Las dos grandes facciones palestinas llegan a un acuerdo para formar un Gobierno de coalición en la Autoridad Palestina y celebrar elecciones antes de un año
ENRIC GONZÁLEZ | Beirut 27/04/2011
Azzam al-Ahmad, cabeza de la delegación de Al Fatah, habla durante la rueda de prensa, entre los representantes de Hamas Mousa Abu Marzook y Mahmoud Al-Zahar (derecha) t ras el acuerdo sellado en El Cairo.- ASMAA WAGUIH (REUTERS)
El mapa político de Oriente Próximo sigue cambiando de forma casi cotidiana. Hoy se ha producido un nuevo vuelco: Al Fatah y Hamás, las dos grandes facciones palestinas, han sellado su reconciliación. El acuerdo, aún genérico, pone fin a la feroz enemistad que en 2007 provocó una breve guerra civil y debería permitir la formación de un Gobierno de coalición en la Autoridad Palestina y la celebración de elecciones antes de un año. Israel, que considera terrorista a Hamás, ha afirmado que ese pacto impediría cualquier negociación de paz.
La victoria de Hamás en las elecciones palestinas de 2006 y la casi inmediata crisis con Al Fatah, el partido fundado por Yasir Arafat que domina la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), crearon un bloqueo que parecía insuperable. Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina y líder de Al Fatah y la OLP, mantuvo el poder en Cisjordania, mientras Hamás se hizo con el control absoluto sobre Gaza. La división física y política de los palestinos fue un regalo para Israel, que se esforzó en fomentar las desavenencias: mientras hubiera división no podía existir un auténtico Estado palestino. El ataque israelí contra Gaza en diciembre de 2008 gozó de la tácita aprobación de Al Fatah, como demostraron recientemente las filtraciones de Wikileaks, lo que ahondó la enemistad entre las dos facciones.
El acercamiento entre Al Fatah y Hamás fue lento y difícil. El Gobierno egipcio, antes con el presidente Hosni Mubarak y últimamente con la Junta Militar, ejerció como mediador. Llegó a redactarse un borrador de acuerdo a finales del año pasado, pero las conversaciones encallaron en la cuestión electoral (Al Fatah las quería ya en septiembre próximo, Hamás exigía más tiempo) y ni siquiera alcanzaron el gran problema de fondo, que sigue sin resolverse: Hamás, una organización islamista que Israel y Estados Unidos consideran terrorista, no reconoce la legitimidad israelí y preconiza la resistencia armada, abandonada por Al Fatah.
"La Autoridad Palestina debe escoger entre la paz con Israel o la paz con Hamás. No hay posibilidad de paz con ambos", ha señalado Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí. La Autoridad Palestina ya ha respondido a estas declaraciones: su portavoz Nabil Abu Rudeine ha calificado el acuerdo de "asunto interno" del que Israel "no es parte". El pacto "refuerza la unidad palestina" y "su justa lucha para establecer un estado independiente con Jerusalén como capital", según Rudeine, que también ha subrayado que la OLP es el "único representante legítimo" del pueblo palestino y que sigue "comprometida" con el proceso de paz.
El primer ministro israelí ya amenazó el lunes en los mismos términos. Fue la primera señal de que la reconciliación palestina podía estar próxima, y también una advertencia sobre las dificultades que podía generar el acuerdo. En el aspecto financiero, la Autoridad Palestina podría ver interrumpidas las donaciones estadounidenses y quizá, al menos parcialmente, las europeas, lo que complicaría la viabilidad económica de un futuro Estado palestino. En el aspecto diplomático, Abbas o su sucesor tras unas elecciones dejarían de gozar del acceso a Washington de que disponían en los últimos años. Y a ello habría que añadir el problema práctico de gestionar con un mismo Gobierno dos territorios separados, Gaza y Cisjordania: el intento de 2006 produjo disfunciones primero y luego un enfrentamiento armado.
Esas dificultades dependían en último extremo de otra incógnita: si Hamás iba a mantener el resistencialismo a ultranza o estaría dispuesto a hacer concesiones sobre el reconocimiento de Israel y la lucha armada. La reconciliación ha sido posible porque ambas facciones se sienten débiles: Al Fatah, por el fracaso de la última ronda de negociaciones con Israel y por el crecimiento de las colonias israelíes en Cisjordania; Hamás, por la ola de cambios en Oriente Próximo.
Las grandes manifestaciones juveniles en Gaza a favor de un acuerdo con Al Fatah y contra la ausencia de libertades, que Hamás reprimió con dureza, se han unido a la revolución egipcia y a la crisis en Siria. Las dificultades del presidente sirio Bachar el Asad, patrón regional de Hamás (el buró político del partido tiene su sede en Damasco) podrían empujar a la organización islamista palestina a ampliar su red de apoyos y, tal vez, a moderar sus posiciones.
Taher al-Nono, portavoz del Gobierno de Hamás en Gaza, ha declarado que el documento con el texto definitivo del acuerdo con Al Fatah se firmará en El Cairo en cuestión de una semana -el 5 de mayo, según ha contado a Efe una fuente próxima a las negociaciones- durante una ceremonia pública, y que las elecciones palestinas, presidenciales y generales, deberían celebrarse dentro del plazo de un año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario