martes, 20 de noviembre de 2012

LOS TERRORISTAS PREFERIDOS EN WASHINGTON



14 de noviembre de 2012

La grupo iraní Moyahedin-e Jalq consigue salir de la lista de organizaciones terroristas a golpe de lobby.

AFP/Getty Images

La organización iraní de los Moyahedin-e Jalq nació en 1964 como un grupo de corte islamo-marxista. Había apoyado la revolución de 1979 para derrocar al Sha, había respaldado la toma de rehenes en la embajada estadounidense en Teherán y había adoptado como su lema principal el slogan “Death to America” (Muerte a América) y “Death to imperialism” (Muerte al imperialismo), palabras que componían en gran medida el lenguaje contestatario popular en aquella época. Tras la revolución, un choque de intereses con el ayatolá Jomeini en la repartición del poder ocasionó que el grupo entablara una alianza militar con Sadam Hussein durante la guerra entre Irán e Irak, atacando algunas ciudades del norte de Irán, volando algunas oficinas diplomáticas iraníes alrededor del mundo y atentando contra la vida de influyentes políticos de la República Islámica de la talla de Alí Jamenei, Alí Akbar Rafsanyani y Mohammed Jatamí. Por todo ello, este grupo entró en la lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos el 8 de octubre de 1997, tras ser encontrada responsable del asesinato de varios ciudadanos estadounidenses y ser considerada como un peligro para la seguridad internacional.
Pero el pasado 29 de septiembre de 2012, Hillary Clinton decidió eliminar formalmente a los Moyahedin de dicha lista. La justificación se basó en la “falta de pruebas que mostraran su actividad armada tras el desmantelamiento de su campo de operaciones en Irak en 2003”, además de la “buena disposición de trasladar a cerca de 3.000 miembros de aquel lugar al Campo Libertad”, al noreste de Bagdad, como una muestra de su voluntad a seguir una hoja de ruta para convertirse en una organización pacífica de oposición al actual Gobierno iraní.
Pero también es cierto que no solo la voluntad de los Moyahedin es un factor clave de esta decisión. Este hecho también ha constituido el resultado de un largo debate entre aquellos congresistas estadounidenses que defendían, por un lado, la idea de que esta organización constituía una herramienta estratégica para recopilar información en caso de una intervención armada en Irán, y los que abogaban, por el otro, que se trataba de un grupo terrorista de base ideológica antiestadounidense, mercenario y sin una plataforma democrática en el interior de su organigrama. De estas perspectivas, la primera se ha impuesto, no sin antes señalar la intensa labor de lobby que la misma organización ha hecho a lo largo de 15 años en los pasillos de Washington para que así sucediera.
Al tratarse de una maniobra ilegal, los Moyahedin, en tanto terroristas, no podían otorgar dinero directamente a los congresistas estadounidenses, por lo que sus labores de cabildeo tuvieron que diversificarse a través de varias organizaciones no lucrativas o no gubernamentales a “favor de los derechos humanos en Irán” tales como la Comunidad irano-estadounidense de Missouri (IACAM) o a través de particulares como Robab Mahdavieh o Ramesh Sepehrrad quienes, desde Washington, habían servido de contacto para trasladar fondos a los destinatarios correspondientes sin comprometer a los líderes de la organización residentes en París o Londres ni a sus receptores en Washington.
