martes, 22 de noviembre de 2011

CINCO RAZONES PARA NO ATACAR IRÁN




Israel y EE UU se lo deberían pensar mucho antes de llevar a cabo una acción preventiva contra las instalaciones nucleares iraníes.


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Una vez más, ha comenzado el tic tac habitual en los medios de comunicación y los círculos diplomáticos: ¿estamos ante la perspectiva de un ataque israelí respaldado por Estados Unidos?

Es posible que gran parte del ruido de sables y las filtraciones de Israel pretenda utilizar el informe del OIEA para mover a la comunidad internacional a hacer algo más a propósito del programa iraní y a lanzar una advertencia sobre las posibles consecuencias en caso de que no actúe. China y Rusia bloquearían cualquier propuesta de actuación enérgica, e incluso quizá nuevas sanciones, en Naciones Unidas. Los israelíes quizá decidan, por diversas razones, que deben lanzar un ataque militar en algún momento; y podría ser que el presidente estadounidense no esté en situación de poder disuadirlos. Israel es una nación pequeña que vive en el filo de la navaja y tiene un pasado oscuro y un historial de acciones preventivas victoriosas contra amenazas militares, así que es muy posible que actúen en algún momento, aunque no sea necesariamente ahora.

Antes de que tomen la decisión, he aquí las cinco razones por las que deberían pensar en mantener sus aviones y misiles en tierra:

1. No existe un buen final. Atacar las instalaciones nucleares iraníes es como cortar la hierba. Conseguir desbaratar de forma permanente la capacidad iraní de producir material fisible y darle calidad de armamento es la única forma de evitar que la hierba vuelva a crecer. Y no hay ningún ataque –ni siquiera una serie de ellos– capaz de conseguirlo. Las instalaciones reforzadas, la existencia de plantas de sobra y el carácter secreto de sus localizaciones son obstáculos importantes para cualquier acción. Incluso en el mejor de los casos –un ataque incompleto que, por ejemplo, retrase el programa nuclear en dos o tres años–, los iraníes volverían a impulsarlo con la legitimidad y el apremio que les daría el hecho de haber sido atacados por una potencia extranjera. La autodefensa se convertiría en el principio rector del programa nuclear y encontraría un eco tremendo en todo Oriente Medio y la comunidad internacional.

Se puede alegar, por supuesto, que los israelíes cortarían la hierba de forma periódica, con un ataque contra Irán cada 18 meses o así. Pero esa situación sería seguramente insostenible; ambos países estarían en un estado de enfrentamiento permanente y mantendría la región en llamas durante años.

2. Nadie puede impedir que Irán adquiera un arma nuclear. Excepto Irán. Lo cierto es que India, Pakistán, Corea del Norte e incluso Israel –países con una profunda inseguridad y, al mismo tiempo, convencidos de que tienen ciertos derechos– han desarrollado armas nucleares en secreto. Irak y Siria también estaban en pleno proceso. Teherán ya había emprendido un programa nuclear con el Sha, y quizá habría tratado de conseguir armas con el tiempo.

Pero negar el arma nuclear a Irán no significa solo quitarle los juguetes; significa cambiar la mentalidad y la motivación nacional de una potencia que históricamente se ha considerado a sí misma una gran nación. Aun en el improbable caso de que el país persa se convirtiera en una democracia, su imagen regional y sus ambiciones podrían seguir empujándole a desarrollar el programa nuclear. Como mínimo, negarle este tipo de armamento significa transformar por completo la mulacracia de Teherán, mientras que un ataque militar de los israelíes podría lograr lo contrario, legitimarla aún más, sobre todo si hay víctimas civiles. No existe mejor forma de movilizar a una población dividida ni de sacar a la luz su lado nacionalista y unificador que demonizar a un enemigo común. Los israelíes serían objeto de un enorme esfuerzo propagandístico de Irán en todo el mundo árabe, un esfuerzo que con seguridad obtendría grandes simpatías.

3. El coste para Estados Unidos es enorme. Cuando los países emprenden acciones que acarrean gran incertidumbre y riesgo, es preciso preguntarse dos cosas. La primera, si puede hacerse. Y la segunda, qué coste tendrá. Es comprensible que el hecho de que Israel se enfrente a una amenaza existencial haga quitar importancia al precio que pueden pagar otros países, en especial Estados Unidos. Al fin y al cabo, a los estadounidenses, a miles de kilómetros de distancia, les resulta fácil suponer que Irán es un actor racional y nunca usaría un arma nuclear por la posibilidad de que Israel o EE UU lo borraran del mapa. Los israelíes, por supuesto, sostienen que la amenaza de represalia no es un factor disuasorio aceptable, y protegerán ante todo sus propios intereses.

