Nadim Shehadi ha vivido en primera persona décadas de cambios en el mundo árabe. Pero para este investigador libanés, afincado en Londres y miembro del comité ejecutivo del centro de estudios de Oriente Medio de la Fundación Promoción Social de la Cultura, la primavera de revueltas que brotan ahora en el mundo árabe no tiene precedentes. Prueba de ello, piensa, es que incluso la cuestión palestina "se ha desmitificado. Lo hemos visto con las manifestaciones en el Golán. Los jóvenes sirios hablan de cómo Bachar el Asad está utilizando el conflicto palestino para distraer la atención de lo que pasa en Siria. Ahora son conscientes y eso es nuevo".
"Los jóvenes queman fotos de El Asad padre e hijo. En su mente han cruzado la línea roja. No hay vuelta atrás". Y apunta: "Las ideas están cambiando rápidamente. Cuando las ideas colapsan, los sistemas también colapsan. Es lo que sucedió con la URSS".
¿Qué hace falta para que colapse el régimen sirio? "Hace falta claridad por parte de la comunidad internacional. Hasta ahora las declaraciones han sido dubitativas, poco firmes, lo que le permite a El Asad pensar que tiene carta blanca para matar. Las clases medias en Siria tampoco han recibido una señal clara por parte de Occidente. No quieren que les dejen tirados como a los chiíes en 1991 en Irak".
Shehadi cree que los traumas que acumula Occidente les impiden intervenir con mayor asertividad en las revueltas. "La culpa poscolonial y el trauma de Irak están muy presentes". Los líderes árabes son conscientes de esas debilidades, según Shehadi, y ahora tratan de explotarlas. Muamar el Gadafi azuza el miedo a la violencia y la división sectaria. "La violencia en Libia ha confundido a Occidente. Ahora El Asad se fija en Libia más que en Túnez o en Egipto. Sabe que la guerra civil asusta a Occidente. La violencia se ha convertido en un mecanismo de supervivencia para los dictadores".
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