El origen del dinero de estas personas se desconoce. Pero tratándose de recursos suficientes para promover una campaña de tal impacto, algunos expertos como Abol Hassan Bani Sadr o Richard Silverstein han sugerido que el dinero utilizado para el lobby de los Moyahedin en Washington proviene de gente de Israel y de Arabia Saudí que está interesada en golpear militarmente a Irán a corto plazo. En abril de 2012, Seymour Hersh escribió un artículo que dio la vuelta al mundo donde mostraba que el gobierno de George W. Bush había entrenado con labores de inteligencia y espionaje a miembros de los Moyahedin en un campo militar en Nevada, con lo que relucía el interés de algunos círculos en Washington por mantener cerca y controlada a dicha organización ante un posible conflicto militar con Irán.
Así, en los últimos años, figuras políticas como Rudolph Giulianni, Tom Ridge, John Bolton, el ex gobernador de Vermont Howard Dean, el ex Fiscal Michael Mukasey, el ex director del FBI Louis Freeh, entre muchos otros, han celebrado reuniones formales e informales con simpatizantes de la organización en lugares como el Hotel Willard en Washington y han ofrecido discursos ante el Congreso estadounidense para abogar por la salida de los Moyahedin de la lista de organizaciones terroristas. A su vez, ellos también han acudido a diversas manifestaciones en ciudades como  Bruselas, Londres, París y Berlín para participar en congresos organizados por el rostro público de la organización, Maryam Rayavi.
Algunos de estos conferenciantes como Rudolph Giulianni o Tom Ridge han declarado que su apoyo a la organización es por convencimiento. Sin embargo, otros han reconocido la aceptación de los viáticos y de cuotas compensatorias que van desde los 10.000 a los 50.000 dólares por discurso tales como el de Ed Rendell, actual gobernador de Pensilvania, quien dice haber aceptado más de 150.000 dólares por parte de los simpatizantes de  la organización, así como lo ha hecho Lee Hamilton, un influyente ex congresista quien declaró públicamente la aceptación de “montos significativos” por sus apariciones en público. Otras personas que han aceptado pagos similares por sus servicios han sido el General Jones y el General Zinni quienes han recibido cuotas de entre 20. 000 y 30. 000 dólares.
El hecho de mantener a varias personalidades como las antes citadas en eventos públicos es una estrategia muy conocida en el ámbito del marketing. Se emplea a menudo en las redes sociales, en suscripciones a periódicos o en apoyo hacia asociaciones caritativas y consiste en crear, a partir de un contacto conocido de gran renombre o estatus social, una cierta credibilidad en las acciones que se llevan a cabo para que aquel contacto pueda hacer que otros personajes de su misma categoría o prestigio realicen la misma actividad que él cuando se les requiera. No importa si los conferencistas están convencidos de lo que dicen, o si están bien informados o no, lo importante es tenerlos en el evento y sacar fotografías, firmas o vídeos de su presencia para aumentar la audiencia y visibilidad del evento.
Además de las conferencias con influyentes políticos, los Moyahedin han publicado artículos de opinión en periódicos como The Washington Post o The New York Times, han contratado empresas de cabildeo como diGenova & Toensing o de conferencias como el Washington Speakers Bureau y el International Speakers Bureau con las que se contactaron decenas de legisladores mediante entrevistas y cenas con sus asistentes.
Esta es una pequeña prueba de la inmensa red de contactos e influencias que los Moyahedin tuvieron que tejer para conseguir un apoyo legal en su camino hacia el derrocamiento del régimen iraní, una misión que se nota difícil por sus dimensiones pero que les sirve como el motivo perfecto para mantener su supervivencia política.