Pero veamos qué podría suponer un ataque israelí para los intereses de Estados Unidos y una economía aún en recesión. Aunque los iraníes no impidieran más que de forma temporal la navegación por el Estrecho de Ormuz (por el que pasa el 40% de todo el petróleo), el precio del crudo se dispararía, lo cual debilitaría y perjudicaría todavía más los mercados mundiales y haría enorme daño a la frágil recuperación de las economías estadounidense. Las incertidumbres económicas y financieras podrían ser de dimensión global y verdaderamente catastróficas. Al mismo tiempo, los iraníes intentarían empeorar la situación de las fuerzas estadounidenses en Afganistán y las que aún quedan en Irak, lo cual complicaría una situación de seguridad ya inestable en ambos países. Además del resurgimiento de Al Qaeda en Irak (una amenaza suní), las fuerzas estadounidenses se enfrentarían al peligro chií. Justo cuando EE UU está decidido a dejar Irak, podría verse obligado a quedarse. Es posible que Teherán atacara a sus enemigos y los que considera como tales en toda la región, incluido el Golfo Pérsico y, en especial, en un sitio como Bahréin. La capacidad iraní de atacar el territorio estadounidense es limitada, pero su facultad de llevar a cabo una guerra clandestina contra intereses estadounidenses e israelíes en todo Oriente Medio es mucho más temible.

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4. Dará legitimidad y popularidad a Irán en Oriente Medio. El Gobierno de George H.W. Bush hizo todo lo posible para evitar que Israel respondiera a los ataques iraquíes con Scuds durante la guerra del Golfo de 1991. La razón era convincente: Irak estaba desafiando a la comunidad internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, y se había formado una coalición internacional de 34 países para defender el bien común mundial. Lo que menos hacía falta era que Sadam Huséin convirtiera su invasión de Kuwait en un enfrentamiento árabe-israelí. Lo mismo sucede ahora, hasta cierto punto.

Las sanciones quizá no impidan jamás que los iraníes adquieran el arma, pero sí tienen cierto efecto; e Irán está ya muy aislado. Un ataque israelí podría echar abajo toda esa labor, sobre todo tras las revoluciones árabes de este año. Los gobernantes de algunos Estados del golfo Pérsico quizá lo recibirían bien, pero la calle árabe lo consideraría otro ejemplo de agresión israelí y doble rasero estadounidense. A los árabes les encantaría que les bajaran los humos a los iraníes, pero la intervención israelí complicaría la acogida al ataque y, sin duda, dificultaría los intentos de EE UU de arreglar la situación después.

5. Si los israelíes atacan, EE UU tendrá que intervenir obligatoriamente. Es imposible que una acción israelí no represente grandes complicaciones y una respuesta militar contra intereses estadounidenses. Es evidente que el Teherán supondrá que el ataque israelí se coordinó con EE UU. Lo más probable es que haya un cierre a la navegación del Estrecho de Ormuz y ataques contra instalaciones militares y embajadas estadounidenses. Aunque Estados Unidos no participe de forma directa en el ataque, seguramente se les pedirá que ayuden o apoyen a Israel contra ataques de Hezbolá y Hamás con armas de alta trayectoria. La credibilidad internacional de Washington, bajo mínimos, empeorará aún más. Estados Unidos está envuelto en las dos guerras más largas de su historia y todavía tiene miles de soldados en dos países musulmanes. Y que quede una cosa clara: EE UU no está ganando esas guerras. Lo que menos necesita es otro conflicto contra otro país musulmán cuya resistencia y cuya capacidad de tomar represalias (aunque sean asimétricas) no deben subestimarse jamás.

Todas estas preocupaciones las expongo sabiendo muy bien que el hecho de que Irán adquiera un arma nuclear es un enorme problema para Estados Unidos, Israel y la comunidad internacional. Incluso podría dar un vuelco a la situación. Irán está decidido a adquirir el arma, y ni las sanciones ni la diplomacia parecen servir para parar a Teherán. Nadie debe trivializar las consecuencias de una bomba iraní. No podemos ocultar la cabeza debajo del ala, pero tampoco debemos perderla.

Si hubiera una posibilidad o expectativa razonable de que un ataque israelí pudiera acabar con la capacidad nuclear iraní, entonces sería posible defenderlo con argumentos más convincentes. Pero no es así. Y eso nos deja en una situación muy delicada, atrapados, por el momento, entre dos opciones igual de desagradables: una acción militar peligrosa y quizá catastrófica, o aprender a convivir con una bomba iraní que podría cambiar radicalmente el equilibrio de poder en Oriente Medio

EL ISLAMISMO MODERADO SE ABRIRÁ PASO EN EGIPTO


15 de noviembre de 2011

FP en español entrevista a Tarek Osman, el escritor egipcio que anticipó la revolución, sobre el futuro político que aguarda al país árabe.


