a los gobiernos occidentales y sus respuestas han sido tardías frente a la velocidad y la fuerza abrumadora de los acontecimientos. En el caso de la UE por su vecindad inmediata, la volatilidad de la región representa amenazas directas para su seguridad. Por lo tanto, en los posibles procesos de transición a la democracia se hace indispensable la cooperación tanto económica y como logística de la UE, EE.UU. y de organismos internacionales como la ONU. De lo contrario, los movimientos fundamentalistas, como en el pasado, podrían aprovechar la anomia social para acceder al poder. No bastará con asesorar a las autoridades de transición sobre las bondades del Estado de derecho y las leyes electorales. Se requiere ayudar a construir una sociedad civil y un sistema político fuertes que le den consistencia al proceso de democratización. Hasta ahora, la estrategia de Occidente, que prefirió una estabilidad precaria, garantizada por regímenes autoritarios, ha fracasado. La democracia no echo raíces en la región con la complicidad externa de EE. UU y la UE, quienes, a pesar de su discurso ético sobre los DDHH, practicaron una doble moral.

Democracia y Libertad son Valores Universales

Considero que la conformación de una esfera pública global, facilitada por el alto grado de interconexión entre las distintas sociedades, como producto de la masificación planetaria y el bajo costo de las TIC, ha contribuido paulatinamente a la compresión universal de valores como la autonomía del individuo, la libre formación de la opinión y la voluntad de los ciudadanos y su participación libre en los procesos democráticos. Las nuevas generaciones, que han crecido familiarizadas con el uso de las redes sociales, han aprendido a darle importancia al derecho de estar informado, a la necesidad de transparencia en la gestión de lo público y a valorar el derecho de poder expresarse libremente. La nueva sociedad civil global, cuyo accionar e influencia trasciende las fronteras de las sociedades autoritarias, está logrando que los DDHH y las ideas de democracia, que antes eran considerados sólo valores universales, se vayan convirtiendo en bienes públicos universales, que ahora son reclamados como propios por ciudadanos pertenecientes a otros círculos culturales. En fin, parece que las sociedades árabe-musulmanas están llegando a su mayoría de edad y sus gritos de libertad los convierte en protagonistas de su ingreso a su propia modernidad al despuntar el siglo XXI. El tiempo tendrá la última palabra.



* Director del Departamento de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana y Editor de la Revista Papel Político.

lunes, 28 de febrero de 2011

Muamar Gadafi: "todo mi pueblo me ama"

Muamar Gadafi: "todo mi pueblo me ama"

Seguidores de Muamar Gadafi en Libia

El coronel Gadafi aseguró que su pueblo moriría para protegerlo.

El líder de Libia, Muamar Gadafi, le dijo a la BBC que es amado por todo su pueblo y negó que se hayan producido protestas en la capital, Trípoli.

El coronel Gadafi aseguró que su pueblo moriría para protegerlo.

Además, se rió de la sugerencia de que abandone el país y afirmó que se siente traicionado por los dirigentes que le pidieron que renuncie.

Varios gobiernos en distintas partes del mundo siguen condenando los ataques contra civiles en Libia y este lunes la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, dijo que Gadafi "se debe ir ahora".

Hace unas horas la Unión Europea (UE) impuso sanciones a Libia, incluyendo un embargo de armas, la congelación de activos, así como la prohibición de viaje a Gadafi y a su círculo cercano.

clic Lea: Libia: ¿Qué pasaría si Gadafi se fuera?

Despreocupado

Gadafi dio las declaraciones durante una entrevista con el editor de la BBC, Jeremy Bowen, en Trípoli.

El mandatario libio expresó que la gente que ha protestado en las calles se encontraba bajo la influencia de drogas suministradas por la red al-Qaeda.

Protestas en Bengasi (Foto: Archivo)

Manifestantes controlan ciudades en el este del país, entre ellas Bengasi.

Añadió que esas personas se apoderaron de las armas y que sus partidarios no estaban bajo órdenes de disparar.

Gadafi acusó a los países occidentales de abandonar a Libia y dijo que éstos no tienen moral y que lo que quieren es colonizar el país.

Cuando se le preguntó si iba a renunciar, respondió que no puede irse ya que -afirmó- no tiene una posición oficial e insistió en que el poder está en manos del pueblo.

Gadafi desmintió a aquellos -incluyendo al primer ministro británico, David Cameron- que lo han acusado de tener dinero en el extranjero. Los retó a que muestren las pruebas.

Bowen indicó que el coronel estaba relajado mientras hablaba en un restaurante con vista al puerto de Trípoli, antes de partir a gran velocidad en una caravana conformada por decenas de vehículos.

"Parecía muy despreocupado por la presión extranjera, diciendo que el pueblo libio está con él, que el pueblo libio lo ama", indicó Bowen.

Gadafi enfrenta un enorme desafío a su gobierno de 41 años.

En el terreno

La revuelta opositora ya controla ciudades en el este del país y los disturbios también continúan en Trípoli y sus alrededores.

Informes señalan que este lunes se registró una protesta antigubernamental en un suburbio de la capital, así como combates en las inmediaciones de la población Misrata y un ataque de la fuerza aérea a depósitos de municiones en el este del país.

Muamar Gadafi

Gadafi dijo que no podía retirarse cuando se le preguntó si iba a renunciar.

La semana pasada, alrededor de 100.000 personas huyeron de los disturbios contra el gobierno libio, de acuerdo con estimaciones de las Naciones Unidas (ONU).

El éxodo de trabajadores egipcios desde el oeste de Libia comenzó el miércoles, pero desde entonces se ha intensificado, señaló el corresponsal de la BBC en la frontera con Túnez, Jim Muir.

Cerca de 1.000 personas por hora están cruzando de Libia hacia Túnez, indicó nuestro corresponsal.

clic Lea también: Libia: creciente crisis de refugiados en la frontera

"Mercenarios y matones"

Ministros de Relaciones Exteriores reunidos en una conferencia de la ONU sobre derechos humanos en Ginebra, hicieron un llamado al coronel Gadafi para que abandone el poder.

Clinton acusó a Gadafi y a sus seguidores de utilizar "mercenarios y matones" para atacar a civiles desarmados y ejecutar a soldados que se negaron a utilizar sus armas contra sus conciudadanos.

La secretaria de Estado de EE.UU. también expresó que aunque los buques navales de Estados Unidos se están colocando cerca de Libia, no se esperaba ninguna acción militar.

Cuando se le preguntó si EE.UU. respaldaría un posible exilio de Gadafi, Clinton respondió: "Si con su salida se podría poner fin a la violencia ... puede ser que sea un buen paso, pero creemos que la responsabilidad debe privar por lo que ha hecho".

El Departamento del Tesoro anunció que había bloqueado US$30.000 millones en activos libios, la mayor suma congelada hasta el momento.