CRÓNICA DE UNA OPERACIÓN ANUNCIADA



20 de noviembre de 2012

¿Le conviene a Israel aceptar una tregua?

AFP/Getty Images
EN IMÁGENES: GAZA EN LLAMAS

La puesta en marcha de la Operación Amúd Anán –traducida al castellano como Pilar de Defensa–  no ha pillado a nadie por sorpresa. Hacía meses que las milicias palestinas habían incrementado el lanzamiento de cohetes Qassam y morteros contra las ciudades y los kibutzim del sur de Israel, lo que ha obligado al actual Gobierno presidido por Benjamín Netanyahu (de derechas) a acometer una ofensiva militar que redefina las reglas del juego, tal como ya hiciera el ejecutivo de Ehud Olmert (de centro) en diciembre de 2008 con la operación Plomo Fundido. Israel se encuentra en fase preelectoral y no puede permitirse el lujo de que las milicias palestinas influyan en la composición de la próximaKnesset (parlamento israelí) y, por ende, en la configuración del próximo Gobierno.
A la necesidad de parar el lanzamiento de cohetes Qassam y morteros se unía la de neutralizar los depósitos de cohetes Grad (de fabricación china, similar al Katiusha ruso) y Fajr-5 (de fabricación iraní, también denominado por las milicias palestinas como M-75 en alusión a su radio de alcance, de 75 kilómetros), pues de no hacerlo, Israel a medio plazo se podría encontrar atrapado dentro de un fuego cruzado de cohetes con Hezbolá lanzando desde el norte, y Hamás y las guerrillas salafistas del Sinaí desde el sur. Así las cosas, la puesta en marcha de esa segunda edición del Plomo Fundido era una mera cuestión de oportunidad. Otra cosa es que precisamente por encontrarnos en fase preelectoral tenga que ser una operación rápida, que concluya con la tregua que se negocia en estos momentos; o bien que desencadene una campaña terrestre, lo que obligaría a posponer las elecciones, fechadas para el 22 de enero.

Detonantes de la escalada de violencia
Aunque las razones sean las ya mencionadas –terminar con el lanzamiento de cohetes de corto alcance y neutralización de los arsenales de medio– los detonantes inmediatos han sido otros. Desde el punto de vista israelí fueron dos ataques contra las fuerzas que patrullan la verja perimetral de la Franja de Gaza (uno con un artefacto explosivo improvisado el día 6 de noviembre, sin víctimas, y otro con un cohete antitanque el día 10, que se saldó con 4 soldados heridos, uno de ellos muy grave), así como el lanzamiento de más de un centenar de cohetes contra los centros urbanos adyacentes a la Franja entre las jornadas del 10 y del 11 de noviembre.
En cambio, desde el punto de vista palestino, esta escalada no habría tenido lugar de no haber obligado a las milicias a actuar tras la muerte de un joven de 13 años el día 8 en las inmediaciones de Jan Yunis. Según la versión local fue alcanzado por un proyectil de gran calibre –fuera una ráfaga de helicóptero artillado o de un tanque– mientras jugaba al fútbol. Según la Oficina del Portavoz delTsahal (Ejército israelí) pudo tratarse de un proyectil extraviado durante una confrontación en un área cercana entre sus efectivos y los Comités de Resistencia Popular. El caso es que durante el entierro del adolescente se multiplicaron los gritos de venganza, por lo que el día 10 los Comités de Resistencia Popular (guerrilla del sur de la Franja formada por una amalgama de elementos armados sin vínculos concretos con ningún partido político) perpetraron esa emboscada contra un jeep que circulaba por la pista de arena batida aneja a la verja, poniendo en evidencia las vulnerabilidades de las patrullas israelíes.
En cuanto al lanzamiento del centenar de cohetes entre los días 10 y 11, para los palestinos se trató de una reacción ante los bombardeos efectuados por la aviación israelí, que provocaron 16 víctimas mortales y medio centenar de heridos. Entonces, al igual que hiciera a finales de octubre tras una espiral de violencia muy similar, el nuevo Gobierno egipcio presidido por Mohammed Mursi tomó cartas en el asunto y logró mediar un alto el fuego entre las partes. Por su parte, ese mismo día 12 el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, reunía a todo el Cuerpo Diplomático extranjero en la ciudad de Asquelón para advertir públicamente de que no iba a tolerar más lanzamientos que obligaran a la población civil a esconderse constantemente en los refugios, de la misma forma que no lo haría ningún país occidental.