Su discurso, preciso y didáctico, es una disección permanente de la realidad actual de Egipto. Preclaro, Tarek Osman, el autor de Egypt on the brink, el aclamado libro que anticipó la revolución que hizo caer a Hosni Mubarak, confía en que, tras una inminente victoria del islamismo conservador en las urnas, el país de los faraones verá triunfar a las corrientes políticas más liberales en consonancia con una larga historia nacional de convivencia pacífica entre distintos. Entretanto, este joven economista político, que vive a caballo entre El Cairo y Londres, augura tensiones crecientes en el seno de una sociedad desconcertada y lastrada por una situación económica dramática.

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FP en español. ¿Ha entrado la llamada Primavera Árabe en un punto muerto?

Tarek Osman. Se dan dos fenómenos a la vez: hay revoluciones contra regímenes opresores, por un lado, Libia, Siria o Egipto, y, por otro, vemos efectivamente fracasos sucesivos en los últimos 50 años en el mundo árabe. El liberalismo árabe fracasó; también el nacionalismo árabe. La fórmula de capitalismo distorsionado adoptada en los últimos 35 años ha hecho lo propio. Y la mitad del mundo árabe tiene menos de 30 años. Unidos estos dos factores podríamos concluir que la gente joven está rechazando no sólo estos regímenes, sino la herencia política anterior. En este sentido, no veo esa parálisis en el proceso. Es normal que haya intermitencias. Sigo viendo la situación muy inestable. Esta generación sigue intentando buscar su voz, de construir nuevos Estados. Y es un proceso que tomará su tiempo. Además, no tengo ninguna duda de que el régimen sirio acabará cayendo. En Yemen la situación es diferente: nos encontramos ante una sociedad profundamente tribal. En Libia la situación es más complicada que en Túnez o Egipto, porque su desarrollo social está muy retrasado respecto a estos países. El proceso en este país será más largo y veremos más turbulencias.

FP. ¿Cree que los resultados de las primeras elecciones posteriores a las revueltas condicionarán el futuro de las mismas?

T.O. Completamente. Pero, la cuestión crucial es: ¿por qué tipo de Estado votarán estos jóvenes? Observamos una emergencia de islam sociopolítico en todo el mundo árabe. Pero dentro de este movimiento existen muchos tipos, diversas narrativas. No sólo una. En Túnez tenemos un islam bastante moderado y liberal. Rachid Ghannuchi [líder de Ennahda], del que hablé en mi libro, es un pensador liberal. Si bien en los 80 era más radical, lleva 20 años exiliado en Londres expuesto a diferentes influencias. En términos de la participación de los distintos sindicatos profesionales, de las corrientes liberales, educación, nivel cultural, derechos de la mujer, etc. Túnez es un país más desarrollado que el resto del mundo árabe. Por tanto, esto favorecerá el auge de un movimiento moderado dentro del islam político. En Egipto la situación es distinto: el islamismo en Egipto es muy diferente. El movimiento ha vivido un experimento considerablemente duro. El régimen los persiguió con dureza, circunstancia que ha marcado de forma indeleble su pensamiento. Los Hermanos Musulmanes fundamentalmente han prestado un indudable servicio social (búsqueda de trabajos para los más pobres, transporte, ayuda sanitaria, educación) a los egipcios. En Túnez no ha sido el caso. El nivel de desarrollo general en Egipcio es más bajo que Túnez. Y su sociedad es más conservadora en general. Esto explica que el islamismo en Egipto es y será mucho más conservador y menos liberal. En conclusión: no podemos generalizar en todo el mundo árabe; en cada país el movimiento político islámico tiene unas características distintas.

FP. ¿Cree que los militares han secuestrado de alguna manera la revolución de febrero?

T.O. No estoy de acuerdo con la afirmación. Lo que ocurre en Egipto es el resultado del debilitamiento de los distintos actores políticos del país en los últimos 35 años. Los tradicionales partidos liberales de Egipto son hoy muy débiles (como es el caso de Al Wafd). El movimiento laborista está dividido. ¿Quiénes fueron los tres grandes actores de los hechos de este año? En primer lugar, los jóvenes, que iniciaron las protestas en diciembre. No están muy organizados, carecen de líder y proceden de ámbitos ideológicos muy diversos. En segundo lugar, los Hermanos Musulmanes. Están organizados, estructurados y tienen recursos financieros. Jugaron un gran papel en la revolución, especialmente en la última semana. Y, en tercer lugar, obviamente los militares, que recibieron el poder de Mubarak [el Consejo Supremo] con la aprobación de la sociedad. ¿Podemos esperar que los militares sigan dirigiendo el poder a medio plazo? Mi respuesta es no. Los militares tratarán de mantener sus prerrogativas, pero sería inmaduro pensar que éstos seguirán en el poder. La enorme interacción registrada entre la juventud y el islamismo, en la sociedad en general, impedirá que los militares sigan manteniendo el control. La única excepción sería que Egipto se sumiera en el caos total.

