viernes, 23 de octubre de 2015

AIPAC se derrumba

AIPAC se derrumba


Las argumentaciones sobre la influencia de AIPAC han configurado durante mucho tiempo el análisis de la política exterior estadounidense. Por ejemplo, en el destacado ensayo de Steve Walt y John Mearsheimer, “El grupo de cabildeo israelí” se sostenía que AIPAC había diseñado la guerra de Irak. No obstante, la realidad es mucho menos siniestra: en dicho ejemplo, AIPAC solo tomó ventaja de las tendencias de invasión que desencadenó el presidente, George W. Bush, mediante sus dictados mesiánicos, y el vicepresidente, Dick Cheney, el mayor cabildero en favor de la guerra.
La verdad sobre AIPAC de que es influyente pero no invulnerable –ha sido revelada recientemente, tanto al público como al grupo en sí. AIPAC inducido por Netanyahu a pelear una guerra sin probabilidades de éxito contra la administración del presidente estadounidense, Barack Obama, debido al acuerdo nuclear concluido con Irán, ahora se está derrumbando con el peso de su propia arrogancia.
De hecho, AIPAC nunca pudo vencer la oposición resuelta del presidente estadounidense en torno al asunto de la seguridad nacional estadounidense. Fracasó en sus intentos de detener al presidente Jimmy Carter de vender aeronaves caza, F-15, a Arabia Saudita en 1978, o de impedir a Ronald Reagan el suministro de aeronaves de detección temprana (AWACS) a los sauditas tres años después. Además, salió derrotado en su batalla de 1991 con el presidente George H.W. Bush en el intento de vincular las garantías de crédito estadounidenses de crédito con el primer ministro israelí, Yitzak Shamir, para respaldar la Conferencia de Paz de Madrid de 1991 –uno de los legados principales de Bush.
Dados estos antecedentes, AIPAC debió saber que su intento, en el que cooperó de forma estrecha con los oponentes republicanos de Obama, para bloquear el acuerdo nuclear con Irán (uno de los logros más importantes de Obama) fracasaría. En efecto, Obama incluso usó una táctica similar a la de George H.W. Bush para ganar. Así como Bush denunció abiertamente los “miles de cabilderos” trabajando en los pasillos del Congreso estadounidense contra un interés nacional vital, Obama dijo en una  conferencia telefónica que sus críticos “se opondrían a cualquier acuerdo con Irán” y señaló que los 20 millones de dólares de la campaña de publicidad de AIPAC iban contra el acuerdo. También puso a AIPAC en la misma categoría junto a los republicanos “que fueron responsables” de dirigir a los Estados Unidos a la guerra con Irak.
Para AIPAC –que tradicionalmente ha dependido de una colación amplia de fuerzas políticas y sociales en los Estados Unidos que perciben la seguridad de Israel como una causa moral y un interés nacional vital– esta no es derrota cualquiera. La cruzada respaldada por los republicanos contra cualquier acuerdo primordial que sea negociado por un presidente democrático, con el apoyo abrumador de su partido, ha puesto en riesgo los fundamentos bipartidistas de la causa de Israel en los Estados Unidos.
Claro, el acuerdo nuclear incluía no solo a los Estados Unidos e Irán. AIPAC estaba en contra de un acuerdo internacional que seis potencias primordiales del mundo –China, Francia, Alemania, Rusia, Reino Unido y los Estados Unidos –  ya habían firmado y que las Naciones Unidas habían aprobado. Ni siquiera algunos de los partidarios más acérrimos de Israel en el Congreso estarían dispuestos a asestar un golpe potencial a la credibilidad internacional estadounidense, y la idea de que los países acordarían todos reanudar negociaciones para producir un “mejor acuerdo” era un sueño. Con todo, ese fue el objetivo que Netanyahu fijó a AIPAC.
El escándalo sobre el acuerdo de Irán se convertirá en un momento decisivo para los judíos-estadounidenses, entre los que se han creado fuertes divisiones. En efecto, la encuesta de opinión de 2015 del Comité judío de los Estados Unidos sobre las percepciones de los judíos-estadounidenses informa sobre el surgimiento de “dos subcomunidades judías divergentes”, en donde se percibe un número creciente de judíos descontentos con las organizaciones que dicen representarlos.
AIPAC representa una sorprendente anomalía en la vida de los judíos-estadounidenses. Se le identifica cada vez más con los intereses de los republicanos y con los partidarios cristianos-evangélicos de Israel, aunque las encuestas han mostrado repetidamente que los judíos son el grupo étnico más liberal de los Estados Unidos.
La verdad es que los judíos-estadounidenses estaban mayoritariamente en contra de la guerra con Irak. Una parte abrumadora de sus votos fueron para el Partido Demócrata. Definen su religión como moderada y liberal, en la que muchos defienden los derechos de los homosexuales y el derecho al aborto, temas anatema para los cristianos-evangélicos. La mayoría de los judíos-estadounidenses incluso apoyan la creación de un Estado Palestino. Además, aunque están desunidos en torno al tema del acuerdo con Irán, los partidarios del acuerdo superan superan en número a sus oponentes.
El principal culpable de los daños causados a  –AIPAC, las comunidades judías–estadounidenses e incluso el proceso político de los Estados Unidos– es Netanyahu. Sin embargo, es improbable que Netanyahu enfrente represalias por ello. Al contrario, la administración Obama ya ha iniciado las conversaciones que prometió en torno a la mejorade  las capacidades estratégicas de Israel. Como los países árabes en Medio Oriente se están derrumbando –y sus efectos colaterales, cada más significativos, tocan a Occidente– Israel sigue representando un socio regional estable para los Estados Unidos.
Existe un riesgo mayor de que Netanyahu logre su siguiente objetivo: impedir una détente estratégica entre Irán y los Estados Unidos que permitiría la cooperación para resolver los principales conflictos regionales, desde Yemen hasta Siria. Después de todo, puede ser que la victoria de Obama al alcanzar el acuerdo nuclear haya sido inevitable, pero para nada fue fácil. Una coalición extraña entre radicales iraníes, AIPAC, la alianza sunita dirigida por los sauditas, el gobierno israelí, y políticos estadounidenses de los dos partidos han logrado obligar a Obama a comprometerse a establecer sanciones adicionales a Irán por patrocinar el terrorismo. En consecuencia, es probable que persista la Guerra Fría estadounidense con Irán.



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