El asesinato de Ahmed Yabari
Da la impresión de que ese día Netanyahu tenía ya un as en la manga, esto es, el seguimiento por parte de sus servicios de inteligencia del principal dirigente del brazo armado de las Brigadas Izzadin Al Qassam, Ahmed Yabari, cuyo asesinato selectivo dio comienzo a la operación Pilar de Defensa. La ejecución de este dirigente del brazo armado de Hamás tenía un alto valor simbólico porque se había encargado del dispositivo de cautiverio del cabo Gilad Shalit, moviéndolo de zulo en zulo entre julio de 2006 y octubre de 2011 en que fue liberado, y que además se personó en el paso fronterizo de Rafah el día del intercambio. Además, según Israel, actuaba a modo de jefe de estado mayor de las Brigadas y como coordinador del lanzamiento de cohetes, lo que le había colocado en el primer lugar de la lista de buscados.
Los palestinos ofrecen una versión muy diferente del personaje, pues dicen había profesionalizado las fuerzas de seguridad regulares y unificado el mando de las Brigadas Izzadin Al Qassam, a la vez que había disciplinado a elementos díscolos de otras milicias (los Comités de Resistencia Popular, las Brigadas Al Quds de la Yihad Islámica, las Brigadas Abu Alí Mustafá del FPLP, entre otras). En decir, era el garante de que una vez que se alcanzaba una tregua, ésta funcionase sobre el terreno y, según ha publicado el pacifista israelí Gershon Baskin (que estuvo involucrado en la trastienda de las negociaciones que posibilitaron la liberación de Shalit), uno de los principales promotores de complementar la reconciliación nacional con Al Fatah y la consecución de una tregua de largo alcance con Israel (según ha publicado Baskin, Yabari incluso había terminado un borrador de documento de tregua pocas horas antes de su asesinato).

Tregua en ciernes
Después de una semana de enfrentamientos, durante la que las milicias palestinas han lanzado cientos de cohetes sobre las ciudades de Israel (incluyendo Tel Aviv y Jerusalén por primera vez, causando la muerte a tres civiles y decenas de heridos) y el Tsahal ha realizado más de un millar de operaciones, bombardeando objetivos de todo tipo dentro de la Franja (silos y lanzaderas de cohetes, depósitos subterráneos de armas y explosivos, pero también múltiples edificios institucionales y blancos civiles como emisoras de televisión) todo apunta a que la proximidad de las elecciones en Israel y el aumento de la presión internacional (hoy está prevista la llegada del Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, y de la Secretaria de Estado de los EE UU, Hilary Clinton) coadyuven al Gobierno israelí a aceptar una nueva tregua. A pesar de las repetidas amenazas por parte de Netanyahu de lanzar una operación terrestre no le interesa presentar bajas militares a pocas semanas de los comicios.
Igualmente no le conviene alargar la campaña militar –que según las estadísticas del ministerio de Sanidad ha provocado ya más de un centenar de muertos y casi un millar de heridos, de los cuales el 40% serían niños, mujeres y ancianos– en vísperas de que el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina y Secretario General de la OLP, Mahmud Abbás, se dirija el próximo día 29 ante la Asamblea General de ONU para solicitar el amejoramiento de su actual estatus como miembro observador a “Estado no-miembro”. Pues de conseguir su objetivo, Abbás podría solicitar (igual que hizo anteriormente de forma exitosa en la UNESCO) a renglón seguido la ratificación del Estatuto de Roma y el correspondiente ingreso en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. En este caso y a diferencia que tras la Operación Plomo Fundido, la nueva entidad palestina podría denunciar a Israel por crímenes de guerra ante el alto tribunal, lo cual no sólo llevaría a la condena internacional del Gobierno Netanyahu, sino que probablemente también contribuiría a su fracaso electoral.

LAS COORDENADAS DE LA NUEVA DIPLOMACIA EGIPCIA



20 de noviembre de 2012

Una política exterior más independiente a la par que moderada busca restaurar la influencia del país árabe.