FP. ¿Qué piensa de la creciente tensión entre coptos y musulmanes?

T.O. Es un tema muy importante. Como analizo en mi libro, el sectarismo existente, que algunos lo limitan a los últimos dos o tres años, se remonta, al menos, a los últimos 40 años. Hemos visto la disolución, el debilitamiento del egipcianismo -concepto que aspira a crear una narrativa nacional egipcia común- y el reforzamiento del islamismo y del cristianismo en las últimas cuatro décadas. Para mucha gente, desafortunadamente, la identidad está íntimamente relacionada con la religión. Ése es el mayor problema que afrontamos. La historia de este enfrentamiento se remonta a las últimas cuatro décadas. Veremos más enfrentamientos y muestras de sectarismo como las registradas últimamente. La única esperanza es que en el movimiento liberal, especialmente entre los más jóvenes, existe la asunción de que hacer más fuerte el egipcianismo y, en suma, recuperarlo es de vital importancia para el futuro del país.

FP. ¿Cree que los Hermanos Musulmanes serán la primera fuerza tras las elecciones que tendrá lugar este mes?

En dos o tres años los Hermanos Musulmanes se fragmentarán en distintas facciones

T.O. El islam político será uno de los mayores beneficiarios de lo sucedido hasta ahora en el corto plazo en todo el mundo árabe. Dentro de este ámbito, los Hermanos Musulmanes constituyen el actor más numeroso, pero no el único. Tendrán una importante fuerza parlamentaria. Jugarán un rol importante en la construcción de la nueva legislación del país. Una cuestión de vital importancia para ellos. Pero, cuando hablas con líderes del movimiento, parecen reacios a asumir mucha responsabilidad, a dirigir el país. Saben que el momento económico es difícil y de no lograr lo que la sociedad espera ésta le pasará factura. Pero los Hermanos no están muy unidos ni cohesionados. Hay varias tendencias en su seno. Hemos visto dos fracturas en el movimiento en los últimos 9 meses. Tienen serios problemas con el salafismo, el movimiento extremista. Es decir, dificultades con otras fuerzas y con sus propios correligionarios. Mi pronóstico es que, dadas las divisiones existentes en el movimiento, en dos o tres años los Hermanos Musulmanes se fragmentarán en distintas facciones.

FP. ¿Qué tendencia será la dominante dentro del islamismo en Egipto?

T.O. Egipto va a vivir muchas turbulencias todavía. Al principio, las fuerzas más conservadoras tomarán la delantera. Tendremos un Parlamento muy dividido tras las elecciones. Los islamistas serán el bloque principal. Creo que en el corto plazo la narrativa general del islamismo será conservadora, más que la que ha resultado vencedora en Túnez en estos momentos. Pero, la cuestión es si en el medio plazo mantendrán ese dominio: mi respuesta es no. En primer lugar, porque cuando oyes a sus líderes, se observa que carecen de figuras capacitadas para una dirección sofisticada; crearán problemas sociales y económicos. Egipto ha sido una sociedad agraria en la que religiones diferentes han coexistido pacíficamente durante muchos siglos. Los islamistas más conservadores se enfrentan a la historia en este sentido. Ganarán en las próximas elecciones, pero una vez que el país se estabilice la historia regresará. Y los más conservadores perderán preeminencia en beneficio de los moderados. Pero esta es una etapa excepcional.

FP. ¿En qué medida cree que la sharia formará parte del gobierno de las nuevas mayorías políticas árabes?

T.O. La sharia ya ha sido la primera fuente de legislación en Egipto en los últimos cuarenta años. Nada nuevo. Pero la gran pregunta es si los nuevos actores parlamentarios extenderán la aplicación de lashariaa a la naturaleza del Estado y a las dinámicas sociales del país. Es decir, si veremos un Estado religioso opuesto al secular. Y si veremos leyes que persigan a los cristianos o liberales o al turismo, por poner dos ejemplos. Sí pienso que veremos un mayor conservadurismo en la legislación en el próximo Parlamento. Pero no creo que veamos un cambio estratégico en la orientación de la legislación constitucional egipcia. Creo que después de haber hablado con líderes de los Hermanos Musulmanes, son más inteligentes de lo que pensamos y no van a proceder de una manera ciega. A diferencia de cómo los retratan los medios occidentales, los Hermanos tienen una capacidad para evitar la confrontación entre los polos opuestos. Cuando se habla con las generaciones más jóvenes de la organización, creen estar en su momento. Egipto ha vivido un balance de tolerancia a lo largo de muchísimos siglos; saben de los riesgos de quebrarlo actuando con precipitación. Y, como he dicho antes, no tienen siquiera una sola narrativa. Son plenamente conscientes de ello.

FP. ¿Cuál de los retos que afronta la sociedad egipcia?

La nueva narrativa que surja de El Cairo no será amistosa ni con Israel ni con EE UU. También se enfrentará a Arabia Saudí

T.O. Los retos que tiene por delante la sociedad egipcia comienzan por la falta de transparencia. La gente desconocía la realidad social, política y económica del Estado por culpa de la tenebrosa trayectoria del gobierno en los últimos 30 años. En segundo lugar, el funcionamiento económico de Egipto depende de cuatro pilares económicos, hoy seriamente amenazados: remesas extranjeras, inversiones extranjeras directas, turismo y subsidios al petróleo y a los alimentos. Para ninguno hay soluciones inmediatas en estos momentos. La situación económica es muy mala. En tercer lugar, la seguridad en el país ha empeorado. Por último, el sentimiento general de la sociedad es muy tenso. El nivel de violencia y de tono entre diferentes actores es latente. Retos inmediatos que cualquier gobierno tendrá que afrontar de forma inmediata. La juventud de la población es un activo, pero el país ha sido incapaz de aprovecharlo en los últimos 20 años.

FP. ¿Qué papel cree que tendrá el nuevo Egipto en el conflicto árabe-israelí?

T.O. Tal vez mi perspectiva es más macro. Si observamos los últimos cuarenta años, desde la caída del nacionalismo los árabes están fuera de la historia como conjunto. En los 70 comienza a triunfar la pax americana en Oriente Medio, con Arabia Saudí como principal centro. En los 80 sigue reinando, pero un nuevo actor llega a la escena: Irán tras la revolución islámica, que se presenta con una nueva narrativa. Y trata de extender su influencia en partes del Golfo, Líbano e Irak. Después de la Conferencia de Paz de Madrid en 1991 una nueva narrativa israelí se impone –con Isaac Rabin y Shimon Peres—, de corte económico: no hay nada llamado mundo árabe, Israel es el líder económico de Oriente Medio. Y ahora hay una narrativa que se consolida: la turca. Desde que gobierna Justicia y Desarrollo, Turquía se dirige al mundo árabe de nuevo con una perspectiva otomana, islámica y moderna a la vez. Pero, al observar los tres modelos, vemos que los árabes siguen durmiendo. Carecen de narrativa. ¿Por qué? Porque Egipto sigue ausente. El poder principal de Oriente Medio sigue estando fuera de escena. Con independencia del nuevo Estado que emerja en Egipto –sea éste islamista moderado o conservador– El Cairo volverá a Oriente Medio, con más contundencia. Un nuevo orden emerge en Túnez, Libia y en Siria, países que han apoyado tradicionalmente el papel central de Egipto en el mundo árabe. La nueva narrativa que surja de El Cairo no será amistosa ni con Israel ni con EE UU. También se enfrentará a Arabia Saudí. En consecuencia, Oriente Medio será un lugar muy tenso en los próximos años.

Un rabino afirma que: 'Un judío no debe huir de los árabes sino ahuyentarlos'


El rabino Shmuel Eliyahu. | Haaretz.com

El rabino Shmuel Eliyahu. | Haaretz.com

"La cultura árabe es muy cruel... Tienen códigos diferentes, normas de violencia convertidas en ideología". "Un judío no debe huir de los árabes sino que debe ahuyentarlos. La expulsión de árabes de los barrios judíos es parte de la estrategia". "En el momento que dejas entrar en tu entorno a un árabe, tarda sólo cinco minutos en empezar a hacer lo que le da la gana".

Éstas son algunas de las expresiones en el pasado atribuidas a Shmuel Eliyahu, actual rabino de Safed (norte de Israel), que han provocado este martes la decisión del fiscal general y asesor del Gobierno israelí,Yehuda Weinstein, de abrir una investigación criminal por supuesta incitación al racismo.

En un comunicado, Eliyahu ha reaccionado negando las acusaciones: "Mi posición sigue siendo que el Estado debe actuar sólo contra los que dentro del sector árabe apoyan el terrorismo y no contra todos los árabes en general. Estoy convencido que la investigación me permitirá dejar claras mis ideas". Su abogado cree que "las declaraciones citadas no son delictivas y por tanto no le llevarán ante un Tribunal".