El presidente egipcio, Mohamed Mursi, no tolerará imposiciones extranjeras. En el discurso político se utiliza la palabra Karama, dignidad en árabe. Se rechaza la docilidad y sumisión tradicionalmente atribuidas a los egipcios.
En palabras de su presidente, el país árabe es un Estado civil, democrático, constitucional y moderno. Mursi sostiene que las relaciones internacionales son abiertas y su base el equilibrio y la independencia. Mantendrá un papel menos explícitamente proestadounidense, distanciándose de décadas de seguidismo de las políticas de Washington. Al mismo tiempo tranquiliza a sus aliados tradicionales.
    
    
AFP/Getty Images
    
El presidente egipcio, Mohamed Mursi, durante una reunión de la Asamblea de Naciones Unidas, septiembre de 2012.
El destino de su primer viaje oficial al extranjero fue Riad. Egipto y Arabia Saudí comparten intereses y fuertes vínculos religiosos y emocionales. Con 1,7 millones de egipcios trabajando en Arabia Saudí y 700.000 residentes saudíes en Egipto, la teocracia saudí trata de invertiren los salafistas. Pero los Hermanos Musulmanes son más pragmáticos, exitosos empresarios que buscan oportunidades de negocio. Mursi ha desarrollado normas claras y transparentes para esta relación estratégica: coordinación en cuestiones de seguridad del Golfo tras el impacto de la Primavera Árabe.
Sin embargo, su gestión no se ha reflejado en una mejora de las rigurosas condiciones de trabajo de los ciudadanos de su país en el reino saudí. Y las reiteradas acusaciones de activistas de derechos humanos muestran que sigue el maltrato a los presos egipcios.
Con Libia y Túnez, El Cairo ha acordado reforzar la cooperación económica, cultural y en materia de seguridad. La oferta turística puede presentarse como espacio unificado en un solo paquete. Se corregirán defectos estructurales, consolidando los recursos naturales y la fuerza combinada de sus poblaciones. Incluso discrepancias en cuanto a concentración de riqueza, distribución de población y grado de desarrollo económico se convierten en estímulos para afianzar la estabilidad regional. El pacto de solidaridad estaría abierto a otros países árabes y una integración funcional podría convertir al bloque en destino atractivo para la inversión exterior. Particularmente, de los ricos Estados del Golfo, cuyo mercado y población relativamente pequeños no absorben grandes proyectos de desarrollo. La UE con su larga experiencia en integración regional será fuente de apoyo conceptual y logístico para el proyecto.
Otra tendencia es el renovado interés por reubicarse en África. Mursi participó en la pasada cumbre de la Unión Africana en Adis Abeba reclamando para su país un papel de liderazgo. Es esencial devolver a Egipto al seno de los países de la Cuenca del Nilo compuesta por once Estados africanos. Su debilitamiento y la superpoblación amenazan el suministro de agua y la capacidad para regar los cultivos. Según el Instituto Nacional de Planificación, Egipto necesitará casi un 50% más de agua del Nilo en 2050 para satisfacer las necesidades de industria, agricultura y vivienda.
Significativamente su primer viaje fuera de Oriente Medio fue a China. Para reforzar los lazos económicos, el presidente egipcio fue acompañado de siete ministros y una delegación de más de 80 empresarios. Busca diversificar las inversiones que recibe su país, cuya economía se encuentra lastrada por el déficit presupuestario y la carencia de divisas debida al descenso del turismo.
A su regreso, pasó unas horas en Teherán para participar en la Cumbre de Países No Alineados. Su visita sirvió para descongelar las relaciones bilaterales, rotas desde 1979. El encuentro entre el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, y Mursi se vio ensombrecido por las duras críticas del egipcio al régimen sirio, estrecho aliado de Teherán. Para Musi, el apoyo a la revolución en Siria es un deber moral, así como una necesidad política y estratégica. Su plan de paz para Siria da protagonismo a las cuatro potencias regionales: Irán, Turquía, Arabia Saudí y Egipto para encontrar una salida política al conflicto. Egipto, la Liga Árabe, el Consejo de Cooperación del Golfo y Francia reconocen ya a la Coalición Nacional  –unificada– de la oposición recientemente constituida. La coalición, que aspira a la formación de un Gobierno de transición, fijará su cuartel general en El Cairo, sede de la diplomacia árabe.
Mursi ha emplazado a EE UU a rescribir su política hacia los países árabes. Ante todo debe reconocer el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino. El Cairo quiere un Estado palestino con Jerusalén Este (Al Quds) como su capital. A este derecho palestino Mursi condiciona, además, sus compromisos adoptados en los acuerdos de Camp David. Tras los atentados terroristas de agosto en el Sinaí –aprovechados por el presidente egipcio para su audaz contragolpe civil– El Cairo reforzó su presencia militar en la zona. Israel informó que no permitirá que se realicen cambios al tratado que contempla el Sinaí como zona desmilitarizada.
Según Mursi, Estados Unidos tiene  una “responsabilidad especial” para con los palestinos en virtud de los acuerdos de 1978. Camp David nunca fue un tratado de paz ordinario; más bien una anomalía política firmada bajo inmensas presiones y sostenida por constantes sobornos. Desde su firma, El Cairo ha sido el segundo beneficiario de la ayuda de Washington después de Israel, recibiendo un promedio de más de 2.000 millones de dólares (unos 1.560 millones de euros) al año en asistencia bilateral, la mayor parte en materia de defensa.
El presidente Sadat actuó “en representación” del pueblo egipcio, pero el convenio nunca fue ratificado por un parlamento democráticamente elegido. EE UU e Israel han percibido a las naciones árabes a través de sus líderes. El Gobierno israelí tendrá que abandonar su tradición de alianzasverticales con los mandatarios, que solo funcionan con regímenes autoritarios. Con la democratización se impone la horizontalidad y el acercamiento a la opinión pública árabe para una paz duradera.
En el actual conflicto que enfrenta al Gobierno israelí y Hamás desde el pasado 14 de noviembre en Gaza, la diplomacia egipcia multiplica sus esfuerzos de mediación para que se firme un alto el fuego. A diferencia de la ofensiva de hace cuatro años, ahora el Gobierno de El Cairo con los Hermanos Musulmanes se mueve en una delgada línea roja.
Se ha reabierto la frontera con la Franja a través del cruce de Rafah para la ayuda humanitaria. La visita del activo primer ministro egipcio, Hisham Qandil,  la más importante efectuada a Gaza en los cinco años y medio que lleva controlada por Hamás, es una muestra de solidaridad. Qandil denunció el ataque indiscriminado israelí y anunció nuevas “visitas egipcias oficiales y no oficiales” a la Franja.
Es responsabilidad de Washington reparar las relaciones con el mundo árabe y revitalizar los lazos con Egipto. Mursi insta a Barack Obama a actuar “contundente y rápidamente” para reafirmar su respaldo a los gobiernos emergidos de la Primavera Árabe. Advierte que Estados Unidos no debe juzgar los valores del mundo árabe que difieren de los occidentales.
      