El diputado extremista Mijael Ben-Ari ha condenado lo que define como"investigación para silenciar". "El rabino de Safed es silenciado pero en mezquitas se seguirán cantando odas al terrorismo y en las universidades seguirán llamando al boicot racista contra el Estado de Israel. Sólo hay libertad de expresión para la izquierda", ha afirmado Ben-Ari que no esconde su admiración hacia Kaj, el movimiento ilegalizado en Israel por racista en los años 90.

Otros rabinos han aplaudido la decisión de Weinstein contra "el racista y exponente de la intolerancia de aquellos que usan de forma equivocada e inaceptable el judaísmo".

Pidió no vender o alquilar casas a árabes

En octubre de 2010, Eliyahu provocó una gran polémica y críticas al firmar con otros 17 rabinos una iniciativa (una especie de edicto religioso) exigiendo no vender o alquilar casas a árabes. En 2006, Eliyahu fue llevado a los tribunales por unas afirmaciones contra la población árabe. El juicio fue frenado tras llegarse a un acuerdo en el que el acusado se comprometió a retratarse de forma clara de sus declaraciones.

El ministerio de Justicia israelí ha justificado hoy la apertura de la investigación reproduciendo expresiones en la prensa de Eliyahu como la siguiente: "Los árabes tratan a sus mujeres de acuerdo con sus normas sociales que son apoyadas por el Corán y según las cuales está permitido pegar a las mujeres. No se trata de pequeños golpes sino golpes con sillas, abusos que finalizan con la chica en el hospital tras sufrir la pesadilla de su vida".

Eliyahu se opone a la presencia de árabes en la vieja y bíblica ciudad de Safed. "Hay que evitar que los árabes dominen nuestras calles e impongan sus costumbres", dijo en una ocasión.

¿Ha cambiado algo en Egipto?


Manifestantes celebran en El Cairo en febrero pasado.

La euforia de febrero duró poco entre los manifestantes de Plaza Tahrir.

Miles de egipcios se encuentran reunidas en la simbólica plaza Tahriri, en El Cairo, para protestar en contra de la junta militar que detenta el poder desde la caída de Hosni Mubarak.

El periodista Stephen Sackur, quien conoció bien a Egipto durante los años de Mubarak, regresó al país para ver si algo ha cambiado en los últimos meses.


La oscuridad otoñal envuelve El Cairo. Estoy esperando frente a altas puertas de hierro mientras un guardia armado examina mis papeles.

Un movimiento de cabeza hosco me hace pasar a una instalación atestada. Soldados de uniforme se amontonan cerca de sus vehículos blindados.

Éste es el ministerio de Información de Egipto. Es mi primera visita a la casa de propaganda de El Cairo en 20 años.

Tengo la impresión de que poco ha cambiado.

La última vez que estuve aquí me metí en líos.

Había hecho un documental de televisión que despertó las iras del ministro de Información de la época, Safwat Sharif.

"Usted está perjudicando a este país", me había gritado Sharif entonces. "La próxima vez que se le pase la mano, no lo dejaremos entrar a Egipto."

Hosni Mubarak

Aunque Mubarak se encuentre en prisión, el pilar de su gobeirno, los militares, continúa en el poder.

Hoy en día, Safwat Sharif tiene problemas más urgentes que atender.

Está en la cárcel, enfrentando un juicio por corrupción y conspiración junto a su amo político de treinta años, Hosni Mubarak.

Pero que nadie se llame a engaño por las impactantes imágenes de ex hombres fuertes que languidecen tras los barrotes de su celda, en piyamas.

La revolución del pasado invierno consiguió que rodaran algunas cabezas, pero no destruyó al antiguo régimen.

Por los últimos nueve meses, Egipto ha estado dirigido por un consejo militar, una junta, encabezada por el hombre que sirvió lealmente a Mubarak, durante 20 años, como ministro de Defensa y comandante en jefe del ejército.

Coptos transportan ataúd

El 9 de octubre, unos veinticinco manifestantes de la minoría copta perdieron la vida.

En febrero pasado, el mariscal de campo Mohamed Hussein Tantawi, le prometió a los egipcios que el ejército estaría de su lado.

Sus palabras, en ese momento, trajeron la confianza. Sus acciones, desde entonces, han estado más bien lejos de confirmarlas.

"La verdadera revolución está por venir", declara Tarek Shalaby, un veterano de las protestas de la Plaza Tahrir.

Hace seis meses, fue arrestado, apremiado físicamente y sentenciado a seis meses de prisión por un tribunal militar, sentencia que fue suspendida.

Ahora, cada vez que escribe su blog o que marcha, corre el riesgo de unir su destino al de otros miles de activistas con largas condenas de cárcel.

¿Por qué perdió el ejército la confianza de la generación de Tahrir?

En busca de respuesta, me dirijo a uno de mis viejos amigos en El Cairo, Mohamed Gohar, un sabio veterano de casi cuatro décadas en los medios de comunicación, un empresario de televisión con la piel muy dura.

"Si hubieras estado conmigo el 9 de octubre, entenderías", dice.

Lo que me cuenta es tan vívido que me deja estupefacto.

Un grupo de manifestantes, en su mayoría coptos, se reunieron en la calle bajo su oficina, esa noche, para protestar por una serie de ataques de tipo sectario.

Francotiradores abrieron fuego sobre la multitud, luego, vehículos del ejército embistieron contra la multitud, aplastando y triturando cuerpos.

Me cuenta que los muertos y heridos fueron transportados a la escalera de su piso, que escondió a 17 desesperados hombres y mujeres en un baño trasero, mientras las tropas registraban el edificio en busca de cristianos.

"¿Viste "La lista de Schindler"? Sentía que la estaba reviviendo. Me sentía avergonzado de ver que los soldados estaban haciéndole esto a mi pueblo", dice.

"¿Por qué lo hacen?", le pregunto.

OSama Heikal, ministro de Información egipcio

El ministro de Información de Egipto, Osama Heikal, se comporta como un veterano en el puesto, pese a no tener más de unos meses en él.

"Para enviar un mensaje: sin ellos, Egipto sería un caos. Los generales han manejado este país durante 60 años, ¿tú crees que lo van a soltar ahora?

El próximo fin de semana, los egipcios votan en elecciones parlamentarias.

Los votantes enfrentarán un sopa alfabética de partidos políticos que va desde islámicos estrictos hasta seculares a ultranza, pero, cuando se cuenten los votos, el poder real seguirá en manos de la junta.

Ya hasta se habla de una nueva constitución que garantice poderes especiales a las fuerzas armadas.

Y un misterioso, pero aparentemente bien financiado movimiento político, está exhortando al mariscal de campo Tantawi a presentarse a la presidencia en 2013.

"Ya no"

Todo esto me lleva de vuelta al ministerio de Información.

Tras la revolución, Tantawi decretó el cierre de esta odiada fuente de censura y engaño oficial. Cinco meses más tarde, los generales cambiaron de idea.

Y héme aquí, estrechándole la mano al nuevo ministro de Información de Egipto, un pulcro experiodista llamado Osama Heikal.

Con sólo meses en el puesto, demuestra la habilidad jabonosa del veterano.

La matanza de más de decenas de coptos fue lamentable, concede, pero el ejército está investigando.

El estado de emergencia terminará apenas se restablezca la estabilidad.

Mientras me encamino hacia la salida, un miembro de su personal se me acerca. Sospecho que se me viene encima una andanada por las preguntas impertinentes que le hice a su jefe.

En vez de eso, me palmotea la espalda.

"Magnifica entrevista," dice. "Este fulano es un mentiroso. Todavía se piensan que pueden decir lo que quieran y que la gente les cree.

"Pero no, ya no."

lunes, 21 de noviembre de 2011

Egipto: por qué regresaron los manifestantes a la Plaza Tahir

Las manifestaciones han regresado a la simbólica Plaza Tahrir, en El Cairo. En los últimos dos días más de veinte personas han muerto en enfrentamientos entre las autoridades y las personas que protestas contra el nuevo statu quo.

La situación incluso llevó al gabinete de ministros a presentar este lunes en la noche su renuncia a la junta militar.

La protesta que comenzó en El Cairo, este fin de semana, se ha extendido a otras ciudades de Egipto, principalmente a Alejandría, en el norte, Islmailia, en el este, y Suez.

En el foco principal, la Plaza Tahrir, de la capital egipcia, según el corresponsal de la BBC, John Leyne, cada intento de las fuerzas de seguridad de sacar a los manifestantes del lugar despertaba más ira, y provocaba el efecto contrario: más gente se unía a la protesta.

Por lo menos un millar de personas resultó herido, entre ellas, unos cuarenta policías.

Miles permanecieron en el lugar, durante una noche que vio esporádicos enfrentamientos, a pesar de los esfuerzos del imán de una mezquita local por negociar una tregua.

Presencia militar

Según el corresponsal de la BBC, Jonathan Marcus, tras lo que fue una revolución inconclusa -si es que se trata de una revolución- que logró sacar de escena al presidente Hosni Mubarak y sus asociados más inmediatos, el verdadero pilar del régimen, los militares, continúa ejerciendo el poder.