La diplomacia egipcia multiplica sus esfuerzos de mediación para que se firme un alto el fuego en Gaza
      
Mursi desestimó críticas de la Casa Blanca acusándole de no actuar para evitar el asalto a la Embajada estadounidense en El Cairo tras la distribución del vídeo denigrando al islam. El líder egipcio argumenta que el personal diplomático nunca se encontró en peligro. No hay soluciones a corto plazo para estos incidentes. Es importante el común rechazo a la violencia en un proceso largo de comprensión mutua entre Gobiernos, líderes religiosos y una sociedad civil cada vez más vigorosa.
La relación bilateral con EE UU se ha enfriado considerablemente. El Congreso examina la suspensión de asistencia económica a países en los cuales hayan sido atacadas sedes diplomáticas de Estados Unidos.

A pesar de las protestas en la plaza Tahrir, se mantiene todavía  el  respaldo a la gestión de Mursi. Su problema más acuciante es el económico, con más de 35.000 millones de dólares de deuda. Gran parte a causa del ilegítimo y corrupto régimen anterior. Obligar –sin ayudas– al pueblo egipcio a pagar esta deuda es un castigo excesivo. El apoyo internacional para un alivio de estos compromisos (ya insostenibles) viene del FMI (respaldado por EE UU), el Banco Mundial y la UE. Los gobiernos amigos de Qatar y Arabia Saudí ya acudieron en auxilio de las arcas egipcias.
Los Hermanos Musulmanes se inspiran en el exitoso modelo económico liberal turco. Otra lección a aprender de Turquía será que el laicismo no significa antiislam, sino un sistema en que el Estado respeta todas las creencias. Esto es decisivo en un país con una importantísima comunidad cristiana copta que representa entre el 12% y el 14% de la población.
Los fondos de emergencia negociados por Egipto (con  diferentes países y organismos) incluyen un préstamo de Turquía fomentando las relaciones bilaterales en todos los sectores. No obstante, el orgullo nacionalista del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdoğan, y sus aspiraciones de liderar la región con su modelo turco pueden chocar con el excesivo protagonismo de Mursi.
En el conflicto sirio los esfuerzos de apaciguamiento de El Cairo excluyen el envío de un contingente panárabe de disuasión. Las Fuerzas Armadas de Egipto son las mayores del mundo árabe; y las de Turquía las mayores de la OTAN después de EE UU. Ambas realizan maniobras conjuntas de forma anual, pero Ankara no contará con el apoyo militar de El Cairo en caso de una guerra abierta con Siria.
En cuanto a Europa, la visita de Mursi el pasado mes a Bruselas, la Comisión ofreció una asistencia macrofinanciera una vez materializado el acuerdo de Egipto con el FMI. También está considerando una ayuda al presupuesto para respaldar el plan de recuperación económica del país. Se iniciará pronto la negociación de un área de libre comercio.
Una delegación europea con representantes de más de 100 empresas (una cuarta parte españolas) participaron el pasado día 13 en la Cumbre UE-Egipto para los negocios y el turismo. Los principales problemas identificados por los empresarios europeos fueron el retraso en los pagos, las trabas burocráticas, la falta de transparencia y la necesidad de seguridad jurídica. Otro obstáculo clave para la atracción de capital es la estabilidad política.
La Unión Europea es, junto a Estados Unidos y China, el principal mercado para Egipto, de donde importa principalmente productos de minería y carburantes, químicos y productos agrícolas. Además, es la primera fuente de inversión extranjera, ya que aporta cerca del 80% de los recursos que llegan al país por esta vía.
La política exterior europea no se limitará al papel económico. Dos ejemplos. Por un lado, se ha lanzado un ambicioso programa de ayuda –en especial a las organizaciones civiles– para garantizar una participación activa de la mujer en la toma de decisiones, mejorar su poder económico y promover el conocimiento de sus derechos. Se trata de asegurar e impulsar el papel clave de la mujer en la Primavera Árabe. Por otro, la UE ha puesto de relieve elementos positivos incluso en la reciente oleada de ataques a embajadas occidentales. Mientras las dictaduras reaccionaron de manera populista en casos similares en el pasado, los gobiernos democráticos actuales condenaron a quienes ejercieron la violencia afirmando que esa vía no es admisible.
La tarea de Europa es, en definitiva, establecer una nueva dimensión euroárabe. Conviene recordar lo señalado por el enviado especial de la UE para el Sur del Mediterráneo, Bernardino León: la presión diplomática para garantizar el respeto a las libertades fundamentales y los derechos humanos es válida, pero la pasada política de acercamiento a las dictaduras fue equivocada.
Mursi es el primer presidente egipcio con legitimidad democrática. Hasta ahora se ha mostrado prudente y relativamente eficaz. Sus mayores retos están en el ámbito interno. Su política exterior es a la vez independiente y moderada. Con ella devuelve a Egipto un papel central y mayor capacidad de influencia.