El desafío de los manifestantes al poder del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que reemplazó un gobierno de Mubarak de tres décadas, no tiene precedentes en un país donde los militares nunca han abandonado tal lugar de privilegio en el escenario politico, en sesenta años.

Para quienes protestan, el Consejo Supremo continúa siendo un organismo que procede en secreto y que permite los arrestos arbitrarios y la tortura de quienes se muestran contrarios al gobierno.

Protesters hide as police shoot tear gas

La protesta revela acuciantes problemas inmediatos, pero también una desilusión con lo conseguido tras la salida de Mubarak.

Esta es la razón, previsible para muchos analistas en febrero pasado, de que la euforia tras la salida del expresidente Mubarak se tornara en desilusión, desencanto e ira.

Por mucho que hayan rodado algunas cabezas, los manifestantes argumentan que la vieja guardia continúa en el poder.

Si bien es cierto, por ejemplo, que el ministro de Información de Mubarak, Safwat Sharif, se encuentra enjuiciado por corrupción y conspiración, a la cabeza de la junta militar se halla el mariscal de campo Mohamed Hussein Tantawi, quien fuera el ministro de Defensa del antiguo régimen durante veinte años.

Tantawi prometió, apenas Mubarak abandonó el poder, clausurar el aparato de censura que operaba desde el ministerio de Información.

Cinco meses más tarde, los generales cambiaron de idea. El ejemplo es, para muchos, iluminante porque revela que los militares tienen mucho que defender.

De partida, un presupuesto desconocido, no sometido para nada al escrutinio de organismos contralores.

En seguida, todo lo que viene con el ejercicio sostenido del poder: relaciones, conexiones y un estatus privilegiado dentro de la sociedad.

Economía y elecciones

El estado de la economía parece ser el gran galvanizador del variopinto grupo que ha vuelto a ocupar las calles de Egipto.

"Cada intento de las fuerzas de seguridad de sacar a los manifestantes del lugar despertaba más ira, y provocaba el efecto contrario: más gente se unía a la protesta"

John Leyne, corresponsal de la BBC en Cairo

El alto precio de la canasta básica de alimentos no ha bajado, el empleo continúa siendo escaso, a lo que se agregan una baja sustancial del turismo y las quejas contra la corrupción, que sigue extendiéndose a todos los niveles del país.

Y si alguien critica a los manifestantes por impaciencia, apuntando hacia las próximas elecciones parlamentarias, fijadas para diez días más, hay quienes señalan que los gobernantes militares no se han esforzado por hacer del proceso un acto digno de crédito.

Como defectos se señala que no existe una comisión electoral independiente, del mismo modo como no existe un registro electoral fiable.

Las elecciones al parlamento no han tenido, como paso previo, elecciones municipales y, en cuanto a partidos políticos, éstos permanecen sin registro oficial o en estado casi larvario.

Los que protestan

Entre los que han vuelto a la Plaza Tahrir se hallan quienes, en febrero pasado, creyeron haberlo cambiado todo, quienes, nueve meses más tarde, piensan que los militares están gobernando para mantener el poder al alcance de la mano, incluso después de la elecciones.

La alianza La Revolución Continúa suspendió su campaña política para protestar contra la violencia.

Manifestante enfrenta a la policía.

Los manifestantes anticipan el deseo de los militares de permanecer en el poder a cualquier costo.

La coalición juvenil 6 de Abril, que jugó un papel protagónico en desatar la revolución de febrero llama a apoderarse de la Plaza Tahrir indefinidamente y acusa a los militares de llevar "la máscara de Mubarak".

El ex director del Organismo de Energía Atómica, Mohamed el-Baradei criticó ácidamente al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas al describirlo como el principal causante de la violencia y repitió su idea de "un gabinete de rescate".

Por su parte, la cofradía de la Hermandad Musulmana, que mantuvo un bajo perfil el pasado febrero, espera conseguir algunos adeptos entre los desilusionados del modelo propuesto por las democracias occidentales.

El movimiento confía en obtener buenos resultados en las elecciones, de modo que su participación ha sido bastante cauta en los últimos incidentes.

También, aunque se trate de una minoría, las tensiones del gobierno no son menos explosivas con los coptos.

Estos cristianos egipcios afirman haber sido víctimas de una embestida de vehículos militares, el 9 de octubre, que dejó varios muertos, cuando protestaban frente al ministerio de Información por ataques sectarios.

Para el periodista de la BBC, Jonathan Markus, esta segunda fase de violencia puede ser la más peligrosa para la estabilidad del país, donde están en juego intereses contrapuestos, fuertemente arraigados.